Chile despertó por el bien común
El Chile del jueves pasado nunca regresará. Lo que estábamos acostumbrados a aceptar como una realidad ya no lo será más. Este estallido social lo ha dicho fuerte y claro, nos cansamos de las injusticias y las desigualdades, nada puede seguir igual.
La solución que promueve el Gobierno ante todos nuestros problemas van sólo de la mano del "sálvese quien pueda" o del "rascarnos con nuestras propias uñas". Esta forma de hacer política ya no da abasto y ha desencadenado este estallido social. Autoridades que nos invitan a levantarnos más temprano para trabajar más o ahorrar en la locomoción colectiva han constatado una distancia abismal entre la clase política y la ciudadanía.
Un Diputado de Gobierno hace un par de semanas declaró, cada uno es responsable de ir al doctor, mientras le preguntaban por las altas cifras de suicidios en Chile de jóvenes y adultos mayores que ya se han convertido en más allá de lo común. Otro colega de Gobierno ingresó un proyecto para multar a los jóvenes que saltaban el torniquete del metro para eludir su pago. Paradójicamente ese mismo diputado junto a toda su bancada rechazó con su voto aumentar las multas a quienes evaden millones de millones de pesos en el proyecto de la modernización tributaria. Claramente algunos simplemente no están interesados en construir una sociedad solidaria y colectiva.
Hace 17 meses ingresé al Congreso rompiendo todos los cálculos electorales de los mismos de siempre. Desde mi escaño he promovido con fuerza y he trabajado para terminar con muchas de las injusticias sociales que hoy solicita la calle. Lamentablemente muchas veces siento frustración porque no hemos logrado cambiar todo lo que nos gustaría.
Hemos advertido a nuestros colegas que la rebaja de la dieta parlamentaria no es sólo un problema numérico, lo que está en juego es la dignidad y el prestigio de quienes gobernamos. Desde este espacio y a pesar de nuestras legitimas diferencias hago un llamado al diálogo, a la fraternidad y a la no-violencia.
Este es el momento de la historia donde debemos escucharnos para llegar a acuerdos que promuevan el bien común.
Es hora de salir adelante
Hasta que la gente se colmó. La desigualdad y los abusos se mezclaron por demasiados años con la indolencia y la soberbia en un cóctel público-privado que se tornó social y políticamente intolerable. La gente, con razón, se cansó de esperar.
Este agotamiento ciudadano se da, además, en un terreno fértil, como lo es la crisis de credibilidad y confianza que afecta a todas las instituciones, de manera tal que la mesa estaba servida para quienes, visualizando el escenario, están utilizando el descontento ciudadano de una manera irresponsable, populista y para fines políticos alejados del bien común. Todo este escenario lo ha aprovechado, además, la delincuencia, que en turbas han saqueado, robado e incendiado a destajo, causando un sentimiento de temor que se expandió rápidamente. La violencia es inaceptable. Tenemos derecho a vivir con nuestras familias tranquilos y sin miedo. Los delincuentes deben ser severamente sancionados por la justicia y el orden público debe ser restablecido a la brevedad. Pero nada obsta a que desde ya puedan comenzar a resolverse los problemas de fondo, esos que a vista y paciencia de todos vienen arrastrándose por décadas, esa "suma de cosas" que angustia a las familias y que las llevó a decir ya basta. Todos, incluyendo a la clase política, sabemos cuáles son, pero esta última no se hizo cargo. Por eso resulta paradójico que los que están en el origen del problema sean los mismos que, al parecer después de despertar de un profundo sueño, aparezcan ahora tardíamente dando cátedra acerca de lo que hay que hacer.
Llegó la hora de hablar menos y hacer más. Llegó la hora de salir adelante, todos juntos. Para ello, eso sí, se necesitarán cambios importantes y no sólo cosméticos. Cambios en serio, que logren recuperar la confianza ciudadana en un Estado cuyas instituciones se encuentran fuertemente cuestionadas, escasamente valoradas, visualizadas por años como apáticas y desconectadas de la realidad. Y una cirugía mayor así exige liderazgos e ideas nuevas y serias, alejadas del populismo, independientes, competentes y de verdad comprometidas con la gente, que logren generar los cambios que la ciudadanía espera hace largo tiempo y que comenzó a exigir con fuerza.
Marcos Emilfork Konow, ex fiscal regional de Los Lagos. Fundación para la Justicia
Alejandro Bernales, diputado de la República