Con Angelmó siempre en la mente y el corazón, los pintores porteños de la Asociación de Artistas Plásticos, que lleva ese nombre en homenaje a la histórica caleta puertomontina, no paran de idear llamativas actividades que estén relacionadas con dar el realce que merece ese simbólico rincón marítimo de Puerto Montt.

Además de los habituales talleres de promoción de su arte, exposiciones de sus obras con una mirada del presente y desde el pretérito, aportes de ornato urbano, entre otros, los pintores de Angelmó, como les agrada ser llamados, en esta oportunidad han preparado -para el próximo sábado 19, desde las 10,30 horas- el evento denominado "Pintando Angelmó". Un novedoso proyecto, que es financiado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, a través de su programa de fortalecimiento de la identidad cultural nacional.

Los protagonistas especiales de esta actividad plástica en terreno, serán los niños -de 9 a 14 años-. Estos no sólo imitarán- por algunos momentos- a las glorias de la pintura local, en el mismo sector bordemar de inspiración de Pacheco Altamirano y sus discípulos, sino que animarán lo que bien podría ser el renacer del gran crisol, donde forjar a las nuevas generaciones del arte plástico sureño. Los pequeños artistas que lleguen a la cita del sábado, recibirán los materiales correspondientes para pintar, después de la necesaria inscripción en la Galería de la Asociación en el sector de los Palafitos de Angelmó.

En paralelo, los emblemáticos pintores puertomontinos harán sus creaciones en varios murales sobre paneles y paredes ya preparados, que permanecerán en la zona de los palafitos. Las temáticas se relacionan con la singular costanera de la caleta y las remembranzas del antiguo Angelmó y su gente.

Bien por los pintores porteños. En sus actividades, mantienen viva la esencia de Angelmó, como el gran sello tradicional y marítimo de Puerto Montt, y se proyectan al futuro, descubriendo a nuevos artistas de relevo, que mantengan encendida la antorcha de la creatividad pictórica.

El 16 de octubre, se celebra en todo el país el día del Profesor y de la Profesora, conmemorando la fecha en que se publicó el decreto ley 678 de 1974, que creó el Colegio de Profesores de Chile, A.G. En estricto rigor, abarcaría a los profesores de Educación Básica y Media, pero se ha extendido a todos los niveles y especialidades que ejercen la función docente, integrándolos en esta celebración. De esta manera, desde los Jardines Infantiles a las Universidades, se festeja. Fechas como estas son siempre importantes para repensar la situación del profesor y de la profesora y más aún en el complejo Chile actual. No es ninguna novedad señalar la pérdida de estatus, de respeto, e incluso de su rol profesional saturado por marcos regulatorios exagerados, donde todos los problemas de la educación se hacen descansar en el docente. Se les hace responsable de actitudes y del rendimiento de los escolares y jóvenes, como si fueran estos últimos 'entes' aislados de sus familias y de la sociedad. Y, sin embargo, ahí están los profesores y profesoras trabajando a pesar de la falta de una comunidad educativa de apoyo, porque la familia está muy ocupada o agobiada y no hay tiempos para criar, amar y educar que son los roles básicos de todo núcleo familiar. Entre los actores que han construido país en nuestros 200 años de existencia republicana, los miles de profesores y profesoras que en los escenarios más variados han estado siempre con los niños y niñas, son de los más importantes. Las condiciones laborales, las distancias, las escaseces, las incomprensiones no han menguado el atender en todos sus aspectos a sus alumnos en forma integral, acogiendo sus penas, sus alegrías junto con sus aprendizajes. En esta sociedad líquida donde las instituciones y los líderes se han caído, los profesores aún siguen siendo los referentes para la mayoría de los alumnos. Por tanto, en estas fechas y en todo el año, honrémoslos con afecto, comprensión, reconociendo su rol formador de personas integrales, pero que no pueden hacer solos esta compleja labor, que es de la sociedad entera. ¿Puede haber algo más importante que formar un ser humano? En ello está el Chile que queremos. Valoricemos el actuar docente.

M. Victoria Peralta.