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embargo, las comenzó a inicios del mes siguiente. "Estábamos todos contentos" de comenzar a trabajar en el local", recuerda.

Pero la alegría duro "poquito", ya que el 19 de ese mes, un día después que en Santiago, comenzó el estallido social en la capital regional, por lo que debió hacer frente a un escenario que nunca imaginó al empezar con su negocio.

"Las batallas campales eran afuera de la cafetería y entre las 17 y 18 horas comenzaba el movimiento, por lo que teníamos que cerrar. Muchas veces ingresaron y nos amenazaron que si no les entregábamos el alcohol, nos saqueaban", rememora.

Tras un complejo fin de año 2019, Binder pudo, en enero de 2020, lograr regularizar un poco sus servicios, porque disminuyeron las manifestaciones. Estas, sin embargo, retornaron al mes siguiente para en marzo "encontrarnos con la pandemia, por lo que tuvimos que volver a cerrar".

"No pudimos trabajar. Nadie se hizo presente. De hecho, nuestras autoridades locales se cuadraron con las manifestaciones, pero no con las consecuencias que podría traerle al sector gastronómico, comercio y a los emprendedores del centro estas acciones", reclama.

Binder alega que después del estallido llegó el coronavirus, el que, "como dejó de ser político, se acordaron de todos los comerciantes y pidieron que se levantaran las cuarentenas que no funcionan. Pero yo creo que el gran problema del comercio en el centro comenzó con el estallido social. Hoy nadie lo menciona, porque lamentablemente tiene un fin político; pero siendo súper práctico, el estallido social, en el centro, generó un tremendo daño económico para el comercio local".

En su reflexión, Binder sostiene que "uno puede estar de acuerdo con el fondo de las manifestaciones y yo creo que tuvieron un sentido, ya que se marcó un antes y un después con el tema político; pero se transformó en un estallido delictual que nadie pudo controlar después. Veía a toda la gente que llegaba en las tardes y organizaba los grupos, nosotros fuimos víctimas de amenazas de saqueo si es que no les entregábamos alimentos o alcohol"

Además, apunta a que el daño generado durante estos meses y la pandemia fue muy similar; "pero las autoridades no lo abordaron de la misma forma. En el estallido no se metieron, pero cuando esto generó un doble daño económico producto del covid-19, aparecieron todos a favor del comercio, pero ya veníamos mal. Trabajé con siete personas, pero no aguantamos más y tuvimos que bajar la cortina y ellos quedaron sin su fuente laboral", cuenta.

"Ninguna fase"

Una situación similar a la de Fernando Binder vivió Claudio Cárdenas, del restaurante Oxalis Cocina, de Puerto Varas, quien cuenta que "tomé la decisión de cerrar de modo preventivo para cuidar la salud de mis empleados y de sus familias".

Además, dice que debido a las decisiones sanitarias, "ninguna fase me ha permitido abrir, ya que no cuento con terraza para habilitar, así que, de momento, el restaurante Oxalis Cocina sigue cerrado para atención a público y sólo sobreviviendo por medio de ofertas takeout y recientemente con delivery".

Los platos, detalla, son "entera producción mía y entregados sólo por mí. Y la información se puede encontrar en el