Chile sostenible
En una semana más asumirá un nuevo gobierno, el cual va a tener entre sus principales ejes crear consciencia sobre la importancia estratégica de ser un país más sostenible. La gran pregunta que nos debemos hacer entonces es por qué hoy la sostenibilidad es tan crítica para las instituciones, las empresas y la sociedad como un todo. La respuesta es que actualmente las organizaciones, tanto privadas como públicas, se enfrentan a presiones cada vez mayores para adoptar un nuevo modelo de liderazgo. Estas presiones son diversas y provienen de una variedad de sectores, los que incluyen a los empleados de las propias compañías, sus clientes, sus proveedores, más todas las partes directamente interesadas de la sociedad en general.
Hemos podido constatar cómo las presiones se están volviendo más complicadas en los últimos años, debido a que existen muchas empresas grandes que siguen creciendo, a menudo sin mirar a su alrededor, lo que significa que su huella en lo medioambiental, en el mercado del trabajo, en el mercado comercial y así sucesivamente, sigue aumentando. Indudablemente, con un gran poder viene aparejada una gran responsabilidad. Las partes directa o indirectamente involucradas van creando demandas y expectativas respecto de las entidades en crecimiento, las más grandes.
Así, la sostenibilidad está en boca de todos, pero si nos concentramos en definirla con precisión, se puede decir que se trata de gestionar el rendimiento económico de una empresa, institución, o incluso un estamento gubernamental, para obtener la mayor rentabilidad posible, pero al mismo tiempo gestionar sinérgicamente su impacto ambiental y social. En otras palabras, se trata de que las cuestiones ambientales y sociales sean centrales a lo que hace una organización de cualquier tipo; sean el eje de su gestión y de su estrategia.
En Chile, las empresas han respondido de diversas maneras para tratar de satisfacer estas demandas y expectativas. Hay muchas que ni siquiera cumplen con las leyes ambientales y las regulaciones, pero existen otras que son pioneras en sus respectivas industrias y en la economía en general. Medir la sostenibilidad es un desafío muy grande porque las materias subyacentes son complejas. A medida que el país se va interiorizando de los temas medioambientales, de las cuestiones sociales y de la gobernanza en estas materias, se va dando cuenta también de que los objetivos son móviles y cambiantes. Es decir, hay categorías de acciones económicas, comerciales y otras que continuamente evolucionan, a medida que las empresas y las instituciones tratan de responder a los diferentes tipos de presiones ejercidas por la sociedad en el amplio campo de lo sostenible.
En último término, se puede decir que la sostenibilidad es tanto un diferenciador estratégico como una mejor práctica común. En este sentido, ser sostenible obliga a mantenerse al día con las mejores prácticas emergentes de un sector en particular, sea éste económico, industrial, comercial, o incluso cultural. Pero al mismo tiempo, se debe estar atento a otras dimensiones que van surgiendo en el mundo de la gobernanza ambiental y social, donde las entidades pueden crear un valor único y diferenciador que les otorgue un prestigio y un rendimiento superior.