El año más largo de la historia
Hace exactamente 12 meses, en la ciudad china de Wuhan, en la zona central de ese gigante asiático, un misterioso virus causaba pánico y muertes.
Hasta que, precisamente el último día del año 2019, las autoridades del gobierno de ese país, informaban al mundo que se estaba en presencia de un mortal e invisible enemigo.
A partir de ese instante, todo cambió .
Y el 11 de febrero, la Organización Mundial de la Salud, la ahora muy famosa OMS, le puso un nombre oficial a esta enfermedad, covid - 19
Lo que sucedió a partir de entonces trastocó todos nuestros planes, de gobiernos, corporaciones, comunidades, de las personas, de cada uno de los más de 7.700 millones que habitamos este planeta.
Se suspendieron los Juegos Olímpicos, conciertos, elecciones , casamientos, fiestas, en fin, toda actividad que significara encuentro de multitudes.
Se sucedían las imágenes de diversos lugares del mundo, con hospitales colapsados, con personal de salud agotados y extenuados, con cementerios al borde de sus capacidades, con autoridades y líderes tratando de buscar respuestas y dar soluciones.
Todo ha sido ensayo y error.
Nadie, ninguno, estaba preparado para una enfermedad de esta magnitud
Y una vez más, como tantas veces en la historia, la humanidad se enfrentaba a una brutal pandemia, y era necesario salir a enfrentarla.
En esta ocasión, con más información, con muchísima más ciencia, con tecnologías y aplicaciones que han facilitado enormemente nuestras vidas, y por sobre todo, con más cooperación entre los países, universidades y laboratorios.
¿Y qué pasó en nuestro Chile?. Un país aún golpeado por lo que se llamó el estallido social, con instituciones, todas o casi todas con bajísimos niveles de credibilidad y confianza, con un Gobierno débil , con un Presidente que cada cierto tiempo se sale de libreto (desacertadamente) con una clase política fragmentada, en ocasiones narcisista y para muchos, con poca densidad intelectual para comprender y dar cuenta de los fenómenos sociales que atraviesan las formas de vida actual , y con una oposición que definitivamente no perdía ocasión para entrabar proyectos o presentar de tarde en tarde acusaciones constitucionales. La mayoría fallidas, por cierto.
Es decir, todo se hacía cuesta arriba.
Es indudable que aquellos países que han enfrentado de mejor manera esta enorme crisis han sido aquellos donde los conceptos , colaboración, entendimiento gobierno/ oposición, respetar la ciencia, acatar las normas, etc., ha sido lo predominante.
Acá, además, se ponía en juego nuestra propia institucionalidad, si con el Estado y recursos que tenemos estábamos en condiciones de llegar en tiempo y oportunidad con la ayuda necesaria, para dotar en una primera fase de todo el equipamiento médico y tecnológico a nuestro sistema de salud público y privado, para seguir con ayudas y transferencias económicas a las familias, empresas, negocios.
¿Se logró de manera eficaz ?
El esfuerzo ha sido enorme, qué duda cabe, miles de millones de dólares han salido del Estado, a través de múltiples instrumentos del mismo Estado que en años anteriores y en gobiernos de centro izquierda, curiosamente, tuvieron la visión de ahorrar para períodos críticos y difíciles como el actual.
Lo que es indudable es que nuestro sistema de salud, nuestros hospitales y funcionarios de salud, han respondido de manera notable.
¿Pudo haber sido más rápido ?
Indudablemente que si, el propio Ministro de Hacienda, Ignacio Briones, reconoció días atrás que los primeros meses la lentitud en las ayudas y transferencias se debieron a que tenemos un Estado pesado y difícil de mover con mayor agilidad. O tal vez aquello ocurrió, porque no dimensionaron la magnitud, el alcance y duración que tendría ésta pandemia.
Habrá que reformular el Estado que tenemos, para disponer de uno más eficiente y que efectivamente garantice los derechos sociales de todos los habitantes de este país, y de paso evitamos caer en el populismo que hoy campea en muchos sectores. También aparece como algo obvio, y que sin duda formará parte del debate que se abre con el nuevo proceso constituyente.
Porque no todo fue covid-19 para los chilenos este 2020.
El 25 de octubre, los chilenos por una aplastante mayoría, cercana al 80 %, decidieron que quieren una nueva Constitución, y que ésta debe ser elaborada por una Convención Constituyente, algo inédito en la historia de Chile, donde sus 10 textos constitucionales anteriores siempre fueron redactados por abogados y casi exclusivamente hombres
Por de pronto, tendremos el año entrante varios procesos electorales.
Se abre un nuevo ciclo político, dicen muchos, y de ser cierto, ojalá sea para construir un país más justo, tolerante, inclusivo .
En definitiva, menos desigual .
Obviamente, la Región de Los Lagos también ha vivido dramáticamente la pandemia, con personas fallecidas, otros aún en estado crítico en nuestros hospitales, y con miles de contagiados durante todo este período.
Y lo más inédito en la historia del sur de Chile, varias ciudades y localidades hemos vivido bajo semanas y meses en cuarentena.
Todo ha sido muy doloroso, y nuestras autoridades han hecho, creo yo, lo mejor posible para ir en ayuda de las personas más afectadas, no obstante, en ocasiones uno esperaría de ellas un talante más proactivo y asertivo.
Lo que sí dejó de manifiesto, negativamente para todos los que vivimos en regiones, es que tenemos un país y un Estado demasiado centralista, que no entiende ni da cuenta de las diversidades ni especificidades territoriales.
Y confiemos que, teniendo pronto gobernadores elegidos por votación popular, tengamos más atribuciones, recursos y decisiones que dependan de lo que acá ocurre.
Se nos va el 2020, por fin, dirán mucho.
Y con la mejor noticia que podíamos tener comienzan a llegar las primeras vacunas a Chile, de lo cual debemos estar si no orgullosos, sí tranquilos que este país es mucho mejor de lo que muchos nos quieren hacer creer.
¿Será un año perdido o hemos aprendido algo después de todo lo vivido?
Leon Tolstoy dijo alguna vez que los hombres , aunque recorran muchas estaciones, finalmente nunca cambian su esencia.
Ojalá nosotros podamos cambiar en algo lo sostenido por el novelista ruso.
Y que el 2020 no sea una anécdota más en nuestras vidas.
Por de pronto, sigamos en lo que ya hemos aprendido:
Distancia física.
Lavarse las manos.
Usar mascarillas.
Eso sí depende, definitivamente, de cada uno de nosotros.