La olvidada faceta cuentista de Teresa Wilms Montt
Por algunos de estos melancólicos relatos desfilan una muñeca desgarbada y un burro resignado, una princesa buena como la tempestad, una aparición misteriosa y un ermitaño custodiado por un león.
Publicados por primera vez en 1919, una nueva edición de ocho cuentos escritos por Teresa Wilms Montt de incluye un prólogo de Macarena Urzúa y un epílogo de Gabriela Alburquenque. La primera es poeta y académica de la Escuela de Literatura de la Universidad Finis Terrae y la segunda es licenciada en Literatura de la Universidad de Chile y directora de la revista digital Origami.
Ambas llegaron a Teresa Wilms Montt ("Los tres cantos", "En la quietud del mármol", "Anuarí") por sus Diarios y luego anclaron en su poesía. Macarena Urzúa se fascinó con la historia de la aristócrata rebelde encerrada en un convento por haber sido infiel y que huyó a Buenos Aires ayudada por su amigo el poeta Vicente Huidobro. Gabriela recuerda que su prosa poética la conmovió: "La empecé a escuchar de memoria y se me empezó a aparecer en todas partes, como si su escritura fuera, de hecho, un conjuro abierto".
"Su escritura desestabiliza el lenguaje como un sistema para comunicar, con una urgencia y acento que me consternó", añade.
En los cuentos hay historias llenas de metáforas; intertextos de clásicos como el de Caperucita Roja; reflexiones espirituales y un registro de diversas hablas: "Desde la infantil a la popular", acota Macarena. La potencia técnica desplegada y su capacidad para transitar registros es algo que sorprende a Gabriela, así como el ansia por trascender por la palabra.
"(Teresa Wilms Montt) fue una intelectual que agitó y articuló ondas incesantes que chocaron contra lo establecido", explica, y añade que aunque haya pasado un siglo sigue siendo desestabilizadora y refrescante.
A la hora de escoger un relato, Macarena se inclina por un par: el de la muñeca "Mahmú" que abre el volumen, y "A la vera del brasero", un relato de terror que recurre a la oralidad del campo y el recuerdo de su infancia. "Es un relato de tono fantasmal y autobiográfico en el que narra en forma de leyenda la historia de su infancia con cierta nostalgia y rasgos costumbristas de un pasado ya lejano", explica.
Por su parte, Gabriela destaca "También para ellos…", un cuento que explora lo animal -no humano- desde una interesante dimensión. "Me resuena respecto a los debates actuales sobre aquello que consideramos vivo, sintiente y, por lo mismo, digno de un trato amable y justo", acota.
INVITACIóN AL LECTOR
Muy en concordancia con los preámbulos que abren cuentos clásicos, esos que son una invitación al lector, Teresa Wilms Montt alienta a estar "quietitos como criaturas de pocos años" y cerrar los ojos para "refrescar nuestros corazones escépticos". Un gesto que a Gabriela Urzúa la hace pensar en que siempre tuvo consciencia de su lugar literario.
"La consciencia de que la literatura es un oficio en el que rara vez se está sola, a pesar de que muchas veces la acción de escribir ocurra a solas, es palpable en ese gesto, como una invitación a un acto de reunión en la lectura", resume.
-A más de un siglo de su suicidio, ¿cómo resuena hoy su voz?
-Se suma a un bullicio que crece y crece y se hace cada vez más grande y colectivo. Ese aquelarre, la escritora Fernanda Trías describe muy bien en su ensayo "En nombre propio": "Estamos hablando, estamos escribiendo para construir un mundo más espacioso donde nuestro testimonio sea creído, no increíble, donde ser escritora no sea un sueño disparatado y donde las mujeres tengamos un nombre propio. Quiero pensar que nuestras voces se unen a un aquelarre que es una protesta y un exorcismo".
Otro de los aspectos que resalta Macarena Urzúa es lo visceral de su escritura y la dimensión corporal que detenta.
"Wilms Montt utiliza su escritura como modo de expresar su angustia e inquietud. Esta incomodidad orienta sus ideas en torno al género, la espiritualidad, la libertad y la expresión de sus afectos. Lo corporal y sensorial, los malestares, el sueño y la vigilia son una constante, siempre hay una disputa entre cuerpo y espíritu: la escritura será una salida.
El mundo espiritual y el misticismo de la autora también están presentes en estos cuentos, así como el soplo espiritista y teosófico que animó a muchos intelectuales de comienzos del siglo XX, como Gabriela Mistral o Inés Echeverría.
"Lo religioso, así como la preocupación por el espíritu y lo sobrenatural estaban entrelazados en su escritura. La misma cercanía a las artes era un modo de salida. En el colofón de estos cuentos se lee: "Este libro lo escribió Teresa de la †, llamada entre los profanos Thérèse Wilms Montt…", ese gesto es una visión de mundo y deseo de elevación espiritual", acota Macarena Urzúa.
-¿Cuáles fueron sus referentes en eso?
-Estas narraciones, así como las preocupaciones que de ellas se desprenden, pueden en parte responder a una síntesis de varias lecturas de la época. Pienso en los textos de la fundadora de la teosofía, Madame H.P. Blavatsky, también el interés por la masonería y los conocimientos rosacrucianos. Sumaría además lecturas anarquistas y el impacto de las arengas de Luis Emilio Recabarren cuando vivió en el norte de Chile, mismo lugar donde pudo escuchar a la española Belén de Sárraga en 1913.
Wilms Montt se reencontró en París con sus hijas en el año 1920 después de cinco años sin verlas por el dictamen de un tribunal de familia chileno.
Cuentos para los hombres que son todavía niños
Teresa Wilms Montt
Alquimia Ediciones
78 páginas
$9.800
Por Amelia Carvallo
La aristócrata rebelde encerrada en un convento por haber sido infiel huyó a Buenos Aires ayudada por Huidobro.
memoria chilena