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John D. Washington y "Tenet": "Es emocionante y apabullante"

CINE. Interpreta a protagonista sin nombre del primer gran estreno en pandemia.
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Efe

El protagonista de "Tenet", el actor John David Washington, reconoce que ni siquiera él tiene muy claro que se pueda entender completamente la última película de Christopher Nolan, pero asegura que no hace falta, porque lo importante es la experiencia "emocionante y apabullante" de ver lo que podría ser el cine del futuro.

"Yo fui a verla con mi familia y salí abrumado por muchas razones, la mayoría positivas, comenzando por el espectáculo cinematográfico que es la película, en el que todo es precisamente como el director lo quiso, desde el sonido, la cinematografía y la creatividad", contó Washington.

Cuando habla de familia se refiere a sus padres Denzel y Pauletta Washington, de la flor y nata de Hollywood. De hecho, fue su madre quien le dijo la frase que le convenció de que el universo que Nolan quiso crear con "Tenet" había logrado su cometido: "Es una verdadera forma de escapismo".

De hecho, hasta llegó un momento que el actor se olvidó de evaluarse a sí mismo. "Al principio estaba incómodo viéndome, pues soy hipercrítico con todo lo que hago. Pero sin darme cuenta me perdí en el mundo de la película", comentó Washington.

Sin embargo, eso no significa que haya salido del cine totalmente claro sobre el significado de "Tenet". "Yo pensaba que entendía la historia después de haber pasado tantos meses de filmación, pero cuando la vi como espectador volví a dudar", admitió.

Esto lo emocionó. Para Washington, "Tenet" no es necesariamente un filme para entender de principio a fin. "Es una experiencia íntima que se va profundizando a medida que se va viendo", manifestó.

Sin nombre

Además de Washington, el elenco de "Tenet" incluye a Robert Pattinson, Michael Caine, Elizabeth Debicki y Kenneth Brenagh, entre otros. Todos tienen una misión difusa en el universo de Nolan, pero la menos clara es la de justamente el personaje principal, a quien el guionista y director decidió identificarlo apenas como "El protagonista".

"Me encantó que no tuviera un nombre tradicional. Fue un recurso para conectar aún más a la audiencia. Él no tiene nombre, porque representa a la audiencia, él va descubriendo lo que va pasando al mismo tiempo que el público", explicó.

"Esa ausencia de nombre de 'El protagonista' también deja un mayor espacio para la interpretación creativa de la historia", destacó.

Su personaje es una especie de soldado de operaciones especiales que es reclutado por una organización que busca salvar el mundo. Con excepción de esa información, los elementos que usualmente le dan un contexto a un personaje están ausentes.

El futuro del cine

Para lograr las características físicas de "El protagonista", Washington se sometió a un entrenamiento tan intenso, que lo dejaba "sin ganas de levantarme de la cama en las mañanas" y tanta hambre que lo primero que hizo al terminar la filmación fue ir "a un restaurante de hamburguesas y comer todas las que pude". Al día siguiente se dedicó a comer pizzas.

El esfuerzo rindió frutos extraordinarios. Las escenas de acción y peleas en "Tenet" son tan complicadas como demandantes. Los trajes de "El protagonista", que Nolan usa para dar textura figurativa y literal a su historia, son parte de su identidad en construcción.

Tanto él, como el resto de los actores y gran parte de la acción son una especie de círculo infinito de rompecabezas dentro de otro rompecabezas, como si fuese una sucesión eterna de muñecas rusas. Así funciona además el tiempo en el mundo de Nolan. También las relaciones. Y esto hace creer a Washington que este es el futuro del cine: "Una combinación equilibrada del cine de arte y el cine comercial de acción".

Follett: "El único pecado para un novelista es aburrir"

LIBROS. El escritor superventas habla de su título recién publicado en español, "Las tinieblas y el alba".
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El escritor superventas británico Ken Follett regresó a las librerías con "Las tinieblas y el alba", una precuela de su obra más popular, "Los pilares de la Tierra", fiel a la máxima de que "el único pecado para un novelista es resultar aburrido".

El lector se traslada en esta ocasión a la violenta Inglaterra de finales del siglo X, cuando los anglosajones se defendían como podían de los ataques vikingos en sus costas.

