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sin importarles las consecuencias que generan en el resto de los ciudadanos", describe.

Para Muñoz, si se considera un perfil de personalidad transgresora, como lo evidenciado a través de las investigaciones efectuadas utilizando el método MACI (instrumento de evaluación de la personalidad adolescente), se pueden encontrar acentuados niveles de egoísmo, confianza en sí mismo, arrogancia y rebeldía.

En su análisis, sostiene que "se trata de personas que realizan comportamientos hostiles, displicentes e ilegales, toda vez que responden a lo que consideran injusto con rudeza e insensibilidad y sienten placer realizando conductas que violan los derechos y sentimientos de los demás".

Inés Rose, directora de la carrera Psicología de la Universidad Santo Tomás de Puerto Montt, complementa lo expuesto por Muñoz respecto a que quienes gustan de realizar actividades arriesgadas presentan una condición biológica que tiene que ver con la búsqueda de sensaciones.

En su relato recuerda que el psicólogo Marvin Zuckerman (reconocido por sus investigaciones sobre la búsqueda de sensaciones), plantea que esta búsqueda de sensaciones es un rasgo de personalidad que se define como la necesidad de buscar y experimentar nuevas, variadas, complejas e intensas experiencias, así como el deseo de correr riesgos físicos y sociales sólo para disfrutar de tales experiencias.

En este sentido, Rose detalla que el nivel de activación cortical de estas personas es crónicamente inferior al de sujetos que no disfrutan experimentando riesgos.

Por lo tanto, afirma, "necesitan activarse externamente".

En la misma línea, Patricia Von Freeden, académica de la carrera de Psicología de la Universidad San Sebastián, sede de la Patagonia de Puerto Montt, identifica como partícipes de estas carreras a personas que -sin generalizar- tienen una alta propensión al riesgo, característica de un rasgo de personalidad que tiende a visualizar el peligro como algo que no les impactará ni a ellos ni al resto.

Von Freeden señala que lo anterior se mezcla con un mayor nivel de impulsividad que los lleva a actuar o a tomar determinaciones sin evaluar las consecuencias que pudiese tener, en este caso, una carrera clandestina.

Se trata, dice, de elementos importantes que pudiesen estar presentes frente a cualquier otra situación que se pudiera considerar un riesgo.

Y por lo mismo, describe, tienen una mayor probabilidad de sufrir un accidente.

"Hasta donde puedo llegar"

La académica de Psicología de la Universidad San Sebastián coloca el acento en que quienes forman parte de estos eventos persiguen probar cuáles son sus propios límites y los del entorno, respecto "hasta dónde puedo llegar...", demostrando ciertas destrezas o transitando al filo de lo que está permitido e incluso pasar lo autorizado.

No es partir y correr

Para participar de estas carreras se requiere de inversión. Ya que no es llegar y tomar un auto y comenzar a correr.

Ello, porque estos vehículos son objeto de modificaciones que no están permitidas en nuestro país y que realizarlas puede significar una fuerte inversión, la que pudiese superar el millón de pesos o llegar a los 3 millones de pesos.

Y es que sólo una butaca básica le puede costar a los interesados unos 400 mil pesos, mientras que modificar el motor puede implicar un costo de

" Se trata de personas que realizan comportamientos hostiles, displicentes e ilegales"

Alberto Muñoz, Académico de la carrera de Psicología de la Universidad Santo Tomás de Puerto Montt