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ENTREVISTA. Claudio González, director del Centro de Estudios en Seguridad Ciudadana (CESC) de la Universidad de Chile:

"Ha aumentado la violencia más intensa, porque hay más acceso a armas de fuego"

El especialista aborda la discrepancia por las cifras y ahonda en la sofisticación de los delincuentes.
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Tasas de homicidios y secuestros tuvieron enfrentados toda la semana al Ministerio Público con el Gobierno, el orden y la seguridad pública fueron también ejes de la campaña a segunda vuelta del mandatario electo Gabriel Boric y esta semana el presidente Sebastián Piñera promulgó la nueva Ley de Armas. La delincuencia sigue siendo una de las principales preocupaciones de la ciudadanía y reducirla ha sido promesa de todos los gobiernos.

Claudio González es doctor en Derecho y Ciencias Sociales con mención en Derecho Penal y Política Criminal de la Universidad de Málaga y hoy dirige el Centro de Estudios en Seguridad Ciudadana del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile. Desde la academia analiza el aumento en el grado de violencia que se advierte en los últimos hechos delictuales y el aumento en los homicidios que viene evidenciando el país.

-¿Se aborda bien desde la política el tema de la seguridad pública?

-Primero, un tema de alfabetización que no se ha hecho en lo que se llama seguridad pública. En realidad estamos hablando de algo mucho más complejo que se llama política criminal, es decir, cómo el Estado a través de sus políticas públicas se hace cargo del problema del crimen y la criminalidad y la reacción del Estado ante ese fenómeno. Lo que entendemos por seguridad pública es como la punta del iceberg, la última parte de lo que observamos del crimen. Por eso es importante la política. Hoy la llamada seguridad pública se ha transformado en una herramienta de batalla en el tema de los procesos electorales y no sólo en Chile, pero especialmente en Latinoamérica.

Tenemos figuras como el populismo penal, que básicamente es la forma en que los políticos utilizan el problema de la seguridad para captar adherencia electoral. De este modo, terminan introduciendo un mundo de emociones de la opinión pública, de morbo por la criminalidad, en vez de hablar en términos racionales de políticas de Estado.

-Lo complejo es generar políticas públicas justo en temas de alta emocionalidad, donde prima el miedo, el temor, la angustia. ¿Cómo debe abordarse el tema?

-Si uno hace una especie de barrido por todas las políticas públicas, como salud, educación, infraestructura, economía, en todas evidentemente hay un campo de emociones, pero ninguna como el abordaje al tema de la criminalidad. Es un área que tiene esta mezcla entre la emoción y el mundo de lo técnico. Por eso, más que de índices de victimización se habla de percepción. Lo que ha dicho la academia o la literatura internacional de investigación sobre este tema es que, en el campo de la seguridad, los miedos sociales de otros ámbitos -por ejemplo, la falta de educación, el temor de jubilar con pensiones miserables-, se cristalizan en el campo de la criminalidad. Por eso es tan peligroso que se haga un uso político irracional del tema, porque estás jugando en el fondo con la subjetividad de las personas. Es importante colocar la pelota sobre el piso y decir "okey, tenemos este problema, pero enfrentémoslo primero con información científica empírica". Lo segundo es que las políticas públicas tengan esa evidencia científica. Cualquier atajo va a ser de corto plazo, sólo se va a hacer cargo de la contingencia y el problema de fondo va a persistir.

-¿Cuál es el problema de fondo?

-No hay que olvidar que sea cual sea el abordaje de la delincuencia, está relacionada con problemas de carácter estructural. Todas las sociedades tienen delitos, han existido desde el inicio de la humanidad y seguirán existiendo, pero tenemos además un problema añadido: nuestro imaginario está asociado a la delincuencia tradicional, que es la más cercana, la patrimonial, sexual, y que es una delincuencia violenta.

-Generalmente el mundo político responde con ofertas de aumento de penas, más cárceles, más policías.

-Ese discurso no le hace bien a la solución del problema, porque es inútil conceptualmente y científicamente es falso. Instrumentalmente es inútil. La evidencia comparada lo que indica y lo que uno observa es una moderación de las penas, no un aumento de estas, porque la solución va por un modelo integral y todo está muy integrado a lo que tú definas como modelo social. Es decir, un modelo como el nuestro, altamente competitivo, sin un Estado de bienestar relativamente desarrollado, efectivamente está produciendo un sistema de segregación brutal y les falta legitimidad a las instituciones. Eso también ayuda muchísimo al problema de la criminalidad.

-Esta semana hubo una polémica entre el ministerio del Interior y el Ministerio Público. Los primeros dicen que las cifras son bajas, los segundos, que aumentaron los homicidios. ¿Quién tiene razón?

-Nosotros teníamos hace unos años la segunda tasa más baja de homicidios de las Américas, Desde Canadá a Tierra del Fuego. Todavía estamos por ahí, pero lo que ha aumentado es el tipo de violencia más intensa, porque hay más acceso a armas de fuego, así como hay más de otros bienes, como vehículos, teléfonos. Tú no puedes esperar que globalices los bienes y no globalices otras cosas más negativas. Eso es evidente. Hoy enfrentamos delincuentes que tienen acceso a tecnología, a comunicación, incluso a estudios básicos: tienen capacidad de organización, de adaptación incluso más rápida que las instituciones que tenemos. Hay una delincuencia mucho más sofisticada que la que conocíamos, entonces necesitamos actualizar todas las instituciones del sistema penal.

-Usted ha sido crítico con la rigurosidad de los datos.

-Yo pongo el ejemplo de la inflación. ¿Qué pasa si cuatro instituciones dan una cifra distinta de inflación? Ojo que los indicadores oficiales, sean del área que sean, sirven para que los agentes públicos tomen decisiones. Ahí tenemos un primer gran problema, que no puedes elaborar políticas públicas si las instituciones más importantes del país, en el ámbito que sea, no están de acuerdo en los elementos estadísticos básicos. Y estamos hablando de cosas básicas, no de súper números. Estamos hablando del delito por antonomasia más fácil de perseguir estadísticamente. Si tú como sociedad no sabes cuántos homicidios tienes, cierra la puerta por fuera y que venga otra sociedad.

-¿Qué le dicen las cifras a usted?

-En Chile tenemos una paradoja político-criminal: históricamente hemos tenido cifras moderadas de delincuencia, pero un alto miedo al delito. ¿Es la sociedad chilena más temerosa que otras sociedades? Porque tenemos más temor que Colombia, por ejemplo, y otras sociedades latinoamericanas que sí son violentas. Pero las cifras lo que dicen actualmente, independiente del sesgo de las instituciones, es que sí pareciera haber una tendencia a más uso de armas de fuego, específicamente en el homicidio, que es el delito que estamos hablando mucho en el último tiempo. Nos faltan sí datos.