Por aquel entonces, la ficticia población de Kingsbridge todavía no soñaba con el esplendor de su futura catedral que Follett hizo célebre con un libro ("Los pilares de la Tierra") del que ha vendido 27 millones de ejemplares.

A sus 71 años, el escritor admite que siente una especial responsabilidad al retomar una historia que ha conquistado a tantos lectores. "Es muy importante para mí no decepcionarles", recalca.

"Pensé que les interesaría conocer cómo era Kingsbridge antes de convertirse en una gran ciudad, cuando era solo un pueblo, o incluso menos, poco más que un puñado de casas junto a un río", reflexiona Follett, que asegura dejó espacio para continuar desarrollando ese mismo universo si vuelve a encontrar la inspiración.

Red de personajes

El nexo geográfico es el vínculo más obvio entre "Las tinieblas y el alba" y "Los pilares de la Tierra", más allá del característico estilo narrativo de Follett, licenciado en filosofía y ex periodista que desde su primer éxito editorial, "El ojo de la aguja" (1978), acumula más de 170 millones de libros vendidos.

Los protagonistas de su última obra son antepasados lejanos de los personajes de los libros previos de la serie, si bien no se establece una conexión directa entre ellos. El hilo argumental gira en torno a Edgar, un joven constructor de barcos cuya vida da un dramático giro cuando los vikingos arrasan su hogar y se ve obligado a comenzar una nueva vida en una pequeña aldea llena de hostilidad.

Fiel a la receta con la que ha logrado tantos éxitos, Follett construye una red de tramas entrelazadas en las que sus héroes solo resuelven cada uno de sus problemas para encontrar una amenaza aún mayor en la siguiente página. "Creo que esa es la clave del éxito en la literatura popular: mantener siempre el interés. Henry James decía que el único pecado para un novelista es resultar aburrido, y creo que tenía razón", sostiene.

Escuela de las Artes celebra los 250 años de Beethoven

CON HIMNO DE LA ALEGRÍA. Agrupación del Teatro del Lago conmemora el natalicio del histórico compositor.
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La Escuela de las Artes Teatro del Lago ha tomado una de las más significativas obras maestras de Beethoven "El himno de la Alegría" como el primer impulso para conmemorar los 250 años de su nacimiento. De manera on line, los estudiantes de coro y el área instrumental interpretan una de las más conocidas creaciones del compositor alemán, que posee un inmenso valor musical e histórico, estando presente en importantes acontecimientos de orden mundial (como la caída del muro de Berlín, entre otros tantos), nombrada el Himno de la Unión Europea desde 1972 y declarada patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2001.

"Hemos elegido esta famosa obra porque es un símbolo de unión entre los pueblos y un mensaje de esperanza que es fundamental en estos días, conservando el idioma original, juntas, melodía y letra, buscan la «unidad gozosa» en la que «todos los hombres se conviertan en hermanos»", señala Pablo Silva, docente de la Escuela de las Artes. El arreglo fue interpretado desde sus casas, por los estudiantes de los cursos del área de música de la Escuela de las Artes: flauta, violín, viola, violonchelo, piano, canto coral y canto lírico. "Unidos en la hermandad que hoy podemos sentir y unidos en la dificultad, pero en la esperanza de un futuro en el cual seremos mejores seres humanos, aprendiendo como humanidad a caminar juntos", agrega Silva.

"La alegría es, además, uno de nuestros valores como Escuela, que deseamos impulsar y promover en nuestra comunidad y ser parte de las celebraciones mundiales de Beethoven con su himno, nos parece adecuado y preciso en un contexto que necesitamos un mensaje de unión y esperanza" señala Macarena Carrió, gerente de Educación Teatro del Lago.

Beethoven completó la Novena Sinfonía en 1824, después de decidir que iba a colocar el poema de su admirado poeta Schiller en "una gran sinfonía". El proceso de escritura fue enorme, con más de doscientas versiones diferentes solamente de la Oda, insertada en el cuarto, a veces denominado quinto, y último movimiento. Aquella inclusión de voces era algo totalmente radical para las creaciones de su época y buscaba plasmar los ideales de libertad, paz y solidaridad.

Esta tarde la pieza grabada por los estudiantes podrá verse por las redes sociales de Teatro del Lago.