Cuarentena en Puguenun: Pestes al sur del Río Maullín: siglo XIX
Por aquel tiempo los pasajeros se balseaban en dicho río, en una embarcación servida por milicianos.
Las pestes con su secuela de muertes, causaron pánico en la antigua Capitanía General de Chile. Desde los primeros años Santiago, especialmente, sufrió los estragos de cuanta enfermedad llegaba de fuera, cuando los relajados hábitos higiénicos y la ausencia de servicios que velaran por la salud pública, facilitaban la propagación de los virus. A modo de ejemplo, el agua para el consumo humano y el riego de huertas en la capital, se conducía a través de acequias abiertas y pasaba entre los solares o sitios del vecindario.
El cronista Alonso de Góngora y Marmolejo, llegado a Chile con Pedro de Valdivia, asegura que en 1554 se produjo la primera epidemia de viruela, traída a bordo de un navío que conducía al Gobernador Francisco de Villagra, desde el virreinato del Perú. Los estragos causados por esta epidemia eran tales que, el 12 de junio de 1573 el encomendero Pedro Olmos de Aguilera, escribía al obispo de la Imperial diciéndole que de 12 mil indios que recibió de Pedro de Valdivia "quedó sólo un poco más de ciento." El resto murió por el contagio.
En la provincia de Chiloé, que incluía el territorio de la actual provincia de Llanquihue, no se conoció la viruela hasta el año 1776 en que hizo su aparición, pero felizmente fue controlada en San Carlos de Ancud. Más tarde, en 1791, llegó otra epidemia, esta vez a Calbuco, se trataba de la disentería, según cuenta el jesuita Francisco Menéndez.
Alarma en Achao
En 1844 la viruela, se hace presente en la zona y el vacunador de la provincia, Tomás Godoy, que se encontraba en Achao en ese momento, se dirige al Intendente informándole cómo la viruela, "se va estableciendo en este departamento por medio de los transeúntes de Osorno, a quienes he reconocido por estarla negando -dice, agregando que-, he encontrado que a dos personas de diferentes familias de las que estaban en sus casas le ha prendido la lejítima viruela y a ellos los he encontrado descostrando". Godoy también da cuenta en esta carta de las precauciones que se han estado tomando en el departamento de Achao por parte de las autoridades, textualmente escribe: "Aquí el Gobierno [departamental] va tomando las medidas más eficaces que convienen para que no se generalize, tanto en cortarles la comunicación entre los que puedan inficionarse del contajio, como también el que se embacunen todos sin haber pretesto o disculpa" (redacción de aquel tiempo).
Por su parte el jefe provincial, frente al inminente peligro de un contagio masivo, le encarga al Gobernador de Calbuco, a cuya jurisdicción pertenecen los poblados de las caletas del Reloncaví, que investigue si la enfermedad se ha hecho presente en esa área, para lo cual le exige llevar a cabo, "la mayor actividad y diligencia a efecto de descubrir si en el departamento de su mando existe alguna o varias personas que tengan la viruela". Asimismo le ordena que, "tome VS cuantas medidas y precauciones juzgue convenientes a fin de impedir, tanto que allí se estienda el contajio como en asegurarse de que no lo comuniquen a otro punto de la provincia".
Barrera sanitaria en el río Maullín
Una de las medidas más importantes que ordena el intendente era prevenir que personas contagiadas, provenientes de Osorno o Valdivia, crucen el río Maullín y luego se internen en la provincia donde, con toda seguridad, se propagaría la enfermedad. Por aquel tiempo los pasajeros se balseaban en dicho río, en una embarcación servida por milicianos de la Guardia Cívica, por lo tanto, las prohibiciones hechas por el Intendente al Gobernador eran estrictas:
"Debe VS impartir sus órdenes con celeridad a la guardia que hacen los barqueros en Maullín para que bajo ningún pretesto pasen a ninguna persona que no haya sido reconocida previamente por una comisión de dos sujetos inteligentes que VS nombrará al efecto recomendándoles que eviten el ponerse en contacto con los individuos sobre los cuales ejercen la inspección pues a la distancia de dos o tres pasos muy bien pueden asegurarse si vienen o no con la peste. Debe VS prevenirles además que aunque vengan convalecientes de quince a veinte días no debe pasar ninguno, interin no hayan transcurrido otros tantos días".
