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ENTREVISTA. Gabriel boric, precandidato presidencial de Convergencia Social y búsqueda nacional de militantes para llegar a las primarias:

"Los principios valen más que la popularidad. Eso hace sólidas las alternativas políticas a largo plazo"

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Carlos J. Véjar

Una carrera contra el tiempo está corriendo el precandidato presidencial de Convergencia Social (CS), Gabriel Boric, quien necesita conseguir 25 mil nuevos militantes para que el Servicio Electoral reconozca su partido y le dé luz verde para llegar a las primarias de la oposición. El plazo vence el 19 de mayo.

Al teléfono desde Santiago, mientras espera ser sometido al PCR en el Hospital JJ. Aguirre para viajar a Magallanes, cuenta que en la Región de Los Lagos consiguieron las firmas mínimas para legalizar el partido y que el balance a nivel nacional da cuenta que aún le faltan 10 mil firmas.

¿Y qué le parece el requisito? "Es lo que nos exige la ley. CS debe tener 34 mil afiliados para poder presentar una candidatura presidencial. Es bien absurdo, porque incluso candidaturas independientes, como la de (Sebastián) Sichel no le exigen firmas porque lo lleva la UDI", sostiene.

-En la web donde llaman a militar por CS (boricpresidente.cl) explicitan que una vez aceptada su candidatura, quienes lo deseen pueden renunciar de inmediato al partido "de forma muy sencilla". ¿No le parece poco serio el mecanismo?

-Es lo que nos exige la ley. Nosotros invitamos a todos quienes ser parte del proyecto de Convergencia Social a quedarse en el partido y construir junto a nosotros. Y quienes quieran apoyar la candidatura y permitir que estemos en las primarias también es legítimo. Por eso es importante que sepan que una vez inscrita la candidatura pueden desafiliarse. Si quieren participar, mejor.

-En Los Lagos el Partido Humanista también está en el proceso de recolección de firmas, ante la opción de llevar como candidata presidencial a la diputada Pamela Jiles. ¿Qué le parece?

-No tengo idea cuál es la estrategia de ellos. Lo que me interesa es que las candidaturas se basen en ideas y propuestas. Nosotros hemos planteado varias durante el último mes: participación de trabajadores en los directorios de las empresas, refundación de la policía, acceso a salud mental, nuevo trato con los pueblos originarios y nuevo modelo de desarrollo. La gente tiene que evaluar las propuestas de cada uno antes de adherir a una candidatura o partido. Esa es una diferencia grande que tenemos con la diputada Jiles, que hasta el momento, más allá de insultar a quienes piensan distinto y de los retiros (del 10% de las AFP), no se conoce mayormente.

Factor jiles - jc

-Cómo ve los resultados de la última encuesta Criteria, en la que salen liderando como presidenciables Jiles (19%) y el periodista Julio César Rodríguez (17%), pese a que este último no se ha pronunciado sobre una candidatura.

-Representa el malestar hacia la política actual que tenemos que saber leer y no ningunear. Hoy las instituciones chilenas están en crisis: la justicia, el Ejecutivo, el Congreso y los partidos tienen que saber renovarse o morir. Nosotros no estamos para defender las viejas instituciones sino que para cambiarlas. He ahí el Frente Amplio (FA) tiene una autocrítica que hacer y buscar cómo volver a coincidir con la ciudadanía, que fue lo que conseguimos en 2017.

Sobre Julio César, él nunca ha dicho que quiere ser candidato a algo. Los proyectos que logran sostenerse en el tiempo son los que, más allá de popularidades temporales, logran generar propuestas y cambios. Aspiro con esta candidatura presidencial contribuir al debate de ideas de fondo y no a popularidad sin argumentos.

-Qué autocrítica hacen desde el FA respecto al apoyo que dieron en su momento a figuras como Pamela Jiles, que hoy decanta en un personaje con rasgos populistas.

-Yo siempre tuve distancia con ella, esa fue una decisión del Partido Humanista, que hace tiempo dejó de ser parte del FA. Ahí hay un aprendizaje que hacer, que la coherencia y compromiso con el proyecto colectivo tiene que estar más claro antes de levantar candidaturas para lograr votos. Los principios valen más que la popularidad. Eso hace sólidas las alternativas políticas a largo plazo

FIN DE SEMANA

-¿Qué proyección tiene de las cuatro elecciones del fin de semana y cómo se plasmará ahora el 80% - 20% del plebiscito?

-Por primera vez en nuestra historia vamos a poder escribir una Constitución democrática. Por primera vez en el mundo será paritaria y con participación de los pueblos originarios, mediante los escaños reservados. Creo que Chile da un paso adelante en la democracia, que será bien visto en el mundo. Espero que nos vaya bien como lista (Apruebo Dignidad) y un buen resultado, que el 80% del apruebo se manifieste y que la gente que votó para cambiar la Constitución y el status quo vote por las fuerzas de cambio. Nosotros somos una alternativa y buscamos el apoyo de la ciudadanía para terminar con la pesada herencia de la dictadura, construir un estado de derecho sociales, recuperar recursos naturales, un nuevo trato a los pueblos originarios, terminar con las AFP y descentralizar el país.

-¿Qué lectura hace de la elección de gobernadores?

-El primer paso fue la elección de los consejeros regionales hace unos años. Ahora elegiremos al gobernador regional y todavía falta. Tendremos que traspasarle más competencia y avanzar a una ley de rentas regionales para poder generar mayor control sobre el presupuesto regional, en particular lo sectorial.

