Redacción
Kimberly Valencia lleva poco más de cuatro meses en Puerto Montt y ya se volvió una fanática de las cholgas secas, uno de los productos más típicos de la gastronomía de los canales australes.
Originaria del puerto colombiano de Buenaventura, fue parte del curso de cocina chilena para mujeres migrantes desarrollado por la Seremi de la Mujer y Equidad de Género en los talleres de la carrera de Gastronomía del Centro de Formación Técnica Santo Tomás. Ella, junto a otras 18 participantes, recibió esta semana la certificación del taller que buscó integrar -a través de nuestra comida más típica- a quienes han llegado a vivir a estas latitudes.
"En el curso por primera vez que probé los mariscos secos ahumados y me encantaron. La cazuela de cholgas secas me sorprendió por la intensidad de su sabor. Es un producto que de ahora en adelante voy a buscar en los mercados, para preparar esa sopa", contó en la ceremonia de entrega de diplomas que se desarrolló en la Gobernación Provincial de Llanquihue.
Junto a mujeres provenientes de Colombia, Venezuela, Argentina y Haití, además de algunas nacionales, Kimberly conoció de la mano de los chefs y cocineros de la Agrupación Gastronómica de Los Lagos (Agall) y gracias a ingredientes aportados por SalmonChile, los secretos de 12 preparaciones tradicionales sureñas. Cazuelas, charquicán, luche, cochayuyo, sopa de pantrucas, caldillo de congrio y porotos con riendas fueron parte del recetario.
Esta última preparación también despertó sus sentidos. Y es que varias de las migrantes, además de conocer nuevos sabores, buscaron cierta familiaridad en algunos platos chilenos con aquellos que dejaron en sus tierras de origen.
"En Colombia tenemos los frejoles blancos, y son muy parecidos a los porotos de Chile, pero la preparación cambia. Encontré muy buena la combinación de porotos con tallarines y zapallo. Además nuestros frejoles los servimos más secos, y acá los porotos son como una sopa", detalla Kimberly.
Una sensación similar es la que experimentó Marlene Ramírez, quien llegó hace un año y medio a Puerto Montt desde la península venezolana de Paraguaná, y que en el curso se sintió acogida por el sabor del caldillo de congrio.
"Vengo de la ciudad de la ciudad portuaria de Punto Fijo, y el caldillo de congrio me hizo recordar algunas preparaciones con pescados de mi país, aunque se trata de un sabor más intenso con toques picantes", detalla.
En cuanto a la experiencia del curso, sostuvo que "fue una gran oportunidad para compartir con mujeres de distintas partes de mujeres de América Latina, en un espacio tan íntimo como lo es la cocina. También fue una manera diferente de la aprender de la cultura chilena, de la mano de chefs que nos transmitieron la historia de los platos".
Integrar y escuchar
Para la seremi de la Mujer y Equidad de Género, Viviana Sanhueza, la realización del taller de cocina chilena también fue una oportunidad.
"Esta actividad nos permitió acercarnos a las mujeres migrantes y en un espacio colaborativo como es la cocina compartir con ellas parte de nuestra cultura. Allí conocimos sus inquietudes, necesidades y problemáticas. Esto es parte de la migrada integral que debemos tener en los temas de mujer, porque cuando el Presidente Sebastián Piñera nos habla de ordenar la casa en materia de migración, también está el compromiso de contribuir a mejorar su calidad de vida en múltiples aspectos", dijo.
Aún cuando un tercio de las participantes del curso eran haitianas, la barrera idiomática no fue un problema en el desarrollo del curso. El chef Mario Carrasco, jefe de la Carrera de Gastronomía Internacional y Tradicional Chilena de Santo Tomás Puerto Montt, precisó que "la cocina es un idioma universal, y todos nos entendimos a la perfección. Las mujeres lograron un alto nivel en sus preparaciones y eso nos dejó muy conformes, por lo que bajo la mirada de la vinculación con el medio de nuestra institución esperamos seguir desarrollando actividades de este tipo".
Marcelo Torres, investigador culinario y presidente de Agall puso su mirada en la constante construcción del patrimonio gastronómico.
"Cuando hablamos de patrimonio hablamos de una herencia que se construye en el tiempo, y en la gastronomía pasa lo mismo, ya que nuestra cocina es mestiza. Hay aportes de los pueblos originarios, de los españoles, de los árabes y de europeos como los alemanes, y hoy nuestra cocina se está enriqueciendo con los aportes de estos nuevos migrantes. Para nosotros también fue una oportunidad de aprender de la cultura de estas mujeres y de su cocina", dijo.