Las órdenes de la autoridad provincial eran extensivas al tráfico que se hacía en otras embarcaciones, recomendaba tomar las mismas precauciones "sobre los [balseos] que más arriba del río hacen los particulares, y como no sería fácil practicar reconocimiento en varios puntos, VS ordenará que [el balseo] no se haga en otra parte que [no sea] en la guardia misma". El temor que provocaba esta letal enfermedad hacía que la intendencia exigiera al Gobernador que no omita "sacrificios personales pues se trata de la salud de toda la provincia. Por último señala:
"Acaban de reconocerse por el cirujano en el río de Pudeto dos hombres que han venido desde Osorno, uno de los cuales con la viruela; e inmediatamente se han tomado providencias para que hagan la cuarentena en Puguenun; bien atendidos y vigilados por la autoridad del lugar. Estos hombres pasaron ayer a este lado y se barquearon (según dicen) el domingo 4 del presente en Maullín".
Estas medidas, simples pero efectiva, pusieron a salvo a la población de la provincia y la enfermedad pudo ser contenida antes de que se propagara a través de otros poblados.
Los esfuerzos para mantener la población libre del cólera fueron permanentes, el trabajo del vacunador provincial fue imprescindible, y así como este funcionario se encontraba
inmunizando a la población de Achao en 1844, tres años más tarde había pasado a otros departamentos, donde vacunó 777 individuos en un plazo de 4 meses, según el detalle.
CALBUCO: "No hay una sola persona que no haya quedado libre"
En agosto de 1851 apareció una extraña peste que se propagó con gran rapidez por todo el departamento y prácticamente nadie se libró de ella, al cabo de diez días el Gobernador informa que la enfermedad ha "abrasado a todo el pueblo"; luego agrega que hasta en las grandes familias, "han caído a un tiempo todos y puedo asegurar a VS. que no hay una sola persona que haya quedado libre de esta llama", en los escasos servicios públicos sucede lo mismo y ha habido días en "que no ha habido un solo funcionario que pueda averse [sic] presentado a los juzgados a desempeñar su cargo público".
Respecto a las escuelas dice que, "como seis días que están cerradas pues quedaron despobladas de alumnos y los Preceptores cayeron también en la cama". En realidad, es toda la población la que ha contraído la enfermedad, y las familias, "por muy inmediatas relaciones de parentesco que hayan tenido no les ha sido posible prestarse los auxilios de asistencia por hallarse todos en el mismo estado".
El transporte de madera, principal actividad económica de la provincia, entre el puerto de Calbuco y Ancud -en pleno mes de agosto- también se vio afectado por la enfermedad, debido a que los tripulantes de las embarcaciones resultaron contagiados, según explica el Gobernador: "Las embarcaciones que han hecho el tráfico de maderas de esta para Ancud, han llegado con sus tripulaciones enfermas y se han regresado como han podido, quedando estas paralizadas con sus cargas".
Respecto a la sintomatología que experimentan las personas contagiadas, el jefe del departamento informa que la enfermedad produce un "fuerte dolor de cabeza, tos seca y mucha fiebre" y que en consecuencia, esto les hace agarrar cama dos, tres y cuatro días, en seguida calma los dolores de cabeza y la fiebre y quedan muchos desvanecimientos dolores y dormecimientos de brazos, piernas y algunos les ataca una disentería de corta duración prosiguiendo siempre la tos".
En aquel tiempo, Calbuco y todo el territorio de la actual provincia de Llanquihue no contaban con médico, mucho menos farmacia, por lo que la curación de la enfermedad quedaba en manos de las mismas familias, las cuales procedían según su propio parecer: El método curativo ha sido de mucha variación y esto no ha tenido mal resultado puesto que hasta hoy no ha fallecido ninguno" dice la primera autoridad del Departamento, luego agrega: "También he observado que la enfermedad a cargado con mayor fuerza en las personas de quince años para arriba y en los menores de edad ha sido con más calma que no con los mismos síntomas" .
Este mal, cuya gravedad no se pueden comparar con la temible viruela, se propagó rápidamente y de forma masiva por diversas localidades. Lugares como las caletas y astilleros del Reloncaví, incluyendo Melipulli, inevitablemente se vieron afectados. "También he hecho la observación -dice el Gobernador- que la ruta que ha formado dha [dicha] enfermedad ha sido por las poblaciones del leste", es decir, la propagación se extendió hacia las caletas del Reloncaví, a diferencia de otras poblaciones que estaban más aisladas, como era el caso de las islas del archipiélago de calbucano.
Y como las desgracias nunca andan solas, según la creencia popular, las cosechas de ese año se perdieron a causa del exceso de lluvias, lo que trajo nuevos sufrimientos a la población de toda la provincia. Al año siguiente arriban los inmigrantes alemanes, pero entonces el gobierno contrata un médico y se instala una pequeña farmacia, entonces empieza otra historia.