Nadie pone en duda hoy, que Deportes Puerto Montt es un plantel de jerarquía, contundencia y cohesión futbolística, convicción y mística ganadora, fuerza y entrega, que -con su elogiable rendimiento reflejado en el liderazgo de lo que va del torneo de Primera B-, ha devuelto la esperanza puertomontina de ascender, por fin, esta vez a la división de los grandes del balompié rentado chileno, donde incursionó entre 1996 y 2001, regresando en 2002 y descender en 2007.

Sin embargo, mientras la escuadra del velero rinde cada vez más en la "operación volver", abriendo expectativas palpables y cercanas, la hinchada puertomontina y el empresariado con recursos siguen renuentes a jugarse, también, el todo por el todo por la causa. Aunque deba reconocerse que en las últimas presentaciones locales de Puertogol, se ha observado un incremento en la concurrencia de público al Estadio en Chinquihue. Pero no lo suficiente, como para reconocer un respaldo potente y masivo en ese reducto, de la estatura de la gran campaña del club local. Y que -a estas alturas del certamen- debería manifestarse cada vez en mayor plenitud y fervor, para asegurar los puntos de anfitrión.

Frente a Cobreloa (1-1), por la importancia del cotejo, se pensó en un lleno del estadio porteño; pero había varios claros. No estaba completo… La trascendencia de los lances en esta etapa decisiva de la justa, convoca y clama un apoyo más rotundo de la afición puertomontina. De las familias que gustan del fútbol y tienen tradición deportiva. De la juventud, que aprecia en el popular deporte un promisorio futuro… Un ambiente positivo, animador, optimista, reforzador, que refleje lo que es -muy de veras- la influencia del llamado "jugador número 12" en los equipos que siguen y les representan. Que los levantan -con su entusiasmo y fe- cuando decaen y le infunden a su elenco avasalladora garra triunfal.

¡Eso es lo que hace falta a los puertomontinos! Cuando nuestro club abanderado en el fútbol profesional, se acerca al objetivo, hay que apuntalarlo y empujar, hasta lograr la conquista. ¡Entre todos!

Iniciamos semanas intensas en nuestro país, donde la memoria de los hechos que marcaron nuestra historia está abierta. ¿Qué valoramos en estos días de septiembre? ¿Los símbolos que nos han entregado o impuesto socialmente? ¿Los ritos y celebraciones? ¿Estos son un real contenido para el patrimonio de una nación? En el entendido que el patrimonio cultural es un eje esencial para promover la paz y el desarrollo social, ambiental y económico sostenible, debemos recordar que el patrimonio de una nación reside en sus personas y su diversidad creativa. Es decir, por el solo hecho de ser una persona en este país se tiene un valor innato, el derecho al respeto por su historia, cultura y diversidad. Chile, que parece el país más seguro de Latinoamérica, enfrenta a sus ciudadanos y ciudadanas, constitutivos de su patrimonio, a una profunda desigualdad social y cultural, muchas veces acompañada de violencia directa, simbólica y estructural, y otras veces silenciosa. Situación que genera inseguridad en su cotidiano, así como desapego y desconfianza con el otro. Una verdadera dicotomía nacional entre el parecer y el ser. Esta desigualdad impacta en nuestro entramado social, nos hace perder la oportunidad de ser comunidad y construir un relato que nos involucre a todos y nos permita movilizarnos hacia los cambios con sentidos.

¿Cómo enfrentarán, durante septiembre, los líderes de nuestra sociedad esta dicotomía nacional entre parecer y ser? ¿Enfatizarán la cáscara o el contenido real? ¿Mirarán a largo plazo y con rostro humano a la comunidad, y valorarán a las personas como el patrimonio más importante de una nación?

Si bien el patrimonio de una nación está en sus personas, es una riqueza frágil. Una vez perdida no es recuperable, lo cual es aún más significativo dados los apremiantes desafíos a los cuales nos enfrentamos hoy como humanidad, donde a las históricas desigualdades se suma el cambio climático y la pérdida de la biodiversidad. Momentos en que, como nunca, nos hace falta y urge un proyecto de nación para todos los chilenos y chilenas.

José Albuccó, académico de la U. Católica Silva Henríquez y creador del blog Patrimonio y Arte.