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Historia de la iglesia Nuestra Señora del Rosario

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Chile cuenta sólo con 6 sitios declarados Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco, uno de ellos -desde el año 2000- son 'Las Iglesias de Chiloé', las 16 seleccionada cumplieron con dos criterios básicos para ello: "Primero: construidas enteramente de madera, las iglesias de Chiloé constituyen un ejemplo único de la arquitectura religiosa en latinoamérica y segundo son representativas de una tradición arquitectónica iniciada por los predicadores itinerantes jesuitas en los siglos XVII y XVIII. Tras haber sido continuada y enriquecida por los franciscanos en el siglo XIX, esa tradición perdura todavía en nuestros días. Además de ilustrar la riqueza cultural del archipiélago de Chiloé, estas iglesias atestiguan la lograda fusión de la cultura y las técnicas indígenas con las europeas, la perfecta armonización de su arquitectura con el paisaje y al entorno físico, y la perdurable continuidad de los valores espirituales las comunidades isleñas." https://whc.unesco.org/es/list/971.

Sin embargo, la excepcionalidad y extensión de la cultura chilota, que dio origen a sus iglesias, no sólo se limitó a la Isla Grande. Muy por el contrario, durante el período colonial la Gobernación de Chiloé se extendió entre el Río Bueno (límite norte actual de la Región de Los Lagos) y Magallanes, incluyendo también la Patagonia Argentina lo que también se basó en un crecimiento importante de su población durante el siglo XVIII y comienzos del XIX llegando a entre 40.000 y 50.000 habitantes (Urbina, 1983).

La erección de capillas así como la organización territorial eclesiástica era la que el Estado utilizaba para su propia división política administrativa desde la época colonial (Guarda OSB, 1973). Ello vincula la relación directa de la evangelización con la organización de la población ya que estuvieron vinculadas por el Realengo y posteriormente los sacerdotes fueron funcionarios del Estado hasta 1925.

El desarrollo de las Misiones Circulares desde comienzos del siglo XVII trajeron aparejadas para la zona del Fuerte de Maullín y en especial para el fuerte de Carelmapu, visitas al menos una vez al año de sacerdotes jesuitas lo que habría originado el nombre de San Francisco Javier para el primero ya que esa posición marcaba el lugar más alejado de control militar español y ese santo se caracterizó por haber llegado más lejos que cualquier otro misionero hasta ese momento. También hay que destacar una tradición oral importante en Maullín por la que se afirma que fueron los religiosos en su huida de Osorno en 1604 los que habrían traído consigo la imagen de la virgen de Nuestra Señora del Rosario, la que se venera en el templo actual (ver foto).

La expulsión de los Jesuitas desde el imperio Español en 1767 trajo imprevisibles consecuencias para Chile, especialmente en Chiloé donde la organización y distribución de capillas gracias a la 'Misión Circular' establecida por ellos había permitido la creación de una cultura popular que incorporó los saberes de la población nativa de manera organizada a través de los Fiscales. Fueron reemplazados por los Franciscanos quienes imprimieron nuevos estilos de evangelización y también de arquitectura. Ellos se instalaron en un convento en Osorno en 1796 desde donde misionaron por toda la región.

Entre 1769 y 1771 sirvieron la misión de Chiloé los franciscanos del Colegio de Propaganda Fide de Chillán. Sin embargo, a partir de 1771 el Rey encargó a los franciscanos del Colegio de Santa Rosa de Ocopa la atención de la provincia de Chiloé 56, por lo que doce religiosos fueron enviados ese año a la zona. En general, en las últimas décadas del siglo XVIII el número de franciscanos se estabilizó en torno a los quince, descendiendo a seis religiosos para 1816. (Subsecretaría del Patrimonio Cultural, 2019)

Al Fuerte de Maullín y sus alrededores también llegó la presencia de los nuevos misioneros. Fray Pedro González de Agüeros fue un religioso franciscano que provenía del convento de Santa Rosa de Ocopa en Perú y él realizó una completa descripción de su visita a estas tierras cuando aún no se creaba el Obispado de Ancud (1840). En su libro: "Descripción de la provincia y Archipiélago de Chilóe en el Reyno de Chile y Obispado de la Concepción" publicado en 1791, señalaba que "En Maullín hizo iglesia nueva el Padre Fr. Joseph Tortosa de la Provincia de Valencia, adornándola con todo lo necesario en cuanto le fue posible: fundó allí la Cofradía del Rosario y se dedicó para la asistencia de sus feligreses con particular y fervoroso celo, llegando hasta ayudarles personalmente para el trabajo de la iglesia, y otras obras" (p.178).

