Restricción vehicular
Enfocarse sólo en los tacos de Puerto Montt sin atender la falta de transporte público puede derivar en una crisis de movilidad aún mayor. Lamentablemente, van 18 días sin un seremi de Transportes, figura que ya debería estar buscando fórmulas para aliviar el estrés vial.
Se necesitarán horas y horas de reflexión y análisis para comprender lo que está ocurriendo en el país una vez que una aparente "normalidad" se ha tomado las calles y entornos educativos y laborales. Uno de ellos, aparte de otros fenómenos tanto o más inquietantes -como la violencia escolar-, lo están palpando día tras día los peatones, automovilistas y usuarios del transporte público, quienes después de "disfrutar" de dos años de vías públicas espaciosas y con poco uso, producto de las restricciones a la movilidad, llevan ya poco menos de un mes sufriendo por una congestión vial impensada y la falta de transporte público para dirigirse a sus destinos.
Una de las ciudades que está pasando por esta verdadera crisis de movilidad es Puerto Montt, donde desde que regresaron las clases presenciales se producen insufribles embotellamientos, agudizados por obras públicas en plena ejecución, como las de Ejército, la costanera y las calles Copiapó y Antonio Varas. Este problema, que no fue previsto ni por la autoridad municipal ni por el gobierno anterior y el actual, tiene en evidente tensión a los puertomontinos, una tensión que seguramente irá en aumento en la medida que las horas de luz solar se vayan acortando y se intensifiquen los días de lluvia.
Para mitigar los tacos en las calles, el alcalde de la comuna está gestionando frente al Ministerio de Transportes la aplicación de una restricción vehicular, con la pretensión de disminuir la flota de automóviles particulares en las calles, forzando así a que la gente recurra al transporte público. Con todo lo bienintencionada que puede ser esta fórmula para aliviar el estrés vial, de poco servirá si la flota de microbuses en operación no retoma sus niveles prepandemia, pues tal como lo han advertido los dirigentes de la locomoción colectiva, las restricciones de la crisis sanitaria empujaron a muchos choferes a migrar hacia otras actividades.
La congestión no es el único problema vial en Puerto Montt. Aquella está indisolublemente unida a la falta de transporte público. Atacar la una sin atender simultáneamente la otra, no llevará más que a una agudización de la crisis de movilidad. Poco ayuda, además, que a 18 días de haber asumido el gobierno, aún no haya un seremi de Transportes.