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Analfabetos viales

Alejandro Torres Flores, Académico de la Escuela de Ingeniería, U. Central. Alejandra Mosso. Coordinadora Alumni Universidad Andrés Bello sede Concepción-Talcahuano.
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En 1976, el estadounidense James C. Fell definió un accidente de tránsito como "falla en el desempeño de las habilidades requeridas para conducir o una alteración notable de las condiciones de la vía o del vehículo. Los factores que desembocan en un accidente de tránsito surgen dentro de una compleja red de interacciones entre el conductor, el vehículo y la vía, en unas determinadas condiciones ambientales". El accidente de tránsito que ocurrió en San Francisco de Mostazal el pasado 29 de julio tuvo el siguiente contexto: pavimento mojado por las precipitaciones de lluvia, vehículo pesado que circula a velocidad inadecuada para las condiciones climáticas del momento y además con graves fallas mecánicas; es decir, se dieron todas las condiciones para prever con bastante certeza que el resultado iba a ser el que se produjo, un accidente de tránsito con víctimas fatales y heridos graves. Desde hace mucho tiempo que las investigaciones de accidentes de tránsito concluyen que estos no son hechos fortuitos e inevitables, sino que al contrario, el accidente de tránsito es una consecuencia de alguna falla evitable y predecible dentro del sistema vial. ¿Cómo evitar o mitigar sus efectos? Actuando de manera preventiva y estratégica sobre los factores que los provocan: conductor, infraestructura y vehículo.

Suena simple, pero no lo es tanto, sobre todo cuando no se cuenta con los recursos necesarios para ello. En ese sentido, es necesario partir por una institucionalidad fuerte que tenga injerencia y presencia constante en las empresas de transporte de pasajeros (más que fiscalización, presencia en la dirección de una unidad central que realice control de gestión sobre la operación de buses interurbanos), en las escuelas de conductores (forma y fondo de lo que allí se enseña, en todos los cursos para obtener la licencia de conducir) y creando conciencia y cultura vial en todos los actores de la sociedad a través de programas de educación vial desde edades tempranas.

Nuestra poca o nula cultura vial, hace que no percibamos el riesgo intrínseco que conlleva el uso del espacio vial (como peatón o conductor), lo cual trae consigo conductas muy arriesgadas, como no advertir las condiciones de la vía y ambientales, entre otros.


Educación y el


trabajo del futuro

Se están produciendo cambios en el mundo del trabajo. Los procesos de automatización, el cambio en las políticas en materia medioambiental y hasta las legislaciones en curso en términos de extensión horaria, nos hacen pensar que la realidad que conocemos hoy, en pocos años se va a ver claramente modificada. Esto representa, sin duda un desafío para las instituciones que forman a los profesionales del futuro.

Necesitamos innovación, adaptabilidad, productividad, generar balances entre la vida personal y el trabajo, ambientes más saludables mental y físicamente, nuevos modelos de negocios alternativos a la explotación de los recursos naturales, etcétera.

La relación que existe entre las universidades, empresas y egresados se hace imprescindible en nuestro país, puesto que nos encontramos insertos en una cultura de trabajo colaborativa, ya sea del sector público o privado, donde la transferencia de conocimientos se ha trasformado en la base fundamental al momento de relacionarse, reflejándose en un crecimiento mutuo y efectivo de las empresas las cuales se apoyan en de las instituciones de educación superior que generan las diversas innovaciones a través de la investigación, desarrollo y transferencias tecnológicas, trabajando de esta forma en un objetivo común, el desarrollo y progreso del entorno.

Para lograr la vinculación y relación entre las distintas partes, se requieren de estrategias que favorezcan dicha actividad. Es por esa razón la importancia de la creación de la dirección de egresados en las instituciones de educación superior.

La relación continua con las empresas, el sentido de pertenencia de los egresados con su casa de estudios y la motivación constante a la innovación logra ser una herramienta transversal de utilidad, tanto para la institución educacional, como para los egresados y empleadores generando así un puente entre la academia y la industria, simplificando el acceso a los recursos de las universidades, generando alianzas y colaboraciones con el entorno, pudiendo además identificar nuevas oportunidades para la comunidad estudiantil lo cual se verá reflejado en futuras oportunidades laborales.