Alicia va en el carro
"La respuesta es que pedir esos gestos es inconstitucional, aunque haya Estado de Catástrofe"
La cabeza de Alicia apenas sobresale del carro de supermercado. La pequeña parece incrédula de su confinamiento en un apretado rincón del vehículo, pues el espacio está lleno de rollos de papel higiénico, en todas sus marcas, texturas y tamaños. Tal vez debería haberse subido a alguno de los dos carros que, en el otro pasillo, empuja su padre. Pero en un rápido cruce en que se encuentran, comprueba que tampoco hay espacio libre en ellos: los rollos de papel higiénico desbordan los costados de ambos "coches".
Muy pronto se da cuenta que en todo el recinto los carros llevan idéntica carga, con agregados que oscilan entre el frasco de mostaza y el paquete de tallarines Como excepción, divisa un carro repleto de botellas y carne, custodiado por un grupo de jóvenes que ríen en forma desaforada, con riesgo inminente de necesitar papel higiénico.
Alicia ignora que los gobernantes le han pedido -como un "gesto"- a los dueños de supermercado, de las farmacias, de las isapres, no subir los precios. La respuesta es que pedir esos "gestos" es inconstitucional, aunque haya Estado de Catástrofe. Y es más inconstitucional todavía, acceder a esas peticiones, porque el libre mercado puede sufrir daños de consideración. Alicia se asusta cuando un señor muy indignado, frente a los carros de su padre y madre, les pide el "gesto" de devolver algunos rollos de papel higiénico, pues todo el mundo lo necesita y no puede ser que un matrimonio lleve tres carros completos del producto. El padre, muy alterado, le responde "¡comunista!" y lo envía a un lugar donde el reclamador necesitará de esos rollos.
Su madre le entrega un pequeño chocolate, antes de llegar al estacionamiento. Allí, se percatan que el cargamento de papel higiénico no cabe en el portamaletas. La solución, entonces, es ocupar el asiento y espacio trasero del automóvil. Por ello, la pequeña es puesta en su silla y enseguida le descargan por los cuatro costados, docenas de paquetes enormes. El movimiento del automóvil hace desaparecer de la ventana hasta el hermoso cabello de Alicia, peinado con peine de cristal, aplastado por centenares de rollos, carolin cacao leo lao.
Jorge Loncón, escritor