Cuidado de la democracia
El inédito episodio de Estados Unidos es un recordatorio de los deberes que tienen los actores políticos. Una era con tanta abundancia informativa exige que cada palabra, acción y omisión se haga preservando la democracia como sistema de gobierno.
Cuidar la democracia no es tarea sencilla. Requiere diariamente, desde los pequeños gestos hasta las grandes decisiones de Estado, que los actores políticos estén profundamente comprometidos no sólo de manera verbal con este sistema de organización, sino que con todo el andamiaje valórico que ha hecho de este modelo de gobierno el mejor que ha creado la humanidad hasta el día de hoy. Y así como la clase dirigente tiene responsabilidades a la hora de cuidar las palabras y las formas, también las tiene la ciudadanía, que ha de asumir que las decisiones se deben tomar sobre la base de hechos y no de prejuicios que nublan la templanza.
Lo ocurrido esta semana en Estados Unidos, un país que ha hecho gala de un sistema democrático que aunque imperfecto, como todos, tiene suficientes contrapesos para el ejercicio del poder, debe encender una luz de alerta acerca de las formas en que se está desenvolviendo la política en esta era de redes sociales y de desconfianza instalada hacia cualquier asomo de abusos. Los líderes políticos, tanto en Estados Unidos como en Chile, nunca han de extraviar que sólo han recibido una delegación de poder temporal, sujeto a mecanismos de control, y que cada una de sus acciones, palabras y omisiones es observada en detalle por ciudadanos que exigen coherencia.
Ahora que Chile se ha embarcado en un proceso constituyente validado en el plebiscito de octubre de 2019, es crucial que los líderes políticos y autoridades comprendan que si están en posiciones de poder no es para darse gustos personales ni para actuar con soberbia. Lo que se espera de ellos es que den el ejemplo y diariamente preserven la democracia, valorándola como una forma de organización política que se sustenta en el ejercicio de las libertades y búsqueda del bien común.
El foro político debe comprender que la ciudadanía demanda ejemplos de civilidad, sin estridencias, ampulosidades discursivas ni tensiones innecesarias. La democracia y el proceso constituyente requieren la dignidad del cargo, generosidad y la disponibilidad de llegar a acuerdos.