Durante gran parte de la historia las personas han temido a los hongos, asociándolos con lo tóxico y lo podrido, lo que atrasó su estudio y les dio una reputación negativa. Es recién en estos últimos años que se ha prestado más atención a los beneficios que nos proporcionan. No son plantas ni animales, ellos conforman su propio Reino, el Reino Fungi. Quizás no lo sepamos, pero los hongos son lo que mantienen a un bosque sano. La asociación milenaria que tienen los hongos con las plantas ha sido clave para el desarrollo del planeta y la vida como la conocemos actualmente. A simple vista no se ve, pero bajo tierra existe un cuerpo llamado micelio, que es el verdadero hongo con aspecto de hilos entrelazados. Este muchas veces se une con las raíces de las plantas para que éstas obtengan nutrientes y agua. La asociación benéfica que se genera es la micorriza y se le conoce como "el internet del bosque". ¡El ser vivo más grande del mundo es un hongo! Nuevas especies de hongos son descubiertas cada año en las expediciones que realizan equipos de micólogos y micólogas a lugares recónditos, parques nacionales y reservas destinadas a la conservación. Desde Fundación Fungi lideramos grupos de científicos que aportan al conocimiento de la Funga de Chile, al estudio e investigación de estos organismos, y gracias a estas investigaciones tenemos una visión más integrada de lo que ocurre en la naturaleza. Y poco a poco se ha generado una creciente popularidad del Reino Fungi, y la gente se está animando a conocer sobre ellos más allá de los textos e intentan buscarlos en persona, experiencia de reconexión con la naturaleza personal, transformadora y enriquecedora. En la Región de Los Lagos existen varios parques nacionales para descubrir el Reino Fungi, como el Parque Nacional Alerce Andino, Hornopirén, Pumalín Douglas Tompkins. La invitación es a reconectarse y cuidar la naturaleza, es la oportunidad que tenemos. Justamente sobre la relación de los hongos con la vida del planeta y la importancia de las áreas protegidas estaremos conversando la próxima semana en Frutillar y Puerto Montt en un panel organizado por Amigos de Los Parques y Ladera Sur.

Guiliana Furci.

Una zona de interés turístico local, ha sido -en toda propiedad-, desde antaño, el sector Pelluco de Puerto Montt. Junto a la Puntilla de Tenglo, el referido balneario (incluso así lo denominaban) conformaba el binomio ícono más apetecido por los visitantes hace ya más de cincuenta años, cuando la temporada veraniega era más marcada y benigna. Tiempos aquellos en que era habitual ver en revistas nacionales de turismo (En Viaje, de FF.CC. del EE., por ejemplo) bellas fotografías en colores, y blanco y negro, de estos hermosos parajes marítimos y sus tentadoras playas, inundadas de felices turistas.

Ya en otros tiempos e impresionantemente crecido Puerto Montt y confuso para contener esa acelerada irrupción demográfica, tanto Pelluco como Tenglo (puntilla) se quedaron en el pasado y no se modernizaron oportunamente. Como siempre, muchos proyectos de grandes balnearios, pero nada concreto. Salvo entusiasmos pasajeros, el descuido en ambas áreas costeras se ha integrado al paisaje. Y cuesta entender cómo a un sector que es -históricamente- turístico, como Pelluco, hoy en día se le está proponiendo para su transformación en Zona de Interés Turístico. Lo es desde siempre, por el paisaje que lo impregna. Aunque no en cuanto a capacidad residencial, por su evidente atraso en provisión de agua potable y alcantarillado. No obstante lo cual, las edificaciones no cesan de surgir sin control, como ya lo han denunciado los vecinos que se oponen a este desborde. Demandan coordinación del crecimiento en densidad en Pelluco entre las reparticiones públicas y las factibilidades de los servicios. La amenaza es la incapacidad evacuatoria de las aguas servidas y aguas lluvia, además del suministro de agua potable cuyo eje operativo no coincidiría con los límites del radio urbano de esta zona.

Nadie duda que Pelluco es turístico y que amerita valorarse como el gran acceso a la Carretera Austral. Y que como tal debe hacer valer sus patrimonios humanos y de historia, junto con modernizar su entorno, pero sin daño ecológico ni a esa esencia.