Desde hace algunos años la zona sur ha recibido nuevos habitantes motivados por el sueño de mejorar su calidad de vida y, como dicen los urbanistas, vivir más a "escala humana". Empujado por el galopante aumento del teletrabajo durante 2020 y lo que va de 2021, esa ola ha crecido aún más. Es un fenómeno que nos hace evidentes algunos desafíos de buena convivencia. Por un lado, afuerinos que llegamos a la velocidad de autopistas urbanas y con contaminación acústica, y que nos vemos enfrentados a todo lo contrario. Por el otro, lugareños, originarios desde el inicio de la humanidad, de la inmigración alemana hace más de un siglo y desde hace unos 40 años con el auge de la industria del salmón, que dan cuenta de una historia de convivencia y desarrollo conjunto no exenta de desafíos.
Como ha ocurrido históricamente en todo el mundo, la llegada de inmigrantes ofrece oportunidades de romper paradigmas y conocer nuevas formas de hacer las cosas. Llega talento y experiencia nueva para complementar el conocimiento local con el de otras industrias y geografías, y el resultado ha demostrado ser muy fructífero en muchas partes del mundo.
He vivido ambas caras de la moneda. Es en este "encuentro" donde se presenta la oportunidad de potenciar el ecosistema local mediante la colaboración y el trabajo entre "locales" y "allegados", con un voto de confianza, sin prejuicios y sin perjudicar al otro, de la mano de universidades, gremios, empresas privadas y organizaciones, para generar sinergias y vínculos en pos del desarrollo.
Lo anterior requiere, primero, el compromiso de nosotros, los "nuevos", de ser respetuosos, escuchar y aprender de lo local, de colaborar y generar valor en beneficio de la zona. Segundo, requiere que los "natales" bajemos las barreras y nos abramos a nuevas formas de hacer las cosas, sin verlas como una amenaza, sino como la oportunidad de aprendizaje y transferencia de conocimiento, tecnología e innovación.
En cuanto a emprendimiento e innovación, y en parte gracias a lo anterior, la Región de Los Lagos y nuestra zona sur ha tenido un desarrollo extraordinario durante los últimos cinco años. En 2016, el 3,7% de las empresas dinámicas chilenas (de un 20% de crecimiento anual en ventas o empleo durante tres años consecutivos) estaban en nuestra región; y en 2018 la cifra había aumentado al 5,6%: sumando más de 250 empresas locales. Con la llegada de cada vez más innovadores a nuestra zona acompañada por políticas pro emprendimiento e innovación regional, a todas luces ese número debiera rápidamente crecer al doble. Pero crecer no lo es todo. Empresas dinámicas y de industrias tan diversas como lo son Bioled, Karün, Kura Biotech, Innovex, Corte Criollo, Keepex, Bsale o Mesa Tropera, han sabido integrar lo local en sus modelos de negocio para así generar "triple impacto"; económico, social y medioambiental, en beneficio de toda la población.