Es momento de cambios
Eduardo Salazar Retamales.Presidente Cámara de Comercio, Industria y Turismo A.G. Puerto Montt. Claudio Oliva Ekelund., Profesor de Derecho de Universidad de Valparaíso.
Estamos viviendo épocas de profundos cambios con el clamor de la ciudadanía que mayoritariamente se ha expresado pacífica y multitudinariamente exigiendo demandas en distintos ámbitos a fin de mejorar la calidad de vida de todos los chilenos; demandas justas, necesarias y de fondo que compartimos plenamente como Gremio. Sí, lamentamos y condenamos enérgicamente los actos vandálicos provocados por grupos minoritarios de delincuentes que han afectado el normal desarrollo de la actividad comercial y turística, especialmente a aquellas micro y pequeñas empresas que con gran esfuerzo y sacrificio mantienen sus establecimientos comerciales que han sido víctimas de destrozos generando un clima de inseguridad en los trabajadores, empleadores y clientes repercutiendo en una significativa merma en las ventas con el consiguiente riesgo de incumplimiento de obligaciones con proveedores, bancos y servicios básicos en general. Como Asociación Gremial ya hemos propiciado y participado en instancias de reflexión y dialogo con espíritu constructivo y disposición para escuchar a nuestros colaboradores y trabajadores a quienes felicitamos y valoramos por su esfuerzo, que pese a las dificultades, han logrado llegar a sus puestos de trabajo. También destacamos a los empleadores por su flexibilidad laboral ante el actual escenario.
Son momentos de cambios pero también de oportunidades. Oportunidades para fortalecer nuestro rol social, nuestra mayor cercanía y empatía con la comunidad y diferentes organizaciones sociales. Oportunidades para estrechar lazos, tender puentes, fortalecer el dialogo y acoger el mensaje potente y claro que entrego la ciudadanía. Oportunidades para generar mesas de trabajo multisectoriales para levantar temáticas atingentes a nuestra región y avanzar decididamente a una real descentralización para disminuir brechas que actualmente existen con nuestra capital.
Avancemos juntos y con respeto hacia un gran pacto social para lograr un desarrollo más equitativo de nuestro país. Un especial llamado a nuestros parlamentarios a flexibilizar posiciones personales, partidistas e ideológicas para llegar a consensos, dejando de lado los dividendos políticos y procurando el restablecimiento de la paz social y el bien común de todos los chilenos y chilenas.
Entre el dolor y
la esperanza
No es imposible que de lo que hemos vivido en estos días terminen saliendo buenas cosas y debemos poner nuestros mejores esfuerzos en ello. Hoy, sin embargo, Chile -y ni qué decir Valparaíso- está peor que antes. Uno de los servicios públicos que mejor funcionaban, el Metro de Santiago, clave para la calidad de vida de millones, fue severamente dañado por obra de una violencia que en democracia no puede ser jamás justificada. Muchos negocios, oficinas públicas y hasta hogares han sido saqueados y a veces incendiados, perturbando gravemente la existencia de nuestros compatriotas. En los empeños por contener todo ello, se han vulnerado derechos fundamentales.
Estoy seguro que la enorme mayoría de nuestra población ha sentido, de distintos modos, inquietantes ecos de lo que no quiere ver repetido de nuestro pasado. Se han generado rencores y temores que probablemente nos acompañarán por mucho tiempo y que darán a los extremos políticos material del que alimentarse. La capacidad de crecimiento de nuestra economía, y con ella la de crear empleos, subir las remuneraciones y financiar las políticas sociales que tanto necesitamos mejorar, es hoy menor. Y oiremos defender muchas políticas públicas que solo empeorarían la situación de las mayorías apelando a que la calle supuestamente las ha exigido.
Restablecer el imperio del Derecho es hoy una de las indudables prioridades. Organismos públicos y privados de derechos humanos, abogados, fiscales y jueces, como también las fuerzas armadas y de orden y las autoridades civiles a las que están subordinadas, tienen un papel fundamental en ello. Enseguida, junto con seguir perfeccionando nuestras instituciones democráticas, debemos respaldarlas sin titubeos. Debe reconocerse que la conducción política del país corresponde al gobierno que fue elegido con pulcro respeto a las reglas de nuestra democracia y que, aunque sin duda hay que escuchar a tantos como sea posible en los debates que se vienen, el centro de la deliberación pública es el Congreso Nacional, por muchas críticas que nos merezcan.
Por último, es necesario que los muchos políticos serios que hay en nuestro país resistan las tentaciones populistas y defiendan con claridad las políticas públicas que honestamente crean mejores para el bien común.