Sigue el inexorable paso del tiempo, entre los consabidos proyectos y propósitos, sin que se concrete en Puerto Montt la prometida descontaminación visual, consistente en el retiro y soterramiento del enmarañado cablerío aéreo, que ensombrece y ensucia la vista del firmamento en las principales y más concurridas calles céntricas de la ciudad, entre otras arterias poblacionales. Reiterada situación urbana, que no sólo es molesta y deprimente para el transeúnte de a pie o en vehículo, sino que, sobre todo, es un evidente deterioro para la imagen turística que trabaja y merece la capital regional.
Esa desordenada y fea telaraña de cables conductores de energía -entretejida y muchas veces colgando sobre las cabezas de peatones y móviles- es una de las chocante y negativas consecuencias del inmoderado crecimiento inmobiliario y económico porteño.
Se considera que esta ya inveterada problemática se origina en el hecho de que para la mayoría de las empresas de comunicaciones, resulta más barato la instalación de nuevos cables, que reparar o extraer aquellos que ya completaron su tiempo de utilidad.
Cabe recordar que -en julio de 2006- se hizo un intento por erradicar esta basura visual de las arterias céntricas. Hubo participación de empresas telefónica, eléctrica y de televisión. Y se buscaba instalar los cables bajo tierra, según lo que requería el plan de habilitación de un gran bulevar en ese entonces. Tarea en la que ya había dado un ejemplo de aporte realizador la Compañía Telefónica del Sur. En 2018, a su vez, hubo prometedoras reuniones técnicas, en una alianza público-privada, que lideró el municipio local, cuyo exclusivo y prioritario objetivo era el soterramiento de los referidos cables. Todo ello en el marco de un plan de "Mejoramiento del Paseo Antonio Varas", que se realizaría en tres etapas.
Trece años después, -ahora-, parece continuar todo igual, bajo las sombras y descuidado aspecto surgido de las tupidas redes del cablerío aéreo, que tanto opaca a Puerto Montt e incomoda a sus habitantes y huéspedes.