El punto de vista de los gobernados
Gabriel Boric triunfó rotundamente en la contienda electoral del domingo pasado. De hecho, rompió varios récords, porque a partir de marzo será el Presidente de Chile más joven en nuestra historia, como asimismo se ha convertido en el Presidente elegido con la mayor cantidad de votos. A partir de ahora, para mí y para todas las chilenas y chilenos, él es el Presidente Boric. Su oponente, José Antonio Kast, reconoció tempranamente su derrota y lo felicitó. El Presidente Piñera, que fue blanco principal de los ataques del triunfador, lo llamó por teléfono para felicitarlo y al día siguiente lo recibió en La Moneda, en donde junto con sus colaboradores conversaron y compartieron una comida. Ellos, por sus gestos, merecen igualmente mi respeto y el de todos.
Será por ello tal vez, por éstos símbolos y rituales de amistad cívica que se viven días de tranquilidad, de felicidad genuina y de alegría. Pero también de expectación.
En definitiva, se percibe mucho más esperanza que desazón.
Más tranquilidad que incertidumbre.
No es mi intención en esta columna explicar las razones del triunfo de quien será nuestro nuevo Presidente. Pasada una semana de la elección prácticamente ya todo ha sido dicho. Por mi parte sólo puedo agregar que, si él es el triunfador, lo es porque ese es el signo de los tiempos, unos tiempos que traen consigo formas e impulsos que en buena medida aún estamos por conocer.
Y de esos tiempos ya se sabe, que, agotado el impulso que le han proporcionado las inyecciones de bonos, subsidios y retiros previsionales, la economía sufrirá una inevitable contracción durante el próximo año. Y que ello ocurrirá con un gobierno al que los compromisos asumidos en la campaña impulsarán a una ampliación del gasto. Será un gran desafío para el Presidente Boric lograr el equilibrio justo y necesario entre las restricciones que le imponga la realidad y sus aspiraciones de cambio. De igual manera deberá desplegar toda la habilidad y sapiencia que haya podido reunir durante los últimos meses y años, para lidiar con un Congreso en cuyas dos cámaras su coalición estará en minoría y en la que se enfrentará a veintiún partidos que inevitablemente dificultarán no sólo la discusión sino también las decisiones. Finalmente debe ser consciente -como debemos serlo todos- que muy pronto la Convención habrá terminado de elaborar una nueva Constitución que previsiblemente cambiará las reglas del juego político democrático. Enfrentará pues, el presidente Boric, tiempos difíciles.
Porque ya sabemos por la historia, que al final del día, ganar elecciones no es tan difícil, gobernar es lo complejo.
Como chileno del sur, deseo que su gobierno supere todas esas dificultades, porque su éxito será el éxito de Chile, así como sus problemas lo serán también de todo nuestro país. No voy a confundir ese, mi deseo más íntimo, con la independencia de criterio que siempre he procurado mantener frente a ustedes.
El 30 de junio de 1971, los jueces de la Corte Suprema, en el caso New York Times vs. Estados Unidos, fallaron a favor del New York Times y el Washington Post, en su controversia con el gobierno de Richard Nixon, que intentaba impedir que ambos periódicos publicaran los llamados "papeles del Pentágono", que mostraban los aspectos más oscuros de la participación de su país en la guerra de Vietnam. En uno de los párrafos de ese fallo, la Corte señaló "...será obligación de la prensa estar siempre a favor de los gobernados, y no de los gobernantes". Quiero asumir frente a ustedes y ante un gobierno que se presenta ante nosotros como un signo de los tiempos, el compromiso que encierra esa frase: esperaré lo mejor de nuestro futuro gobierno y exhibiré y me congratularé, junto a mis compatriotas, por sus éxitos, y no abandonaré jamás mi condición de crítico porque esa es la obligación de quien ve la vida desde el punto de vista de los gobernados y no de los gobernantes.