Secciones

  • Portada
  • Actualidad
  • Opinión
  • Actualidad general
  • Deportes
  • Clasificados
  • Cartelera y Tv
  • Espectáculos

(viene de la página anterior)

E-mail Compartir

Para callís, la clave del nuevo texto constitucional está en el sistema político.

greso Plurinacional a Congreso de Diputados y Diputadas ya generó problemas con los pueblos originarios. Cada decisión genera heridos y cada herido se suma o se resta a la hora de aprobar paquetes.

-¿Hay algún área en la que se avance?

-Yo creo que la comisión de sistema político ha hecho una muy buena labor en lo que se llama el proceso de formación de la ley. Eso ha sido lejos lo más contundente, lo más robusto; pero eso no tiene marketing, porque no es algo muy atractivo, que es cómo nace, cómo se forma y como se hace una ley. Creo que eso está muy bien diseñado. El problema es que todavía no está claro quiénes son los actores de ese diseño, porque no obstante estar hecho todo el principio, falta saber si las facultades de iniciativa las va a tener el nuevo Senado o como se llame, la Cámara Regional o Congreso Regional, y también saber si el Presidente va a tener un primer ministro al lado o jefe de Gobierno. Faltan cosas todavía.

-Cosas que son vitales para el funcionamiento del gobierno…

-…que son el núcleo del sistema político, pero que ya esté descartado el triunvirato es una gran noticia. Ya sabemos que van a ser o dos o uno y yo prefiero que haya uno a que haya también un vicepresidente, porque la experiencia es muy mala en América Latina con los "vices".

-¿En el otro extremo estaría la comisión de Medio Ambiente?

-Esta comisión es la comisión con más… no sé como decirlo, fanáticos. Es donde están más concentrados los que piensan igual. Entonces, la brecha que tiene esa comisión con el pleno es gigante. Acá hubo un problema porque se juntaron todos los fanáticos en todas las comisiones y al final generaron una brecha muy grande con los plenos y lo que debió hacerse era haber sorteado los integrantes de las comisiones. Pero al final estamos pagando un costo de haber concentrado a los militantes de causas, que generaron una suerte de club hermético que no dialogó con el pleno y eso quedó demostrado con las votaciones en medio ambiente.

-¿Cómo evalúa la mesa dirigida por María Elisa Quinteros y Gaspar Domínguez?

-Creo que los primeros dos meses fueron un retroceso y que Domínguez es la persona de una u otra forma que está siendo la cara de la mesa hacia la opinión pública. Es el que ha hecho todo el trabajo comunicacional y eso quedó refrendado con la salida de Lorena Penjean (exdirectora de Comunicaciones). Nunca hubo un propósito profundo de difundir información en términos pedagógicos a la opinión pública y eso ha generado problemas de desinformación. Pero en la presidenta no veo una vocación de difusión urbi et orbi, para nada. Ella ha puesto a los movimientos sociales por sobre la opinión pública.

-¿Y en la gestión interna?

-La confirmación final de la mesa ayudó mucho a fortalecerla. De hecho, que se haya confirmado la mesa es un signo de que se reparó mucho lo que se hizo el primer mes, que pienso fue muy deficitario en términos del trabajo administrativo de la Convención. Es más, se sobredimensionaron algunos temas del cronograma que ahora se están viendo en la realidad y los ajustes que se hicieron en la realidad no calzaban.

-Entramos en una etapa en la que el tiempo que queda generará un gran presión que podría afectar el nivel del documento final. ¿Le preocupa?

-Evidentemente. Por lo menos el mundo que está como encima de la política, la academia, el mundo vinculado al poder y a la cosa pública, está más preocupado de salvar los muebles de la constituyente en cuando al sistema político y la forma del Estado, pero hay una serie de otros temas, sobre todo lo relacionado con el conocimiento con las formas de Estado, el medio ambiente, para qué te digo el sistema de justicia, para los cuales no se está teniendo tiempo para reflexionar sobre ellos. Por ejemplo, al tema de la homologación de los movimientos sociales y los partidos políticos claramente le falta una reflexión mucho más profunda. Yo entiendo el punto del mundo de los movimientos sociales que están siendo muy valorados por la crisis del sistema político, pero todo eso tiene que ver con la crisis de representación y me da la impresión de que si la comisión le da luz verde, los problemas que vamos a tener de gobernabilidad van a ser gigantescos. Pero mucho mayor que tener un sistema desprestigiado de partidos políticos.

-Se ha hablado de una tercera vía en el plebiscito. ¿Le parece factible?

-Eso no tiene ninguna posibilidad, porque cuando integras una tercera opción eso se transforma en una consulta y le quitas el 50% a la primera mayoría. Podrías tener un escenario de que aprobaras una Constitución con un tercio, un 34% y eso le quita cierta legitimidad a lo que salga. Siempre es bueno, y los referéndums son así, que sean dicotómicos, un blanco y negro, un sí o un no, apruebo o rechazo, sin terceras cosas. Por lo tanto, más allá de la Convención de Venecia y todo lo que hay, creo que el nerviosismo va a cundir dependiendo de lo que salga en sistema político y formas de Estado. O sea, ahí va a pesar la hemorragia de creatividad y creo que toda la creatividad va a irse en una línea de tratar de frenar el contenido del rechazo por otro contenido. Es la fórmula que yo veo.

-¿Aguantaría el país un rechazo?