Problemas locales

-En su condición de magallánico, ¿qué imagen tiene de la industria salmonera que, por un lado, genera recursos y empleo, pero tiene una mala imagen respecto al efecto nocivo de la actividad en el medio ambiente?

-Esa industria ha ido en aumento. Afortunadamente en Magallanes logramos ordenar las concesiones para que no suceda lo que pasó en Los Lagos, donde había una sobrepoblación de concesiones, una al lado de la otra, lo que provocó que durante la crisis del virus ISA la enfermedad se propagara rápidamente.

Creo que la industria de la salmonicultura es tremendamente irreflexiva, comete una y otra vez los mismos errores, los niega y son complicados de fiscalizar. El Estado ha fallado también en la entrega de mayores atribuciones a Subpesca, Sernapesca y los medios para que lo hagan. Me parece que se ha convertido en una industria extractiva que, más allá del empleo, no deja lo suficiente en la región, ya que mayor parte sale de la zona.

"Creo que la industria de la salmonicultura es tremendamente irreflexiva, comete una y otra vez los mismos errores, los niega y son complicados de fiscalizar"

Apoyo del gobierno

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-El ministro vocero Jaime Bellolio dijo que usted es un "aporte desde la izquierda" y se mostró esperanzado en que consiga las firmas pendientes. ¿Qué le genera ese respaldo desde el gobierno?

-Las definiciones desde el gobierno entre izquierda democrática e izquierda no democrática son ficticias. Nosotros somos parte de una alianza que es Apruebo Dignidad, que busca profundizar y mejorar la democracia en Chile, la que no se reduce a elecciones cada cuatro años, sino que, por ejemplo, no hay que tener miedo al protagonismo popular expresado en las calles desde octubre (2019) en adelante, en los cabildos y discusiones de los movimientos sociales y socioambientales. Más allá de lo que diga el ministro, hoy somos adversarios de ese gobierno y queremos ofrecer una alternativa a su continuidad.

La corrupción está aquí

Instituto de Gestión e Industria. Universidad Austral de Chile
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La opacidad es el lugar donde germina fértilmente la corrupción. En esos laberintos oscuros se tejen las redes de una pandemia que deteriora las instituciones y pone en jaque el desarrollo de los países.

La corrupción es un eje central de preocupación de los organismos internacionales, especialmente para la OCDE (organización a la cual pertenecemos). Sin embargo, esta tarea no es fácil porque hay que vencer muchos enemigos, entre ellos, el silencio cómplice de muchos actores políticos y sociales, las presiones y amenazas que se ciernen sobre aquellos funcionarios públicos que observan cómo sus organizaciones han sido coaptadas por personajes inescrupulosos que buscan el enriquecimiento rápido con cargo al erario público. Si bien Chile sigue manteniendo posiciones importantes en el índice de trasparencia y de gobernanza mundial, en las últimas mediciones, presenta un inquietante estancamiento en las puntuaciones de años recientes.

En un estudio de la Contraloría General de la República, denominado "Radiografía de la corrupción en Chile" (2020), se expone en forma nítida la discusión en torno a la corrupción y cómo esta socava los cimientos de la democracia. Es interesante destacar algunos hallazgos en base a una encuesta bastante amplia y diversificada. Por ejemplo, los ciudadanos creen en un 92 % que es altamente grave que un funcionario reciba dinero para acelerar un trámite, un 94,1 % cree que es muy grave que un funcionario público favorezca a un familiar o a un amigo. Asimismo, un 96,9% cree que es un acto bastante corrupto que se otorgue un beneficio a alguien por ser familiar de una autoridad. En ese cúmulo de datos significativos hay uno que me parece altamente relevante y es lo que concierne a la denuncia de la corrupción. La complicidad de la corrupción tiene fuertes razones. Así, por ejemplo, el 35,1% de los ciudadanos entrevistados manifestaron que no hicieron la denuncia por haber recibido amenazas o represalias y un 47,4% por desconfianza en las instituciones que verán su denuncia. Esta misma pregunta, ahora respondida por los funcionarios públicos, nos entrega datos aún más alarmantes respecto de por qué no se realizó una denuncia frente a hechos de corrupción. Un 47,8 % temía haber recibido amenazas o represalias y un 43,1% desconfió de las instituciones que verían su denuncia.

Ciertamente estos datos no pueden seguir siendo obviados por el conjunto de la sociedad, pues estamos en un punto de no retorno si los ciudadanos seguimos tolerando que la denuncia esté amparada por un velo de impunidad que se persigue en la población. Muchos dirán -para alivianar el tema- que las denuncias son menores a la percepción, lo cual estadísticamente puede ser real, pero todos sabemos que la concentración de la toma de decisiones, la falta de rendición de cuentas, los altos niveles de discrecionalidad y aligerar deliberadamente los sistemas de control de la gestión, son condiciones propicias para gatillar la corrupción.

La lucha contra la corrupción es una lucha a favor de la libertad, en tiempos que nuestra libertad es amenazada desde diversos discursos totalizantes e intolerantes. La sociedad civil debe ser implacable con aquellos que, aprovechándose de su situación de privilegio en la función pública, debilitan nuestra convivencia social y democrática mediante sus sostenidos actos de impudicia.

Dr. Carlos Haefner