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Rol de las cooperativas
Cada primer sábado del mes de julio se celebra el Día Internacional de las Cooperativas, una fecha muy significativa para todos quienes somos parte del movimiento cooperativo, tanto en Chile como a nivel mundial. Además, esta ocasión coincide con el aniversario número 100 de esta celebración.
Las cooperativas damos trabajo formal y decente, proveemos servicios e infraestructura, nacemos siempre desde la asociación de personas que se unen para resolver o desarrollar actividades que permiten distribuir la riqueza, impactando en los distintos territorios. Esto lo conseguimos resolviendo retos globales y que no pueden seguir esperando, desde una perspectiva local, con una mirada inclusiva, siempre sobre la base de nuestros principios y valores.
Como Asociación Nacional de Cooperativas representamos a cooperativas pequeñas, medianas y grandes de distintos sectores: campesino y agroalimentario; de distribución eléctrica rural; de agua potable y saneamiento rural; de ahorro y crédito; de vivienda y de diversos sectores productivos. A cada una de nuestras cooperativas nos une una misma identidad sustentada en nuestros principios y valores cooperativos.
En esta fecha tan relevante, reiteramos nuestro compromiso de seguir trabajando con dedicación para que el modelo empresarial cooperativo sea un actor más relevante en nuestro país. Hoy estamos en el debate de las políticas públicas que fomentan y regulan nuestra participación, participamos de mesas público-privadas en tema de interés nacional, suscribimos acuerdos con universidades y no descansaremos hasta estar en todos los sectores productivos, económicos y sociales de nuestro país.
Rodrigo Silva, presidente de la Asociación Nacional de Cooperativas de Chile
Ocaso de la generación dorada
Uno de los grandes avances que han logrado las neurociencias es permitirnos conocer cómo funciona biológicamente el cerebro. Cuando el cerebro no tiene claridad de lo que haremos en algunos minutos más, días o semanas, entra en un estado de defensa que se manifiesta en ansiedad y estrés elevados. Esto a propósito de que varios jugadores de la llamada "generación dorada" -término que nunca me ha gustado por aludir a un grupo de jugadores que se gestó casi espontáneamente, y no por esfuerzo y trabajo- se enfrentarán a sus últimos contratos en el fútbol profesional.
Probablemente esta situación influirá en la decisión que deberán tomar y, no tanto desde lo económico, sino por convertirse en la "última función", aprovechando los privilegios de ser futbolistas profesionales de alto rendimiento y todo lo que implica: disfrutar del cara a cara con los compañeros en un entrenamiento, del reconocimiento social, permanecer en la órbita mediática, disfrutar del éxito y de lo que implica la adicción adrenalínica por la competencia.
Pero además las neurociencias han permitido establecer que casi el 90% de nuestras decisiones se producen en el sistema límbico del cerebro, encargado entre otras funciones, de las emociones. Por ello es que muchos de estos jugadores deberán gestionar adecuadamente la ansiedad en la decisión que tomarán, reduciendo la incertidumbre para que, dentro de las posibilidades, sea la decisión más acertada.
Rodrigo Cauas, académico de la Universidad Andrés Bello
"El dilema del centro"
Ser de "centro" puede entenderse de dos maneras. Por una parte, de modo sustantivo, ser de centro es buscar un punto medio entre valores que se juzgan como fundamentales, pero que, sin embargo, se reconocen como limitados en alguna medida por otros: libertad y regulación, mérito y solidaridad, conservación e innovación, etc. Por otra parte, de modo puramente formal, ser de centro es preferir, simplemente, el medio aritmético entre dos extremos, para así resguardar que un extremo no elimine al otro, salvando la existencia de la oposición (ciertamente, un principio clave de la vida democrática).
De más está decir que la identidad del centrista se debilita cuando persigue un centro sin contenido y meramente relativo a los extremos cambiantes. En una dicotomía como la actual (o se aprueba o se rechaza) poco sentido tiene buscar el medio entre los extremos y sólo una consideración sustantiva puede ayudar a un centrista a tomar posición. La situación actual obliga al centrista, además, a poner su atención en la propuesta constitucional misma y no hacer un cálculo respecto de las externalidades que un camino u otro traerán en el corto plazo.
El vivir políticamente haciendo esta clase de cálculos debilita, sin duda, también la identidad y la convicción. Lo que conviene que un votante de centro someta a evaluación es, en cambio, si la propuesta de Constitución realmente contribuye al equilibrio de fuerzas entre los poderes del Estado, si representa la diversidad política e ideológica del país, si favorece o no formas de extremismo, si es garante en el largo plazo de estabilidad política y social, y si concilia adecuadamente los valores que el centro reconoce como fundamentales.
Solo así quizás el centro recupere una identidad política fundada en convicciones y no en una pura determinación relativa a los extremos de turno.
José Antonio Giménez, académico de la Universidad de los Andes
Abusos en la Iglesia
Las confianzas se rompen cada vez que aparece una nueva denuncia que involucra a miembros de la Iglesia. Acusaciones de violencia sexual que estremecen a una sociedad que se encuentra dañada, dolida y desconfiada ante hechos lamentables que ocurren y que hoy no se callan, sino que se denuncian, se hacen visibles y se sancionan socialmente, lo que de alguna forma también repara a las víctimas.
Cómo juzgar a esas mujeres y hombres que hoy se atreven a hacerlo público después de años de sufrimiento interno, silenciando el dolor y la angustia. Lejos de juzgar, lo que se requiere es empatizar, buscar medidas que permitan reparar en algo el daño causado.
La confianza es como un hilo invisible que mantiene unida a las personas, ese hilo es frágil y se rompe, se puede volver a unir, pero ya no es lo mismo, quedará una marca siempre. Entonces, se debe aprender a resignificar las confianzas, lo que es necesario para avanzar como sociedad.
Para ello se necesitan cambios visibles desde las instituciones y personas, comprendiendo que somos un sistema unido, entrelazado y donde lo que daña a uno, daña a todos. No es posible ya mirar desde lo individual, es necesaria la mirada desde lo colectivo y para eso se requiere volver a confiar.
Ivone Maldonado, académica de la Universidad de Las Américas