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Chile, no es algo que sus compatriotas quieran vivir de gusto.

"La gente busca la forma de entrar y si bien no estoy de acuerdo con ello, lo que persiguen es mejorar su calidad de vida", remarca.

"Me adapté rápido"

Gabriela Castro llegó sola en 2018. En Puerto Montt la recibieron familiares.

Hoy está casada y tiene una hija de un año. Previo a su arribo a Chile estuvo en Colombia, siempre buscando un futuro mejor.

Luego pasó por Ecuador y Perú. Pero fue Chile, "quien me abrió sus puertas. Me dio la bienvenida. Aunque el clima es crítico para todos. Más aún que vengo de una zona muy cálida". "Pero me adapté rápido. Me gusta su cultura y su gastronomía, me encanta el terremoto", confiesa.

En Puerto Montt, se desempeña como asistente administrativo en una empresa de aseo industrial.

Además, coloca el acento en que vinieron a Chile para aportar y no para quitarle nada a nadie, como algunas veces ha escuchado.

A Castro le parece que lo que se vive en el norte es algo "terrible. Sólo quienes atraviesan por esta situación conocen muy bien las razones por las cuales salieron y todo el sacrificio realizado para llegar a donde se encuentran hoy".

"Para nadie es fácil salir. Vender tus cosas para comprar el pasaje, sabiendo que no te alcanzará hasta dónde quieres llegar. Es terrible ver a los niños pasando frío y que reciban toda esa maldad. No estoy de acuerdo", lamenta.

"Los más cálidos"

La doctora Blanca Figueroa destaca la unión que tiene la comunidad venezolana en Puerto Montt, a cuyos habitantes describe como los chilenos más cálidos.

"Yo tenía una organización de médicos en Venezuela y me vine por razones políticas y acá formamos la misma entidad, pero con sentido distinto, ya que en Venezuela tenía por objeto denunciar las condiciones de salud o solicitar sueldos justos; pero acá el objetivo es construir redes para ayudar", comenta.

A la zona llegó en agosto de 2017. "Cuando uno conoce y hace de amigos chilenos, se da cuenta de que la burocracia es terrorífica y la certificación de cualquier trabajo o especialidad también lo es".

Figueroa trabaja en el Hospital de Puerto Montt, aunque comenzó en la Carretera Austral, como médico rural, lo que constituye una de las "experiencias más maravillosas de mi vida". "No me pueden decir mentiras... Conozco al chileno más pobre y más recóndito del sur de Chile y lo admiro".

Sobre la crisis en Iquique expone que es algo que le hace mucho ruido a los más de 200 médicos que trabajan en Chile porque en líneas generales, de todos los países de sudamérica, el que no es xenófobo es Chile. "Nunca hemos tenido un mal trato, por lo que la quema de utensilios nos pareció extraña y que no corresponde al chileno común y corriente. Sabemos que no puede ser que estén 50, 500 ó mil personas en una plaza durante un año. Es un problema complejo y la principal causa es el gobierno de Nicolás Maduro, ya que por ello hemos salido casi 6 millones de venezolanos de todas las edades y profesiones buscando un futuro".

Figueroa identifica otro factor para explicar este conflicto, el "retraso inexcusable de los trámites migratorios que impide la reunificación familiar".

Si bien ella está con su esposo describe a la comunidad venezolana como solidaria y que, junto a los amigos chilenos, constituyen la familia que no tienen.

Migrar no era opción

María Angélica Alfonso confiesa que, al igual que mucha gente, tenía la esperanza de que las cosas podían cambiar, por lo que migrar no era algo que hubiese pensado. No estaba en su plan de vida venderlo todo para partir a otro país.

A pesar de toda la incertidumbre que existe al tomar la decisión de partir, apunta que no todos corren la misma suerte, por lo que esta situación constituye uno de los principales puntos que se tienen que abordar, puesto que una cosa es la migración y otra el buscar refugio, ya sea por razones políticas o humanitarias. "Son situaciones diferentes y así deben ser tratados".

