Los extensos parches de arbustos con flores amarillas son un paisaje frecuente en el verano de la Región de Los Lagos. En Puerto Montt, el úlex europeo, conocido popularmente como Chacay, ha colonizado sitios eriazos en zonas urbanas además de las laderas características de nuestra geografía.
Se trata de un invasor biológico originario del norte de España que arribó hace siglos y que incluso está incluido en el listado de las 100 especies invasoras más dañinas del mundo, que elabora la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
Cada verano se transforma en el principal combustible de los incendios de interfaz, aquellos que se ubican en las cercanías de áreas pobladas, y que junto con poner en riesgo estructuras por la acción del fuego, el humo emanado de los siniestros afecta la visibilidad en carreteras incrementando el riesgo de accidentes de tránsito y afecciones respiratorias.
La expansión del úlex europeo se ha facilitado luego que los grandes bosques de nuestra región desaparecieran de las zonas aledañas a las ciudades. El chacay necesita de la luz solar directa para su desarrollo y en suelos cubiertos por bosques no crece por la sombra existente. Esto también genera que las ramas bajas del arbusto, sombreadas por las superiores, mueran y se sequen. Las ramas secas permanecen bajo los matorrales, ardiendo con facilidad. A esto se suma una alta concentración de aceites volátiles, que se inflaman en la combustión, incrementando la intensidad del fuego.
Pero las llamas están lejos de terminar con el chacay. Su dominancia se mantiene en áreas de quema repetitiva, ya que la generación de brotes y establecimiento de nuevas plantas suele ser más prolífico después del fuego, factor que incluso acelera la germinación de sus semillas.
Estamos frente a un invasor casi indestructible y altamente inflamable que cada verano distrae un importante esfuerzo de recursos de Conaf, Bomberos y otros organismos, los que coordinados por Onemi responden a una serie de incendios que han puesto en riesgo zonas pobladas. Frente a este escenario, la prevención y reducción de riesgos debe ser adoptada por la sociedad en conjunto.
Además de la prohibición del uso del fuego en tareas agrícolas que se extiende hasta el 15 de marzo, debemos poner acento en extremar la precaución con cualquier elemento que pueda ocasionar una combustión como fósforos o cigarrillos. También debemos despejar de vegetación y desechos combustibles el entorno de nuestras viviendas. Es recomendable que los municipios desarrollen un plan de incendios forestales que incluya la construcción de cortafuegos en distintos puntos, pero especialmente en el entorno a la infraestructura crítica, como hospitales. El mundo privado no puede estar ajeno a esta labor preventiva, y para ello es indispensable la limpieza de extensos paños urbanos, varios de los cuales son propiedad de empresas inmobiliarias.