Anteayer se conmemoró simultáneamente el Día Nacional de la Cueca, del Huaso y de la Chilenidad, y me parece que es un excelente momento para realizar una reflexión respecto a estas fechas, su importancia para las nuevas generaciones y el respeto que le deben quienes deciden establecerse en nuestro país para iniciar una nueva vida. Más de un millón de personas han llegado a Chile procedentes de países como Haití, Venezuela, Colombia, Perú y otros, solamente considerando el período más reciente. Desde siempre, he creído que la migración no debe ser tomada como una amenaza, sino como una característica de la modernidad -que hoy golpea con más frecuencia la puerta chilena- que conlleva una multiplicidad de acciones tendientes a la buena convivencia y la adaptación. Allí quiero detenerme. Estando muy de acuerdo con que los migrantes deben recibir condiciones de vida y no de subsistencia, y en tal sentido los accesos a diversas atenciones, especialmente en salud deben facilitarle el entendimiento de idioma, también considero que el trabajo de todos debe ir en la línea de ayudarlos a adaptarse a Chile y no al revés, que chilenas y chilenos debamos intentar flotar en un mar de "nuevas patrias". Que se entienda bien. Una cosa son las costumbres, la gastronomía, los gustos musicales, todo lo cual es valioso cuando enriquece una cultura madre, pero algo distinto es la intención de modificar tradiciones nacionales que contienen historia, orgullo, arraigo y que, desde siempre, han representado a la totalidad de un país, sin una mirada desfragmentadora. Conmemorar el aniversario de la Primera Junta de Gobierno es mucho más que eso. Es la parrilla, la chicha, los volantines, la cueca, el folclor nacional en su punto de ebullición, el amor por nuestra bandera, desfiles y actividades costumbristas. Y es, también, un espacio en el calendario anual donde nos reencontramos con nuestra independencia territorial, la que debemos estar siempre dispuestos a defender. En este "18" deseo que dentro de las celebraciones, en cada familia y cada individuo reflexione y dialogue sobre el verdadero valor de nuestro Chile, tierra generosa y amigable, pero que puede perder su genuino latido y sus tradiciones.

Javier Hernández Hernández.

En el Día de las Glorias del Ejército de Chile, -hoy 19-, que alcanza su máxima expresión celebratoria en la Gran Parada Militar en Santiago, desde Puerto Montt y esta provincia, la adhesión a este hito conmemorativo nacional bien vale la pena estamparla en una muestra de afecto y admiración hacia el señero y representativo Regimiento "Sangra", que después de una larga vida en esta capital regional, debió emigrar en 1992 hacia Puerto Varas.

Según refrenda la historia, esta apreciada organización militar surgió en 1901 en Puerto Montt como Compañía de Infantería Montada O'Higgins, transformándose en 1909 en regimiento de infantería Llanquihue, en un predio de calle Ejército donado por la familia Tinhel. En 1930, se convierte en la unidad de infantería Lautaro y en 1933 pasó a ser el grupo de ingenieros Concepción, y el 10 de noviembre de 1937, a instancias del Presidente Arturo Alessandri Palma, deviene en Regimiento de Infantería 12 Sangra (del general Marcial Pinto Agüero desde 1938), dependiente de la IV División del Ejército con guarnición en Puerto Montt. Y tras un extenso período, en 1992, -por necesidades de más espacio de uso militar-, el Regimiento Sangra debió trasladarse, hasta hoy, a tierras puertovarinas.

Tal cual es el espíritu y misión del Ejército chileno desde siempre, comprometido con la defensa de su soberanía y de los grandes valores de identidad nacional, el Regimiento Sangra no sólo se ha ocupado de una alta formación militar y laboral de generaciones de soldados, pues nunca ha dejado de servir al progreso y a la paz , y al bienestar social de nuestra región. Como así lo han ratificado tantas veces sus valerosos efectivos -en patrióticas campañas- mediante eficientes incursiones de auxilio y apoyo a la gente sureña, con motivo de violentos desastres telúricos en 1950, 1960 y 2010, al igual que en las erupciones volcánicas y otras tragedias derivadas de catastróficos aluviones e inundaciones.

De ahí, el agradecido y afectuoso saludo puertomontino -hoy 19- al glorioso Sangra en el Día de la Glorias del Ejército de Chile.