Reelección de autoridades
La limitación al ejercicio consecutivo de parlamentarios y alcaldes debiera poder refrescar el estado de la política en el país y su conexión con la ciudadanía. Tres diputados y siete alcaldes de la Región de Los Lagos quedaron imposibilitados de presentarse a una nueva reelección en el mismo cargo.
Son varias las dimensiones por las cuales es posible medir la calidad de una democracia. La participación ciudadana en los procesos eleccionarios, los equilibrios entre los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, los mecanismos de control hacia el rol de las autoridades y la libertad de expresión son sólo algunas de ellas, quizás las más conocidas. Pero hay otras esferas que el paisaje de las últimas tres décadas en el país fue desdibujando porque se daba por sentado que así era, en una especie de dogma no escrito que recién en los años más recientes comenzó a cuestionarse, como lo fueron las numerosas reelecciones de los representantes parlamentarias y de alcaldes, dificultando la necesaria oxigenación de la política.
Este panorama, no obstante, se apresta a registrar un cambio significativo gracias a la reforma constitucional aprobada por la Cámara de Diputados esta semana, en su segundo trámite legislativo. Según ella, se pone fin a la posibilidad de reelección sin fin de senadores, diputados y alcaldes, lo que debería generar ya en las próximas elecciones un recambio general de los cuadros parlamentarios y de jefes comunales, varios de los cuales llevan muchísimos años en el ejercicio de sus cargos.
A nivel regional, tres diputados y siete alcaldes quedaron imposibilitados de presentarse a una futura reelección. Mientras los integrantes de la Cámara Baja tienen asumido su futuro (de hecho, los tres votaron a favor de la reforma), entre los jefes comunales la modificación no cayó nada de bien, probablemente porque el gobierno comunal no figuraba inicialmente en el proyecto que se aprobó.
Esta medida le otorgará un saludable aire fresco a la política, tan vapuleada en el último tiempo. La irrupción de rostros nuevos, combinando la experiencia y la juventud, debiera incidir en una mejor conexión de la política con la ciudadanía en los siguientes años, desde la interpretación de las grandes demandas sociales hasta las políticas públicas que vayan en una mejora de la calidad de vida de los pueblos. Esta transformación sin duda redundará en una mejora de la democracia del país.