Sanitización en Puerto Montt
El lector Enrique Rivas, en una carta enviada el lunes 13 de abril a su respetado medio de comunicación, se acerca preocupantemente a la descalificación personal gratuita contra el ex concejal y ex seremi de Vivienda, Rodrigo Wainraight, todo por haber liderado hace unas semanas, en forma desinteresada y uniendo sinergias de diferentes emprendedores y profesionales del sector privado, la sanitización de calles y avenidas de Puerto Montt y Alerce, en una loable medida sanitaria que consistió, según recomendación técnica de la OMS (Organización Mundial de la Salud), en realizar una pulverización de calles en camiones aljibe con mezcla agua - cloro al 2% (cada 1000 litros de agua, 20 litros de cloro comercial), solución totalmente inocua y libre de riesgo para la población, recomendada por empresas de desinfección y sanitización y usada hoy día ampliamente en casi todos los túneles sanitizantes vía nebulización en micro gotas que se están implementando en accesos peatonales de alto flujo de público para luchar contra el flagelo del covid-19.
Resulta insólito que el señor Rivas caiga en este tipo de críticas destructivas cuando el fondo del problema es dar soluciones tangibles a los vecinos de la ciudad, tal como lo han hecho otros profesionales del sector agrícola en Osorno con este tipo de acciones de índole social, para minimizar riesgos de contagio de este virus en las personas más vulnerables. Lo único que logra este lector es expeler desinformación, resentimiento social y una animadversión manifiesta de carácter político contra el señor Wainraight.
Francisca Ruiz
Mascarillas desde cárceles
Nos encontramos en un momento donde la percepción del tiempo nos ha cambiado, nuestros planes han cambiado, y muchas hemos podido reflexionar sobre qué estábamos y cómo lo estábamos haciendo.
Desde nuestra labor aportando a la reinserción social de personas privadas de libertad, lo primero que pensamos fue en poder acercarles insumos a los complejos penitenciarios de la Región de Los Lagos porque sabemos que es una población altamente vulnerable y susceptible de las consecuencias de una pandemia como las que nos ataca hoy. Como equipo de trabajo uniendo ideas y voluntades, nos dimos cuenta que podemos ir un poco más, entendimos que para salir de esta situación debemos ser una cadena que colabora de eslabón a eslabón y hemos gestionado, junto a nuestros colaboradores, la fabricación de mascarillas por parte de personas privadas de libertad para uso personal y para donar a instituciones que no cuentan con insumos en la región como hogares de niños, hospederías y residencia de adultos mayores.
Contagiemos las ganas de ayudar, no el virus. Quedarnos en casa no significa quedarnos sin hacer nada. Más información contacto@fundacionkalen.cl.
Julia Arcieri Ciucci, directora de alianzas de la Fundación Kalén
Aumentar las sanciones
En tiempos de guerra, sabemos que impera la ley marcial y que entre otras cosas, para disminuir los efectos colaterales de la misma, ante los saqueos y delincuencia posibles, se dispone, actúa y juzga de manera o forma especialmente drástica por el bien de todos. ¿Por qué en tiempos de pandemia no pudiese aplicarse un criterio similar, aumentando drásticamente las sanciones?
Ante las primeras señales, propongo se elabore un proyecto de ley con trámite urgente. Por favor, ¡con la pandemia es más que suficiente!
José Manuel Caerols
¿Un año perdido?
Escuchamos frecuentemente sobre el peligro que los estudiantes pierdan el año. ¿Cómo se pierde un año? El año existe y sigue avanzando. ¿Se puede perder? ¿Es posible que quede como un agujero en la vida?
La mayoría estamos encerrados, voluntaria u obligatoriamente. Aun así, nos siguen pasando cosas. Nos comunicamos y sabemos que pasan cosas, tenemos acceso a información, nos preguntamos cosas y buscamos respuestas, y los días de este año siguen pasando, no se pierden.
El año sigue pasando. ¿Cómo se pierde entonces un año? Habrá conversaciones, información a través de la televisión y las redes, actividades que nunca se hicieron y se aprendieron a hacer, discusiones y acuerdos a los que hubo que llegar, preguntas que se hicieron, algunas respuestas y otros intentos por averiguar que abrieron más preguntas.
Por lo tanto, el año no se pierde, es imposible, existe, avanza y dejará una huella, experiencias, aprendizajes, temores, dolores, penas y alegrías. El 2020 debe quedar en el recuerdo como el año en que aprendimos más sobre nosotros mismos, y no se habrá perdido.
Los educadores habremos aprendido a mirar cómo aprenden nuestros estudiantes y a pensar en serio qué debemos hacer de aquí en adelante para de verdad "no pierdan el año".
Ingrid Boerr, académica de la Universidad Las Américas