Apartir del desafiante discurso de la adolescente sueca Greta Thunberg, en la Cumbre del Clima de la ONU, el tema del cambio climático, el cuidado del medio ambiente y la "agenda verde" en general, se instaló en el mundo entero como un asunto prioritario para cualquier agenda. Los movimientos sociales en tomo a estas causas cobraron mayor fuerza y visibilidad, la política tuvo que redefinir sus urgencias -más aún con la COP 25 a la vuelta de la esquina-, y no hay proyecto posible de desarrollar ni de autorizar, si acaso no es "amigable" con el entorno.
La irrupción de Greta ha cambiado el escenario, y más allá del tono del mensaje o del fondo del mismo; lo cierto es que debiéramos quedarnos con otros dos aspectos que se refrendan con este capítulo. Primero, que la forma que tiene la ciudadanía de relacionarse con el poder de un tiempo a esta parte es distinto a lo establecido; y de ahora en más, los movimientos sociales, que empatizan con una causa y se conectan a través de las redes sociales o plataformas digitales; son capaces de desestabilizar a cualquiera. Y la segunda lección que debiéramos sacar al respecto, es que como sociedad tenemos que aprovechar este fenómeno que es mucho más profundo que una moda pasajera, y que tiene en los niños y adolescentes a sus principales actores.
De cara a la COP 25, el Gobierno busca a los "niños planeta", pero lo cierto es que más allá de aquel liderazgo que se persigue para la ocasión; ésta es una oportunidad para fomentar decidida y sistemáticamente la conciencia ambiental en las generaciones que ya están tomando un rol importante en esta transformación mundial, donde las "comunidades con propósito", que le dan una vuelta a todo lo que reciben y consumen, es cada vez más potente; y nuestra zona, que es rica en diversos aspectos y que aún posee una reserva natural que servirá de oxígeno para el mundo entero; debiera tomarse en serio este proceso, instalando programas que estimulen y fomenten la conciencia verde que tantos beneficios nos traerá. De manera que es tiempo de subirse a este carro, que llegó para quedarse.