Romper el silencio
Romper el silencio puede llevarnos a recuperar la esperanza, la espontaneidad, la creatividad.
Es necesario abrir el miedo que no se confiesa. Desenmascararlo. No es tarea fácil poder soltar lo que se carga o se ha llevado por largo tiempo.
Se requiere de valentía y tomar la decisión de buscar personas que parezcan las adecuadas para recibir ese testimonio. Puede ser un familiar directo, una vecina, un profesor, un terapeuta, una persona del área de salud, alguien que nos dé confianza.
Resguardar el miedo requiere de mucha energía, es llevar sobre las espaldas un recuerdo o un presente tormentoso.
Lo no dicho, puede ser a partir de un acontecimiento del que fuimos o somos testigos; del que fuimos protagonistas en el daño que infringimos o estamos infringiendo o bien por el daño que nos causaron o que nos siguen causando otros.
Derribar ese silencio significa respondernos a nosotros mismos en el intento de sanar la huella del dolor. Supone enfrentar los temores a perder la valía como también a una posible amenaza que pueda estar sujetando ese silencio. Implica abrir una compuerta que dará cauce a un caudal de vida, que sin lugar a dudas podrá traer complicaciones, como las inundaciones, pero se debe tener confianza, que tarde o temprano ese dique de silencio, de miedo, terminará destruyendo en enfermedad, en culpa o en complicidad. El ir abriendo también puede ser un proceso paulatino, con cautela, surcando siempre un nuevo trazado de esperanza.
Guardar algo que ya tenemos consciente supone mentir, omitir, o bien, ir rompiéndonos por dentro. Mantenernos atados al pasado, a la culpa o a la vulnerabilidad. Prisioneros de una experiencia de la cual no podemos salir para sanarnos. Lo no dicho, lo encubierto, atrapa. Se pierde libertad.
Por el contrario, romper el silencio puede llevarnos a recuperar la esperanza, la espontaneidad, la creatividad, y por sobre todo, recuperarse a sí mismo. Se abre la posibilidad de recorrer un nuevo camino hacia el encuentro con la propia vida. A ser dueños de nosotros mismos. A salvarnos y salvar a otros.
Que no sea el miedo el que nos gobierne, sino la libertad interior. La alegría de ser persona es una construcción en el día a día, en el coraje, en la voluntad y en la aceptación. Cenfa, siempre estará abierto para acompañarte.
Andrea Fogliatti Camus Consejera y coordinadora Centro Nacional de la Familia (Cenfa) Puerto Montt