-Yo no veo por ninguna parte que el escenario vuelva a la Constitución de Pinochet. O sea, no tengo la menor duda de que el Parlamento y el Presidente Boric reaccionarían, porque ya un 80% dijo que no quería volver a la Constitución de Pinochet. Por lo tanto, "lo más probable es que si se rechaza el proyecto se llame a una nueva asamblea constituyente" como ha ocurrido en otras partes. Esto no es dramático tampoco. Ha sucedido otras veces.

-No se acabaría el mundo.

-No tengo dudas de que habría una reacción del Congreso. No sé si se llamaría a elecciones nuevamente en tres meses, pero sí el próximo año y evidentemente que va a tener otra composición esa asamblea y se aprendería de la experiencia actual.

Los masajes del médico de Heinrich Himmler que salvaron cientos de miles de vidas

Libro revela que Felix Kersten pedía liberar combatientes y judíos a cambio de calmar los dolores del jefe de las SS.
E-mail Compartir

Heinrich Himmler, el sanguinario jefe de las SS, en una visita a Madrid.

El sanguinario Heinrich Himmler, el jefe de las SS, sufría terribles calambres de estómago y solo los masajes de su médico Felix Kersten le aliviaban, un terapeuta que logró en esas sesiones salvar la vida de decenas de miles de presos condenados a una muerte segura en los campos de concentración nazis.

En 350.000 personas cifra el historiador François Kersaudy las vidas salvadas por este médico de pasaporte finlandés, uno de los fisioterapeutas más prestigiosos de la época que recibió en 1939 la petición de atender a Himmler y, tras vencer sus dudas iniciales, se convirtió en su médico personal o en su "Buda mágico". como lo llamaban.

En lugar de recibir honorarios, pidió que lo remuneraran mediante la liberación de los judíos y combatientes. El Congreso Judío Mundial cifra en 60.000 judíos las vidas que no fueron exterminadas gracias a la mediación de Felix Kersten, pero Kersaudy sostiene que son muchas más en su libro "El médico de Himmler", publicado en español por Taurus.

Así, explicó esta semana el historiador a un grupo de periodistas, en febrero de 1945 los nazis decidieron que volarían los campos de concentración con todos sus prisioneros y guardas dentro conforme los aliados se acercaran a una distancia de 8 kilómetros, una información que llegó a oídos del Congreso Judío en Estocolmo, que pidió ayuda a Kersten para que intentara impedirlo a través de Himmler.

El médico tardó ocho días, pero logró convencer durante sus sesiones al jefe de las SS que desistiera de volar los campos en los que se hacinaban 350.000 personas, señala el autor, especialista en la Segunda Guerra Mundial.

Pero antes había salvado más vidas, entre 3.000 o 4.000, indica Kersaudy, que considera que su libro podría haberse titulado "Las listas de Kersten", ya que sus nóminas de personas a las que lierar de la muerte fueron más de cien y, a pesar de ello, este médico es prácticamente un desconocido frente a figuras como la de Oskar Schindler.

Inmensa influencia

El médico aprovechaba que Himmler se había hecho "dependiente" de él y de sus tratamientos, lo que explica "su inmensa influencia" sobre él líder nazi, "a veces más que Hitler", indica el historiador, que ha estudiado los diarios, notas y declaraciones de los principales protagonistas de la historia.

Así, Kersten explicaba en sus diarios: "Podía ayudar a las personas sobre todo cuando Himmler estaba muy enfermo. En estas circunstancias, se hallaba muy desvalido [...] y era muy influenciable. De ahí que cuando empezaba una crisis tenía que llegar con mis listas. En esos momentos, firmaba casi todo lo que se le ponía por delante. Pero una vez restablecido, era casi imposible hacerle firmar una liberación".

"Kersten conocía las debilidades de Himmler, un hombre que tenía un poder inmenso pero que al mismo tiempo era muy débil", indica el autor, que destaca el narcisismo del jerarca nazi y cómo la existencia del médico y su influencia en el jefe de las SS era desconocida para Hitler, pues en caso de saberlo lo habría eliminado.

La labor del terapeuta no fue reconocida hasta mucho después debido a que un conde sueco, que había participado en el rescate que Kersten organizó de 20.000 mujeres de campos de concentración, dijo que toda la operación había sido obra suya y lo amenazó con expulsarlo a Finlandia, ya bajo influencia soviética, si lo desmentía.

El Congreso Judío Mundial estableció en 1947 que había salvado en Alemania a 100.000 personas de diversas nacionalidades, incluidos 60.000 judíos, a riesgo de su propia vida.

Otros reconocimientos llegaron más tarde: desde Holanda en 1950 y desde Suecia en 1956. Y Charles de Gaulle le otorgó la legión de honor en 1960 por haber salvado a miles de franceses, pero durante el viaje a París para recibir la condecoración, Kersten sufrió un infarto y murió.

Su historia será recuperada en un documental para la televisión francesa, dice el escritor, que señala que, "lamentablemente", Vladimir Putin no tiene un médico como Kersten.

"Putin se volvió loco", considera este historiador, que destaca que el presidente ruso tiene en común con Hitler que carece de consejeros y su entorno le tiene miedo: "Hitler estaba aislado y Putin también".

El terapeuta tardó ocho días, pero logró convencer durante sus sesiones a Himmler que desistiera de volar los campos en los que se hacinaban 350.000 personas, señala el historiador François Kersaudy.