En su relato señala que para las personas que están entrando a Chile actualmente en la actualidad a Chile debe existir una migración organizada. "Se tiene que conocer quiénes son, ya que pudieran tener antecedentes penales; pero para ello debe existir una organización de extranjería, de manera de agilizar los procesos que les permitirían dar respuesta a los migrantes que están entrando y si saber si vienen o no a aportar. "No venimos para transformarnos en un gasto mayor que el que Chile tiene. Entonces, considero que es importante organizar procesos y no criminalizar la migración. No es un hecho delictivo emigrar, pero sí lo es pasar por un paso no habilitado. Ahora hay que entender las razones que llevaron a que esto sucediera y de ahí empezar a analizar caso a caso, lo que no es una tarea fácil, ni es responsabilidad de Chile asumirlo, ya que también un tema de política internacional porque estas personas pasaron por Colombia y otros puntos de la región sabiendo que el destino final era Chile y no hubo una intervención de los consulados para que este proceso fuese un poco más organizado.

En Venezuela trabajó en la salud, en el área de la psicología y acá trabaja como monitora de un proyecto social atendiendo a personas en situación de calle con el Arzobispado de Puerto Montt. "Soy testigo de las carencias que existen.

"Nunca desprecio"

"Mi experiencia en Chile ha sido bastante buena. Llegué hace 5 años y el recibimiento acá en Puerto Montt ha sido bastante agradable", expresa el periodista Jean Talamo, quien se desempeña en la Seremi del Trabajo, como encargado de comunicaciones.

En su relato, cuenta que muy pocas veces, de hecho puntualmente "en dos ocasiones he sentido ataques por mi acento. Una vez cuando trabajaba en un café y el cliente se negó a que lo atendiera por ser venezolano y otra, en el contexto del Estallido Social, me atacaron por traicionar a mi patria y venirme a Chile".

Sin embargo, cuenta que ha conocido a muy buenas personas acá, las "que se han convertido en mis amigos, en especial en el mundo de la prensa de la capital regional. No he sentido nunca desprecio de parte de ninguno de mis colegas, más bien me han abierto las puertas y me han recibido con mucho cariño".

Respecto a la contingencia en materia de migración, se declaró a favor de que la migración debe ser planificada y responsable. "Sin embargo encuentro demasiado mal el ataque a mis compatriotas producto de la crisis migratoria en especial en el norte de Chile. Hay formas de hacer valer tus derechos pero quemando las pocas pertenencias de otros, no es una de ellas. Es lamentable y me entristece mucho esa situación vivida por ellos acá".

"Bendecida"

Lauris López se siente "bendecida" en Puerto Montt, donde arribó hace ya 4 años. "Llegué con una maleta llena de incógnitas y de miedo. Yo me vine con mis dos hijos, ya que mi esposo ya estaba. Comenzar desde cero es bastante difícil".

A su llegada pasó frío y se tuvo que adaptar a esta cultura. Según cuenta, le sorprendió que los chilenos fuesen muy cerrados, en cuanto a afecto y amistad. "No se conocen con el vecino, lo que fue fuerte porque nosotros somos muy alegres, de tacto y de saludar con abrazo y beso".

En su trabajo se sintió "muy apoyada, pero hay personas que no te aceptan como eres". Sin embargo, poco a poco ello cambió y reconocieron que "vinimos a aportar. A sumar y no a restar".

También ha sentido el respaldo en la comunidad educativa, ya que en los colegios les regalaron uniformes y los apoyaron bastante. "Hay mucho cariño", lo que ha facilitado la adaptación de su familia. "Por ello estamos pensando en quedarnos y construir un futuro acá porque mis dos niños se han sentido muy bien".

Quien en Venezuela se desempeñaba como farmacéutica y que en Puerto Montt trabaja como reponedora nocturna en el supermercado Lider de Cardonal, expone, respecto a la crisis que se vive en el norte, que estas personas, al igual que ella salieron de su país, rumbo a Chile, en busca de un futuro mejor.

"No estoy de acuerdo con la violencia. Ellos vienen arrastrando un trauma, porque en Venezuela la calidad de vida no es la misma. Tenemos que ponernos en el lugar de estas personas", remarca.