Adelantarse a planes de descontaminación
No hay que esperar que Puerto Montt llegue a los niveles de Osorno y Temuco, podemos prevenir.
La semana pasada, en el marco de la campaña "Nuevo Aire" que impulsa este Diario, iniciamos una serie de reuniones temáticas, justamente para abordar aquellos aspectos que cruzan transversalmente este problema de salud pública, con el fin no sólo de crear conciencia y educar a la población sobre el uso de la leña, la aislación térmica o múltiples otros factores que inciden en este fenómeno; sino que también con la ilusión de construir un plan comunal o intercomunal, que nos permita hacer frente al problema antes que sea demasiado tarde.
La burocrática estructura del Estado, hace que de alguna manera todos estemos esperando que lleguen las declaratorias respectivas, para de verdad preocuparnos por el tema. Puerto Montt, a diferencia de Osorno y Temuco por ejemplo, tiene la oportunidad de adelantarse para prevenir consecuencias mayores y así minimizar los impactos asociados. Urge adelantarse a los planes de descontaminación ambiental, incluyendo el recambio de calefactores y la aislación térmica de las viviendas; pero de manera integral, sostenida en el tiempo y con una mirada regional de largo plazo.
Este tema ya se esbozó durante la temporada pasada, y no puede seguir siendo sólo una declaración de buenas intenciones; hay que activar un plan local; pero para eso, es necesaria una mayor articulación entre los diversos servicios y un compromiso real, con la autonomía necesaria que nos permita efectivamente hacernos cargo del problema.
La tarea no es fácil, porque es un problema muy amplio. Sus causas son multifactoriales y hay una serie de eslabones que atacar. Ciertamente hay que partir por la educación de la población en general y de los niños en particular; se trata de un cambio de mentalidad, para ser más sustentables. Hay que poner atención a la trazabilidad de la leña, para ver de qué manera abordarlo. Porque no basta con satanizarla, también genera mucho empleo, y querámoslo o no, es parte de nuestra idiosincrasia. De manera que la solución no es eliminarla.
De hecho, el mercado informal que hay en torno a ella, haría inviable una medida de ese tipo. Y capítulo aparte es el uso de los calefactores o la aislación térmica, dos elementos claves en la conservación del calor. O el uso de múltiples fuentes calóricas, para distintos espacios y horas del día.
En fin, el desafío es enorme. Y por lo mismo, es absolutamente imprescindible que comience un trabajo en conjunto entre diversos organismos, tanto de Gobierno, como municipales, privados y de la academia, para elaborar un plan que nos permita mejorar la calidad del aire, y tener ante esta realidad, una actitud preventiva y no reactiva.