Mapudungun: el habla mapuche
Autor: Fernando Zúñiga.
Editorial: CEP/Fondo de Cultura Económica.
Páginas: 406
Autor: Fernando Zúñiga.
Editorial: CEP/Fondo de Cultura Económica.
Páginas: 406
Para el autor, en los últimos años se ha vivido en la sociedad una toma de conciencia sobre la cultura y la lengua mapuche.
Por favor permítanme comenzar compartiendo con ustedes mi perplejidad, aunque quizás se trate solo de cierta extrañeza, relacionada con el destino del libro que tienen en sus manos.
La traducción tradicional de la célebre cita del poeta latino Terenciano Mauro pro captu lectoris habent sua fata libelli es 'el destino de los libros depende de la capacidad de quien lee' -donde destino significa, dependiendo de quién emplee la cita, 'grado de comprensión', 'modo de interpretación' o 'éxito editorial'. En un famoso escrito bibliófilo de 1931, Walter Benjamin extendió el significado de la cita para referirse al destino no de las obras como abstracciones incorpóreas, sino de los ejemplares físicos de dichas obras, por ejemplo, en librerías de viejo, donde aguardan pacientemente encontrarse con quienes los adquirirán para así, por fin, cobrar vida. La versión de Burton Stevenson en su libro de citas de 1934 vuelve a una zona más cercana a la original, pero enfatiza la posibilidad de que quien lea no solo limite el viaje intelectual del libro, sino que también le dé alas: 'la imaginación de quien lee determina el destino de los libros'.
Yo no sabía qué destino tendría Mapudungun cuando apareció publicado por el Centro de Estudios Públicos, primero en junio de 2006 y luego, con unas pocas correcciones de erratas menores, en septiembre de 2007. Confieso que no me quitaba el sueño ignorar si pronto sería un superventas en el mall santiaguino de moda o si las librerías acabarían devolviendo los pocos ejemplares que habían recibido en consignación; sí me interesaba, desde luego, que fuera accesible, y me preocupaba especialmente si suscitaba aceptación o rechazo en quienes lo leían. El momento de publicación parecía propicio: la sociedad mayoritaria de Chile se mostraba, si no más atraída por la lengua y la cultura del pueblo mapuche, al menos más tolerante, y con un vivo interés por parte tanto de agentes del Estado como de personas activas en el mundo empresarial, académico o artístico en saber más sobre cómo veía un lonco, una machi o un comunero mapuche el mundo y su lugar en él. Ya en aquel entonces, especialistas de otras áreas buscaban ayudar con sus estudios a dirimir disputas legales o proponer políticas públicas para el "mundo mapuche". Menos ambicioso, más nerd y ciertamente sin ninguna intención polémica, me limité a perseguir los modestos objetivos que menciono en el capítulo introductorio del libro. Esta debía ser una obra de divulgación, que alcanzara, ojalá, a personas interesadas en aprender sobre el mapudungun, sobre otras lenguas y sobre lingüística comparada.
Para mi gran alegría, lectoras y lectores en Chile acogieron el libro con interés y generosidad. Puntualizo una vez más que no lo concebí ni lo escribí como material de enseñanza, sino como material complementario y de referencia. (Entre otras razones, a ambos lados de los Andes hay excelentes manuales de factura explícitamente didáctica, con ejercicios, diálogos, ilustraciones, graduación de contenidos, etc.). Sin embargo, por razones que incluso hoy no me quedan del todo claras, grupos de personas interesadas en adquirir cierta competencia lingüística o en mejorar su capacidad comunicativa en la lengua sí lo empleaban, según me dicen, como una suerte de manual. Aun cuando se tratase de una publicación que buscaba posicionarse en la equívoca periferia de la academia, acabó teniendo un destino variado, cubriendo casi todo el espectro entre lo estrictamente académico y la divulgación más sencilla, sin pasar por alto el ámbito didáctico. En resumen, una parte importante del reducido público objetivo y una parte al parecer nada desdeñable de otras personas consideraron el libro útil y relevante.
No creo necesario demostrar aquí que sigue siendo útil, pero ¿sigue siendo relevante, quince años después de su primera edición? Para responder esta pregunta, primero hay que preguntarse qué ha cambiado desde 2006, y cuánto. Por de pronto, yo he cambiado, como persona y como estudioso; sé más sobre la lengua mapuche y sobre tipología lingüística de lo que sabía cuando lo escribí, y complementaría o reformularía algunos pasajes del libro si se tratara esta de una segunda edición revisada, lo cual no es el caso. El mapudungun mismo y su contexto también han cambiado, pero no demasiado. A menos que se encuentren en su fase terminal, las lenguas no suelen cambiar de modo abrupto y requieren siglos o al menos varias décadas para introducir y establecer cambios estructurales importantes. No obstante, diversos estudios sobre la vitalidad etnolingüística del idioma muestran que para su sobrevivencia son tanto o más necesarias que antes la toma de conciencia, la instauración de una institucionalidad eficaz y la movilización de recursos por parte del Estado chileno y la sociedad civil. Sin lugar a dudas, el estudio de la lengua también muestra un cambio: colegas a ambos lados de los Andes y también en lejanas regiones del hemisferio norte, con frecuencia esperanzadoramente jóvenes, han aceptado el enorme desafío y se han dedicado a aprender y a enseñarnos más sobre el heterogéneo, rico y cambiante mundo mapuche, incluyendo la lengua ancestral en su situación actual. He dado cuenta de al menos algunos de estos avances recientes añadiendo unas pocas referencias bibliográficas en una nota en el capítulo I.
Lo de la toma de conciencia de la importancia de la lengua y la cultura de los pueblos originarios parece, en efecto, haber cambiado desde 2006.
"Diversos estudios sobre la vitalidad etnolingüística del idioma muestran que para su sobrevivencia son tanto o más necesarias que antes la toma de conciencia, la instauración de una institucionalidad eficaz y la movilización de recursos por parte del Estado chileno y la sociedad civil".