Nuestro propio Far West
¿Le gustan las películas de cowboys? A mí sí. Como no recordar, por ejemplo, una viejita, de 1953, llamada: "Shane, el desconocido", con Alan Ladd y un Jack Palance que hacía de malo, malo. Años después, en 1985, Clint Eastwood produjo, dirigió y actuó en una especie de remake que se llamó "El jinete pálido". Muy buena también. En ambas la historia es la misma: en un lugar en el que vive gente honesta, de trabajo, un hombre poderoso intenta apoderarse de todo, desplazando a los legítimos habitantes. Para ello se vale de la ausencia de la ley y de un grupo de facinerosos violentos y abusadores. Está a punto de lograr su objetivo, pero hace su aparición un pistolero desconocido que, a pesar de haber decidido previamente dejar de lado la violencia, termina inmiscuyéndose en el problema e impone la justicia por su propia mano. Las dos películas están muy bien realizadas y resultan bastantes entretenidas.
La verdad es que el Far West puede llegar a ser bien divertido… siempre que se quede en las películas. Por el contrario, deja de ser entretenido y puede llegar a convertirse en una verdadera pesadilla cuando la violencia, el abuso y la ausencia de la ley invaden nuestra realidad cotidiana. Algo que experimentamos los vecinos de Pelluco, que desde hace ya mucho vivimos nuestro propio Far West, viendo nuestro balneario invadido por extraños que utilizan nuestras calles para realizar carreras hasta altas horas de la madrugada, manejando coches arreglados no sólo para correr más rápido sino también para hacer más ruido con sus ensordecedores equipos de sonido. El resultado, cada mañana, es el basural que dejan en nuestro borde costero, botellas de bebidas alcohólicas (muchas de vidrio y peligrosamente quebradas), cigarrillos, papelillos y bolsas que a simple vista dejan ver restos de droga, condones usados, ropa interior, excrementos y un largo y lamentable etc. que más vale no seguir describiendo. Lo que antes era no sólo un hermoso, sino también tranquilo rincón de nuestra ciudad se ha convertido en un pueblo sin ley, en el que tiende a imponerse el desorden, los conflictos, el micro tráfico de drogas y otros delitos perpetrados por estas bandas de abusadores que, como en el Far West, quieren despojarnos de nuestra tranquilidad y entorno sin que, hasta ahora, nada ni nadie parezca poder impedírselo.
La junta de vecinos de Pelluco ha venido trabajando desde hace mucho tiempo un proyecto de ecoturismo en nuestro sector, denominado "Patio Pelluco". Su propósito es no estacionar la oferta turística en nuestra ciudad, lo que se logró desde el verano de 2019, durante todo 2020 y a lo largo del presente año, adecuándose a los protocolos covid-19. Un espacio que fue creado para las familias que no siempre salen de la ciudad y que también han sido víctima de la invasión de los bandidos del Far West. De las instalaciones de "Patio Pelluco" ya han sido destruidos carros de comida, el punto limpio y basureros.
¿Y la ley? Desgraciadamente, como en el Far West, brilla por su ausencia. La Subcomisaría Reloncaví no cuenta con la dotación necesaria para enfrentar el problema y en esas circunstancias los vecinos tienen dificultades para individualizar a los violentos y vándalos, temerosos de las represalias. Si todo esto fuera una película del Oeste, podríamos esperar que apareciera un Alan Ladd o un Clint Eastwood que nos hiciera justicia, que impusiera la ley. Pero no es una película. Es nuestra vida real y en nuestra ciudad real. Una ciudad en la que esperamos que también la ley se haga realidad.
¿Leerá el delegado presidencial nuestro periódico local?
"La Subcomisaría Reloncaví no cuenta con la dotación necesaria para enfrentar el problema y en esas circunstancias los vecinos tienen dificultades para individualizar a los violentos y vándalos, temerosos de las represalias"