Las dudas que provoca una"selfie"
En el ambiente político altamente contaminado por encuestas y ansiedades relativas al término de las actividades de la Convención Constitucional y la inminencia del plebiscito de salida, surgió como un remanso de paz y buena voluntad la "selfie" que el Presidente Gabriel Boric logró sacarse teniendo como acompañante al ex Presidente Ricardo Lagos. Una fotografía casi beatífica, como beatíficas resultaron las palabras con que el Mandatario en ejercicio la acompañó en el momento de hacerla circular a lo largo y angosto de nuestro país. "Hay que aprender de quienes nos precedieron" fue lo que dijo, sugiriendo que en su espíritu comenzaba a germinar el tierno brote de una sincera admiración por quién, no mucho tiempo antes, había sido el blanco preferido de sus críticas y las de sus seguidores. Una crítica que superó por lejos a las que los jóvenes "millennials", entonces opositores, dedicaron a todos los presidentes que gobernaron durante los treinta años de recuperada nuestra democracia luego que la dictadura tocara a su fin (y aquí es pertinente este paréntesis para recordar la ácida "columna de opinión " que nuestro actual Presidente, entonces líder opositor, dedicó al recuerdo del ex Presidente Patricio Aylwin horas después de su fallecimiento y cuando el resto del país no hacía más que recordarlo con cariño).
"Simple fotografía"
Lo cierto es que la "selfie" fue mucho más que una simple fotografía: fue la culminación de una serie de acciones realizadas por el Presidente Boric, que comenzaron con su Cuenta Pública ante el Congreso y siguieron con la humilde solicitud de audiencia al ex Presidente y su desplazamiento hasta las oficinas de éste para dialogar con él y, como no, obtener la fotografía. Un conjunto de acciones que podrían ser reveladoras de un cambio de actitud, de una súbita conversión del presidente a una forma de ver nuestra realidad nacional que abjura de todo lo dicho en contra de sus mayores a lo largo de su corta carrera política. Unos gestos con los que, quizás, intentaba incluso lavar la afrenta infringida al propio Presidente Lagos poco tiempo atrás, desde el balcón de La Moneda el día que asumía el mando de la Nación, al excluir su nombre de entre los ex presidentes que consideraba artífices del proceso de reconstrucción democrática postdictadura. Todo eso es posible, ¿por qué no? Su comportamiento podría estar mostrando que asume con madurez sus nuevas responsabilidades, que los desplantes juveniles han quedado atrás y que entiende que gobernar una nación no es lo mismo que gobernar un centro de alumnos.
Si es así, qué duda cabe que esos gestos no merecen sino el aplauso -y generan la tranquilidad- de la mayoría de las chilenas y chilenos.
Pero ¿y si no es así? Es que estas actitudes del Presidente no pueden sino traer a la memoria de todos nosotros el cambio de discurso -y de programa- que el entonces candidato Boric protagonizó de cara a la segunda vuelta y que le permitieron conquistar los votos y la adhesión de quienes -incluido el propio Lagos- habían sufrido sus críticas en la primera fase de esa campaña electoral. Es decir, un inteligente aprovechamiento de la oportunidad política. Y la memoria de ese inteligente gesto puede llevar a pensar que, de cara a una nueva contienda electoral -esta vez un plebiscito- en la que él mismo y sus principales ministros han invertido casi todo su capital político apoyando una de las opciones en juego, un nuevo acto de inteligencia política puede ser oportuna para reconquistar esos mismos votos que le permitieron llegar a la presidencia.
Yo prefiero creer en la sinceridad del Presidente y que el gesto de triunfo que muestra en la tan publicitada "selfie" es expresión de la satisfacción que debe haber experimentado al fotografiarse junto a su respetado y admirado ex Presidente y no otra cosa. Usted, ¿qué opina?