Catedral y acciones legales
A la tónica reactiva de nuestro país, cuando de embates naturales nos sorprende nuestra geografía, es que sólo entonces imponemos y razonamos, en virtud de una necesidad que antes no existía. Vías habilitadas de evacuación volcánica, o implementación de normas de cotas en altura, si lo que apremia es un riesgo de tsunami. La norma sísmica que antes no existía, tampoco es la excepción. En esta misma línea, surge también la necesidad, de dar pronta y clara solución con carácter de urgente, a las fachadas y edificios, ya a sea en calidad de preservación histórica o monumento nacional. La Catedral de Puerto Montt, de advocación católica, pero también patrimonio de puertomontinos nacidos y aún residentes, no debe ser cautelada en su integridad material, sólo por intervenciones legales tendientes a impedir el único recurso del que cuenta un país como el nuestro: la disuasión policial y presta intervención de bomberos. Ante la adolescencia de políticas serias y robustas, es que no debe ser enviada la señal equivocada por parte de los expertos, que tergiversando el espíritu de una arquitectura inexistente sin las personas, antepone los derechos del lumpen por encima de un trabajo, que a muchos de sus colegas incluso, les ha costado tiempo y vocación.
AMPARO E. ROGEL CÁRDENAS. Periodista.
Sangre en el ojo
Desde el sigilo a la aceleración, la mirada tiene su propio ritmo, su propio lenguaje. La mirada es absorción y, de pronto, la imagen que se almacenó, da un salto feroz y se cuelga y muerde el cuello de la memoria hecha presente. Alguien viene mirando desde hace mucho poquito nada, con sangre en el ojo, porque le asiste la convicción que usted lo ha mirado sin verlo; que lo ha escuchado sin oírlo; le ha hablado, pero sin dirigirle la palabra. La sangre en el ojo alude a quienes miran de manera distinta, porque han sido heridos en lo más profundo, por personas a quienes habían otorgado su confianza. La nuestra, hoy es una sociedad con sangre en el ojo hacia las instituciones, porque todas han fallado. Y esta sangre, acumulada por décadas, produce fenómenos fáciles de maldecir, pero también predecibles cuando las instituciones hacen de veras su trabajo. Hasta hace un par de semanas, en Chile todo era inmutable e intocable: hoy, esa dureza se ha convertido en harina. Y no sirve llorar sobre la harina derramada ni rasgar vestiduras clamando racionalidad, cuando la irracionalidad se ha exhibido por años ante nuestros ojos, cuando la ciudadanía ha estado diciendo A y sus representantes, Zeta.
La ciudadanía fue sobrepasada durante años por su clase dirigente. Que ésta no se sorprenda hoy de estar siendo superada por la ciudadanía, que ha identificado al vándalo que se coludió, estafó, hizo acuerdos en cómodas cuotas mensuales para no pisar la cárcel, con la complicidad de los mismos que mandaron a clases de ética a los empresarios vinculados al financiamiento ilegal de la política. Los mismos que hoy fabrican delirantes teorías de conspiración internacional. De poco sirve enumerar pérdidas materiales, cuando se desploma la fe pública. Más de una veintena de muertos, vidas no intercambiables con productos de supermercado. Ciento cuarenta y ocho personas, ciento cuarenta y ocho globos oculares reventados por balines o perdigones. Sangre en el ojo, literalmente, como el título de la novela de nuestra escritora Lina Meruane. ¡Y qué emocionante hoy el desfile de políticos en pantalla, tan comprensivos ellos! Nos dejan "disponibles" toneladas de frases célebres, y lo suficientemente estúpidas como para ahorrarse más comentarios. Líderes "de izquierda" enarbolando su neoliberalismo, líderes "de derecha" comprendiendo tan a fondo la sociedad chilena, que nos dejan sordos proclamando recetas de lo que ayer calificaban de populismo. Tarea difícil controlar la sangre en el ojo de una sociedad que descree de sus gobernantes, de sus líderes morales, de sus clases empresarial y política, que han vivido décadas en el país de nunca jamás. (¿Qué fue primero? ¿El chancho o el afrecho?). Cuando hablan de "los chilenos", parecieran referirse a una categoría social, a la que, por cierto, ellos no pertenecen.
¿Tiene el poder en su conjunto, sangre en el ojo en contra de la población? ¿Es por todo ello que utiliza a la fuerza pública, sin medida, haciendo la "vista gorda" y apoyando en cámara cada caso en que se traspone el límite de lo permisible y del protocolo? Se condena la violencia de los vándalos callejeros (¿alguien no?) y se le asocia al movimiento ciudadano, pero se pide apoyo a la violencia represiva. No es difícil - por desgracia - explicarse tamaña incoherencia. Se invisibiliza a los muertos, hay 148 compatriotas baleados en sus ojos - algunos de ellos condenados a la ceguera casi total - y las "respuestas" no se diferencian de la causa basal de éste estallido: se remarca la preocupación en calcular y comunicar la variación que tendremos en las futuras tasas de crecimiento, en el dólar, en la UF. No hay conciencia del desplome. Y mientras no la haya, persistirá - como una espada de Damocles - la amenaza de la Ley del Talión y habrá otros ojos reventados, independiente de la puntería política. Porque no otra cosa es esto: un problema político de larga data, que ha dejado al descubierto la ceguera.
JORGE LONCÓN. Escritor.
Estudiante preocupado
Soy estudiante de la Escuela Rural de Quilquico. Estoy preocupado por lo que está pasando en Chile con las marchas y las muertes. Tienen que mejorar el sueldo de las personas, tienen que bajar los precios de los medicamentos para la gente que tiene edad avanzada, ya que les cuesta mucho pagarlos por sus malas pensiones. Creo también que tienen que pagar un sueldo a los bomberos porque son muy importantes para salvar las vidas. Al mismo tiempo, tengo que mencionar que está muy mal la educación superior, ya que las universidades son muy caras, y por eso muchos jóvenes tienen que trabajar para pagar la universidad. "Chile está en guerra", dijo el presidente Piñera y estoy muy en desacuerdo, porque no estamos en guerra, sino que se está marchando por lo mal que lo ha hecho el gobierno. Estamos luchando por un país mejor.
FERNANDO BÁRCENA BARRÍA. Curso 7° Básico. Escuela Rural de Quilquico.
Chao, tren
Con todo este barullo, los sueños del tren corto o largo se desbarrancaron. Habrá que conformarse, no más.
JOSÉ PÉREZ TUREO.