Con prudencia y amor a la Patria
Las mejores Fiestas Patrias son aquellas celebradas en patriótica dignidad, reflexión unificadora y solidario convivir.
Con un Puerto Montt, capital regional, ojalá cubierto de emblemas tricolores y nimbado por un profundo amor patriótico de sus habitantes, -en estas sagradas fechas (18 y 19) del cumpleaños libertario y soberano de Chile, y glorias de nuestro Ejército-, llueva o truene, puertomontinos y sureños se adhieren a los festejos del acontecimiento, felices y esperanzados.
Fervor, alegría, orgullo, gratitud a nuestros antepasados, brindis y honores, enmarcarán las celebraciones locales en cada hogar y familia. En las ramadas tradicionales de la Costanera y en la Fiesta de la Chilenidad en el Parque La Paloma. En el Te Deum de gratitud al Señor en la Catedral, por la hermosa, próspera y promisoria Patria recibida y en forjamiento. En el Desfile, junto al mar del apacible Reloncaví, al gallardo y emocionante compás de los sones militares…
Lo relevante será una participación ciudadana -en las fiestas- entusiasta, pero digna y mesurada, prudente y cuidadosa. Como recomiendan las autoridades, en las que no se incurra en excesos en el consumo de alcohol, que derivasen en violencia o en accidentes fatales. O en imprudencias en nuestros parques nacionales, utilizando fuego que pudieran provocar catastrófica destrucción y fuerte daño medioambiental.
Lo principal es que estas actividades de conmemoración nacional, motiven a una sana reflexión personal en cada uno. Sobre todo, para aquilatar lo valioso y fundamental que es trabajar y convivir siempre unidos por Chile. En respeto, consideración y solidaridad.
Al amparo -todos- de esa bandera tricolor, que nos clama mancomunidad fraterna, honestidad en el proceder, austeridad en el día a día, generosidad con el más débil. Menos egoísmo y avaricia. Como chilenos que se quieren y aprecian los unos a los otros -dando también un lugar digno al inmigrante-, y regionalmente, a la altura de países que saben desarrollarse integralmente, confiados en la inquebrantable voluntad progresista y sabiduría lugareña de sus visionarios y emprendedores habitantes.