En medio de la preocupante contingencia referida a los clamores sociales en todo el país, ha surgido una muy buena noticia para Maullín y su río, y en general para los esfuerzos de protección ecológica en nuestra región: fueron declarados Santuario de la Naturaleza los humedales del río Maullín, por decisión del Consejo de Ministros para la Sustentabilidad, como parte del Plan Nacional de Protección de Humedales 2018-2022.
Se destaca que fue una iniciativa impulsada por la municipalidad, la Fundación Conservación Marina y la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras, además del apoyo de organizaciones, pueblos originarios y comunas aledañas.
Son unas nueve mil hectáreas, que incluyen diversos humedales (lagunas, hualves, turberas…), que son el hábitat para 152 especies de aves silvestres, de las cuales 17 tienen calidad de migratorias.
Se trata de una antigua aspiración medioambiental maullinense, por la que se dio una tenaz y perseverante cruzada. Sobre todo, habiendo conciencia de los imperativos de resguardo del valioso patrimonio aviario -ante la permanente amenaza de habilitaciones industriosas contaminantes-, y asimismo por las proyecciones turísticas que este santuario significa -en cuanto a dinamismo económico- para la pujante y laboriosa comuna de Maullín.
Entre esos principales beneficios que acompañan a este gran logro ecológico, se consignan la posibilidad de crear emprendimientos turísticos; motivar la organización de la pequeña pesquería en el estuario; asegurar agua en cantidad y calidad para el futuro, la que igual será sostén para muchas familias que se dedican a recolectar mariscos y algas aguas arriba; además de considerarse el santuario, por los entendidos, como el último bastión continental de especies y ecosistemas amenazados de extinción, como lo son los hualves y peces endémicos del río Maullín.
Batalla ganada. Pero queda otra. Hacer valer el Santuario del río Maullín como el gran baluarte defensor de la integridad ecológica regional.