De acuerdo al informe de la arquitecto Janet Díaz (1999) "Las estaciones misionales diseñadas por los franciscanos de Ocopa pasaron a ser Parroquias a finales del siglo XlX y principios del XX. La arquitectura de estas iglesias en el periodo jesuita se consolida la planta basilical de tres naves y corredores laterales, durante los franciscanos se desarrolla el motivo de torre fachada, a partir del cual se abre un espacio de encuentro que, en muchos casos es actualmente la plaza del poblado".

De acuerdo a los archivos parroquiales, en 1823 comienza a funcionar la Vice Parroquia de Carelmapu ya que allí estaba la mayor parte de la población centrada en la devoción a la Virgen de la Candelaria. Su primer sacerdote fue Fray Bartolomé Vallejos desde 1825 hasta 1833, luego Fray Luciano Romo (1836-1837) y Fray Pascual Moena (1837-1839). Con el inicio del período del padre José María Lorca, en 1839, se crea oficialmente la Parroquia de Carelmapu la que atendía un vasto territorio que comprendía todo el oeste de la actual Provincia de Llanquihue.

De 1841 a 1842 asume como párroco el padre Lorenzo Morales, luego asume nuevamente Fray Pascual Moena, luego el padre Domingo Guzmán en 1850, Fray Antonio Vargas entre 1850 y 1853 y otra vez Fray Pascual Moena entre 1853 y 1863. El siguiente párroco, Manuel Lazo, en 1863 decide cambiar su domicilio a Maullín que ya allá se contaba con una capilla y además había aumentado mucho su población.

En el inventario parroquial del 13 de Febrero de 1850 -que sería el segundo templo- se dice: "Capilla de Maullín: primeramente su edificio es de 50 varas de largo i 16 varas de ancho, techo de alerce, enraje igual, sin forro ni por dentro ni por fuera a excepción del presbiterio, contiene además una torre con dos campanas una grande i otra pequeña sin badajo i rota, un altar con un solo nicho, un púlpito i un confesionario. Nuestra Señora del Rosario, en regular estado, tiene una corona de plata i un solo vestido de seda bastante usado"

De marzo a junio de 1866 asume como párroco Vicente Salazar, después Fray Benedicto García entre 1866 y 1869, luego Antonio García (1869-1870) y al siguiente -Juan Cárdenas (1870-1884)- le tocó enfrentar el fuerte terremoto de 1871 que dañó seriamente la antigua iglesia de Maullín y que obligó a la comunidad a ir preparándose para construir uno nuevo que es el actual.

Aún para fines del siglo XIX la influencia de Carelmapu en la parroquia es fuerte ya que para 1876 su nombre oficial queda establecido como "Nuestra Señora de la Candelaria". El siguiente párroco es Bernardo Subiabre (1884 a 1887), luego el padre Santiago Mayorga (1887-1892) quien es el primero que inscribe en los libros parroquiales el nombre de Parroquia de Maullín cambiándose el nombre oficialmente a Nuestra Señora del Rosario el 31 de diciembre de 1888.

El Párroco Nº17 fue Carlos Mauser entre 1892 y 1893 pero el siguiente fue el más importante no solo porque corresponde a quien ha servido por más tiempo en esa función -1893 a 1920- sino que por sobre todo, fue él quien lideró y tomó parte en la construcción del actual templo: el Padre Juan Lorenzo Elgueta, labor que desarrollaremos en la siguiente parte de esta historia.