Esta semana celebramos el Día de la Tierra y la honramos promoviendo la acción climática en defensa de la biodiversidad. Los fiordos de la Patagonia impactados por la mortalidad de toneladas de salmones, las aguas y las costas llenas de plásticos, los incendios forestales, la megasequía: son parte de la crisis ambiental y consecuencia de acciones humanas, por lo tanto, evitables si avanzamos en el desarrollo de políticas públicas que establezcan las herramientas y el marco regulatorio adecuado para la protección de los ecosistemas.
De cara al proceso constituyente, tenemos hoy la oportunidad de reconocer que ninguna actividad humana florece sin una naturaleza sana. Un camino posible es el de la Convención Ciudadana por el Clima en Francia (2021), que definió la preservación como principio constitucional señalando que "la reconciliación de derechos, libertades y principios resultantes no puede comprometer la preservación del medio ambiente, patrimonio común de la humanidad," y consigna una garantía fundamental al declarar que "la República garantiza la preservación de la biodiversidad y el medio ambiente y la lucha contra el cambio climático." Además, crea un órgano de control autónomo, el Defensor del Medio Ambiente, que vela por la protección y restauración del patrimonio natural.
Aumentar la superficie y fortalecer con presupuesto y capacidades las áreas de conservación terrestre y marinas es otra clave en el resguardo y la restauración ecológica. Los parques nacionales y parques marinos son garantía de vida. Pero la conservación es también un proceso social y cultural. Su éxito depende de comunidades que los quieran y cuiden. Así, una propuesta educativa, que impulse el desarrollo de una cultura de naturaleza, donde las personas vuelvan a conectar con su lado salvaje, es un trabajo de largo plazo y parte de la misión de organizaciones ambientales como Amigos de los Parques.
En palabras de la escritora Terry Tempest Williams: "En todo el mundo se está perdiendo lo salvaje. Y si lo perdemos, entonces seremos menos humanos, porque cuando estamos en la naturaleza somos capaces de tocar nuestra humanidad y sentirnos humildes ante su magnificencia. Recordamos que formamos parte de algo más grande que nosotros mismos. Nuestra comunidad es al mismo tiempo humana y salvaje".
Eugenio Rengifo, director
ejecutivo de Amigos de los Parques