Apología de lo antiguo
Los científicos ingenuamente piensan que conocen el origen del universo, pero se equivocan. Sólo están capacitados para ver los objetos físicos, y luego realizar complejos cálculos matemáticos a través de los cuales intentan adivinar el resto. La modernidad, más el arribo del hombre blanco al nuevo mundo, se encargaron de borrar casi todo rastro de la antigua sabiduría.
Son millones y millones de años los que se encuentran perdidos en un gran espacio multidimensional, el cual difícilmente podrá ser captado por una combinación de lentes, aunque sean inmensamente poderosos. Pero hay un velo del recuerdo que en algún momento fue descorrido acá en el sur, en las tierras postreras. Porque los que aquí habitaron supieron mejor que nadie del comienzo y al origen de todo. Sus mitos y leyendas encierran conocimientos que no fueron adquiridos a través de la experiencia cotidiana, sino entregados por espíritus superiores que están más allá de la lógica material que hoy nos controla, y domina.
Y ese entendimiento, esa concepción del universo, está íntimamente ligada a sus símbolos y su lenguaje. En el caso de los Selk'nam, muchos piensan que se han acabado, que ya no quedan descendientes de su estirpe. Puede que no estén físicamente entre nosotros, sin embargo, seguimos hablando de ellos y su espíritu permanece en el colectivo; nadie conoce su origen, pero de seguro están en los cerros y los bosques, en la tierra y las estrellas que un día los acompañaron.
Así también ocurre con los mapuches, que intentan mantener vivas sus tradiciones, su lengua y su fantástica cosmogonía, muy anterior a lo que nosotros podemos imaginar. En vez de apreciar esta riqueza invaluable, y los grandes misterios que ella encierra, hay quienes agravian su cultura, cuyo origen debe tener conexión con espíritus que nunca podremos ver, ni entender. ¡Cuán típico de la tacañería intelectual chilena!
Orgullosos deberíamos estar de poder cultivar un lenguaje que se encumbra más allá de un tiempo que ni siquiera somos capaces de suponer. ¿Qué ahora lo quieren usar en cónclaves considerados como "sacrosantos"? Bienvenido sea, sin temores ni odiosas comparaciones. Porque así como los mapuches viven en paz y armonía, insertos dentro de su mundo natural, hay unos pocos que utilizan la violencia y el temor; son ignorantes de su propia sabiduría ancestral, pues no captan que el alma siempre triunfa por sobre la agresión.
Los Selk'nam parecieran dormir, pero en el mundo de los recuerdos están más vivos que nunca. Somos afortunados de tenerlos a ellos, y mayor fortuna aún es tener la compañía y presencia de nuestros mapuches, que nos pueden enseñar valores traspasados desde las épocas más antiguas. Y también a cuidar y soñar, para que no se pierda el verdadero conocimiento.