Correo
Nombre de calles
Hace algunos días recorrí el conjunto habitacional Parque Fundadores, en el sector de La Vara. Al poner atención en sus calles, fueron surgiendo nombres como Velero Susana, Velero Victoria, José Decher, Francisco Fonck, Katherine Siebert, etc. Claramente la Inmobiliaria Galilea había querido homenajear a quienes habían participado en el proceso de colonización alemana en nuestra zona.
El entusiasmo inicial rápidamente se transformó en confusión. Al parecer, el asesor histórico de la inmobiliaria carecía de los conocimientos adecuados, pues el nombre de muchas calles están mal escritos o corresponden a otros procesos y períodos históricos. Como la lista es larga, sólo voy a referirme a algunas de ellas: Lonco Tangol y Lonco Queipul son los nombres de dos calles del referido conjunto residencial. Ambos no tienen relación alguna con la historia de nuestra zona. Fueron destacados líderes huilliches de la zona de río Bueno que participaron activamente en las rebeliones indígenas contra los españoles a fines del siglo XVIII y que finalizaron con la firma del Tratado de Paz de Las Canoas en 1793.
Hay una calle denominada Colono Yunque, pero está mal escrita, pues debiera llamarse Colono Junge, para recordar a Gottfried Junge, que junto a su esposa Christine Prenzel viajaron a Chile a bordo del velero Susana. Tras desembarcar en la playa de Melipulli el 28 de noviembre de 1852, se les asignó una chacra en el sector de Totoral.
Finalmente me quiero referir a un pasaje del sector, denominado Colono Alberto Burdach. Hay que aclarar que el señor Burdach no formó parte del proceso de colonización alemana que se desarrolló a mediados del siglo XIX. Fue un destacado médico alemán que arribó a nuestra ciudad en 1904, para trabajar en el antiguo Hospital San María, ubicado en calle Egaña y que dejó de funcionar definitivamente en 1960.
El doctor Burdach tuvo una destacada labor durante el desarrollo de la epidemia de viruela en 1905 y la gripe española en 1918. Falleció en nuestra ciudad en octubre de 1949.
Juan Carlos Velásquez, profesor de Historia
"Pedagogía de palacio"
Deseo singularizar la asertividad del relato del escritor Jorge Loncón en su columna del sábado (ayer) en El Llanquihue, que titula "Pedagogía de palacio". Es un acierto, porque en las condiciones pandémicas en que estamos, más opiniones sensoriales muy desubicadas sirven para inferir que "sentido común no es resultado de la educación" (frase del francés Víctor Hugo).
En cambio, "la educación sí que es fruto del sentido común". Querer vuelta a clases presenciales, cuando los contagios promedian los 3.000 casos diarios, no conlleva aplicar sentido común y tampoco una política pública educativa eficaz.
Señor ministro, señor senador, lean el relato del señor Loncón.
José Miguel Catalán, ex director del Liceo Hermanos Carrera
Nueva Constitución
Una Constitución mínima es, en realidad, una Constitución propiamente tal. El constitucionalismo nacido de las revoluciones liberales de los siglos XVII, XVIII y XIX, lo que buscó fue limitar el poder del Estado en favor de las libertades individuales y ser una respuesta frente al absolutismo.
Así las cosas, una Constitución mínima es, en primer lugar, una Constitución liberal, pero principalmente una verdadera Constitución democrática. En este sentido, siguiendo a José Francisco García: "La Constitución no busca (ni debe) zanjar las controversias sociales fundamentales". Esto significa que este documento debe surgir de consensos entre las fuerzas políticas "y no de la aplicación irrestricta del principio democrático básico (la regla de la mayoría)".
Un elemento sumamente relevante es que la Constitución no debe establecer ideologías políticas particulares, ni un programa de gobierno determinado, sólo debe circunscribirse en torno a mínimos comunes o las reglas básicas (derechos y libertades fundamentales, y un sistema de pesos y contrapesos institucionales que hagan posible una convivencia pacífica y democrática), y lo demás deberá ser desarrollado a través de leyes y políticas públicas principalmente.
Una Constitución con mucho detalle siempre habrá que actualizarla, y ello hace que pierda su estabilidad (certeza jurídica), que es uno de los atributos más esenciales de una Constitución. Ejemplo de esto es la Constitución Federal de Brasil de 1988, que fue criticada por ser muy extensa. Tal es el caso que todo su derecho tributario está dentro de la Constitución, y cada vez que se quiere cambiar un tributo, hay que cambiarla, para que de esta manera se adapte a los cambios de la sociedad. Así, la pregunta que les hago es la siguiente: ¿qué tipo de Constitución queremos?
Alejandra Westermayer Fuentes
Vacunación y municipios
Al final, los alcaldes en campaña ensuciaron el proceso de vacunación. El poder es una poderosa tentación.
Esteban Meza