Una noticia que debe complacer a la comunidad, es la decisión del municipio de iniciar el proceso de construcción del inédito Plan Comunal de Cultura, que se está nutriendo de valiosas opiniones de gestores culturales, funcionarios del rubro, directivos y artistas.

En una encomiable decisión, la confección de esta política municipal alude en primer término a identificar las distintas expresiones que se desarrollan en el territorio, en un proceso exploratorio que debe enriquecer el conocimiento de nuestra realidad, para levantar un ducto -o ideario, si se prefiere- que canalice a los distintos colectivos sociales.

Hasta ahora, pareciera ser que existen buenos ejemplos individuales o de organizaciones, sobre sus esfuerzos para construir carteleras u ofertas culturales, pero no existe un marco general que indique qué buscamos en patrimonio, arte, expresiones musicales; cómo establecer nuestra identidad conjunta.

Las diferentes dimensiones de la cultura se abordarán en talleres, recogiendo estas visiones de los distintos actores, y así evitar que las narrativas se marginen y operen desde la resistencia cultural.

La tarea es encarada por el encargado de la Oficina de las Culturas, Arturo Vera, quien tiene en sus manos una labor clave -y desafiante- para impulsar estas definiciones y marco institucional. Y este trabajo, que debiera desembocar en importantes instrumentos de gestión municipal, es el primer paso para responder a ¿qué somos y significamos para los demás?, ¿qué nos representa y cómo nos entendemos como grupo social?

El Plan Municipal de Cultura es el vehículo que comienza a andar y que deberá aportar una memoria para proponerla a una Convención amplia y pública. Esta participación, que ya entusiasma, abre un camino virtuoso para conocerse a sí mismos y ubicar en los planos y densidades culturales, temas tan relevantes para la existencia, como la tradición navegante, Monte Verde, el borde costero y las islas australes, la colonización y los pueblos originarios. Y así, ir vislumbrando quiénes somos, a carta cabal.

La identidad se forma con múltiples factores, y uno de ellos es la gastronomía. El qué comemos, cómo preparamos nuestros alimentos y los ritos sociales establecidos en torno a ellos son parte de nuestra idiosincrasia. Las recetas familiares, nuestros platos típicos, las preparaciones festivas son un símbolo territorial, una muestra de la cultura y de la naturaleza que nos define como humanos. Son una expresión del arraigo a un determinado lugar o grupo de personas.

Hecha esta reflexión lo invito a dejar de leer con los ojos, para interpretar las palabras con múltiples sentidos, pero sobre todo a imaginar sabores y aromas. El domingo 4 de agosto una fila de parroquianos con ollas, fuentes y asaderas se reunió al interior de la Quinta Compañía de Bomberos "Bomba Reloncaví" de Puerto Montt. Estaban a la espera de sus perniles con puré y chucrut, en un tradicional beneficio de los "chicos buenos" del sector Mirasol. Desde la cocina de la unidad filtraba hacia el lugar de espera un exquisito aroma, que incrementaba el apetito de los concurrentes a este rito del barrio.

En tres oportunidades en el año, los voluntarios de la "Bomba Reloncaví" preparan este plato que es parte de la herencia culinaria de la colonización alemana del sur de Chile. La textura cremosa del puré, el sabor intenso del pernil de cerdo y la equilibrada acidez del chucrut, fueron el menú de cientos de familias que disfrutaron de la preparación en la privacidad de sus hogares, ya que se trata de un menú para llevar.

En todo caso el "pernil quintino" no es el único del territorio de Melipulli. La Segunda Compañía "Germania", una de las fundadoras del Cuerpo de Bomberos de Puerto Montt que ya tiene 154 años de servicio a la comunidad, tiene una versión pública de este plato. Con algunas sutiles diferencias -su pernil es deshuesado y el chucrut lleva tocino- la preparación se sirve en los salones del Club Alemán de Puerto Montt, en el marco de una fiesta bailable familiar, evento que se realiza dos veces años. La primera de 2019 fue en mayo, y se espera su segunda versión para noviembre.

Pero no sólo de pernil viven los bomberos en Puerto Montt. La Sexta Compañía, emplazada en tradicional Barrio Puerto es famosa por sus curantos, plato que también preparan con destreza los voluntarios de la Novena Compañía "Bomba España" de Alerce, quienes suman a su menú los milcaos fritos, receta que está en el ADN culinario de Puerto Montt. Todo se ofrece para llevar. Y es que la identidad culinaria de una comunidad también se construye a diario en sus platos de cuartel, tanto en los de caballeros del fuego que son el reflejo de la sociedad organizada, como en las instituciones permanentes de la República… que al menos en la Armada de Chile se vive cada jueves con el abundante menú naval de empanadas de horno, cazuela de ave y mote con huesillos. Todos estos elementos forman parte de nuestro patrimonio culinario, sin duda el lado más sabroso de nuestra cultura.