Correo
Libertad de enseñanza
Este año comienza a trabajar la Convención Constituyente que redactará una nueva Constitución. Uno de sus temas claves será establecer los principios fundamentales que regirán la educación en Chile. La educación tiene como objetivo formar jóvenes aptos para la vida en sociedad, otorgándoles instrumentos sociales, espirituales y científicos que les permitan desarrollarse libremente en la comunidad.
Hay distintas sociedades que participan en este proceso. La familia es la primera institución que educa, realizando un rol fundamental e irremplazable para la comunidad. El principio de libertad de enseñanza garantiza el rol protagónico de la familia y su debida independencia. Asegura el derecho preferente de los padres para elegir la educación de sus hijos y el derecho de las familias a crear instituciones educativas de cualquier tipo, permitiendo la diversidad en la oferta educativa que hace efectiva la libertad de elección.
Al mismo tiempo, el Estado debe promover la creación de iniciativas educativas particulares y ofrecer proyectos educativos en los lugares donde estas no lleguen.
Chile necesita una Constitución que garantice la libertad de enseñanza, el principio de subsidiariedad del Estado y el rol fundamental y protagónico de las familias respecto de la educación de sus hijos.
Este es el único camino para lograr una educación más justa, libre y de calidad.
Katerine Montealegre, Cecilia Ubilla y Vicente Martínez
Conteo de votos
Recordatorio: No importa cómo votes, lo que importa es quién cuenta los votos.
Lionel Álvarez Westermayer
Quórum de dos tercios
El próximo fin de semana viviremos una verdadera fiesta de la democracia, pues se nos hará entrega de cuatro papeletas (sí, cuatro) para votar por alcaldes, concejales, gobernadores regionales y convencionales constituyentes, en la que será a mi parecer, la elección más importante desde el retorno a la democracia. Nos jugamos nuestro futuro como país, ya que como mencioné, tendremos que elegir, entre otros cargos, a las 155 personas que redactarán nuestra nueva Constitución, algo de suma importancia al considerar que este texto es el de mayor jerarquía en todo nuestro ordenamiento jurídico.
Es pertinente recordar a los lectores que todas las decisiones que se adopten dentro de la convención deberán ser aprobadas con un quórum de dos tercios, considerando, por supuesto, las disposiciones que se incluirán en nuestra próxima carta fundamental. Respecto de este último punto, tenemos que ser realistas y comprender que ningún sector político tradicional (derecha, izquierda o centro) logrará quedarse con el 66% de los escaños para realizar una Constitución totalmente afín a sus intereses, por lo que se deberá entrar a jugar con los acuerdos y con las voluntades políticas prácticamente en todas las jornadas que no sean de debate, es decir, en las votaciones.
Mario Herrera, académico de la Universidad de Talca, menciona que tener altos quórums en procesos políticos importantes evita la "tiranía de las mayorías" y francamente no podría adherir más a este planteamiento, pues el sistema de los dos tercios obliga a los constituyentes a alcanzar acuerdos que representen de mejor forma a la ciudadanía.
Todas las cartas ya están sobre la mesa.
Sebastián Alvarado Montes
Participación electoral
A pocos días de las elecciones, lo que más se percibe en el ambiente político y ciudadano es temor. Temor a una baja participación, temor a que la balanza del poder se incline para uno u otro extremo y temor a los personajes que llegarán a la Convención Constituyente.
En este escenario viviremos, probablemente, una de las elecciones más importantes desde el retorno a la democracia. En un clima electoral polarizado, además de sanitariamente pandémico, y con una desconexión profunda entre la ciudadanía y la clase política.
Aunque lo anterior bien pudiera ser altamente pesimista, también pudiera ocurrir, al menos en términos de participación, que sea este mismo escenario latente el cual impulse a las personas, especialmente al mundo independiente, a las urnas. Porque el miedo y las incertezas sólo se combaten con participación y ejerciendo un derecho adquirido como baluarte de democracias saludables: el voto.
Si los independientes se movilizan, si la ciudadanía es responsable y consecuente, bien podríamos estar ante un nuevo mapa político que haga reaccionar al establishment para que, de una buena vez, se conecten y reencuentren con quienes depositan su confianza en ellos, volviendo a poner a las personas en el centro de las urgencias y del quehacer público - político.
Rodrigo Durán Guzmán