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Coreógrafa de talento mundial hará brillar a Teatro del Lago en Semana Santa

RESIDENCIA. La española Avatâra Ayuso se ha integrado con fuerza en el staff frutillarino y este fin de semana presenta espectáculo.
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María Consuelo Ulloa

Aunque la danza siempre estuvo presente en su vida, fue hace algunos años cuando decidió dedicarse de lleno a ella y desde ahí generar cambios en el mundo. Avatâra Ayuso, coreógrafa, investigadora de la danza y académica, ha dedicado parte importante de su carrera a promover los derechos de las mujeres y a realzar su voz a través de esta disciplina, lo que ha logrado gracias a AVA Dance, su propia compañía con la gira por el mundo desde 2008, haciendo obras interdisciplinarias y colaborativas con artistas de distintos continentes.

Estudió ballet en el Conservatorio de Mallorca, se graduó de filología y lingüística en la Universidad Complutense, luego migró a la London Contemporary Dance School, desarrollando una talentosa trayectoria que hoy la tiene como colaboradora del Royal Opera House, como coach del programa de baile joven de la BBC, entre otras muchas labores.

Además, este año será la artista en residencia 2019 de Teatro del Lago, y tendrá a cargo la coreografía del Puedes Bailar de esta temporada. A ello se suma que está a cargo de la coreografía de Sunrise Mass, espectáculo que se estará este viernes y sábado, a las 19 horas, como parte del Festival de Semana Santa de Teatro del Lago, el que tendrá como protagonistas a los estudiantes de la Escuela de Danza del centro cultural.

Sobre las labores que está realizando en Frutillar, además de parte de su historial como profesional, contó la joven artista a El Llanquihue.

-¿Cómo ha sido la experiencia como artista en residencia en Teatro del Lago?

- Cuando me propusieron venir a aquí, no conocía Teatro del Lago. Mi primer contacto fue por internet y con lo que me contaban, y ya me fascinó; el tipo de programación que tiene, la filosofía que tiene respecto a la educación, con la que queda muy clara cuáles son sus objetivos, y eso me gustó mucho, porque no hay muchos teatros que trabajen así. Eso me emocionó y me dieron más ganas de conocerlo. Cuando llegué -hace cuatro semanas y media- se unió el entorno natural y la arquitectura de este edificio, lo que le daba otra dimensión a toda esta filosofía.

O sea que, de entrada, ha sido como un pequeño paraíso. Ha sido muy fácil integrarme con el equipo, son muy cálidos y hacen muy bien su trabajo, creen en lo que hacen, eso cambia mucho la relación con el artista.

- Y el proceso de preparación para Sunrise Mass junto a los jóvenes, ¿que te ha parecido?

- Todo ha sido un apoyo a mis ideas, a lo que yo pedí a la hora de ensayos con los alumnos, quienes han vivido un proceso muy intenso y muy nuevo para ellos. La pieza de Semana Santa ha crecido más de lo que originalmente era. Han tomado mis propuestas y las de la diseñadora, por lo que el proyecto ha ido aumentando, pero todo de manera muy coherente.

Hay que decir que los bailarines son de unas edades muy diversas -de 15 a 30 años- y eso siempre es un reto para el coreógrafo. Eso crea unas dinámicas muy distintas, por otro lado, el que haya estudiantes con artistas más maduros, les ayuda a motivarse. Les he llevado en estas semanas a un mundo donde todos estamos compartiendo las mismas ideas, la manera de trabajar, la disciplina y el ritmo que yo quiero, y lo han abrazado muy bien. Los alumnos tienen mucha dedicación y eso se agradece mucho. Lo más lindo es ver cómo han crecido.

- ¿Qué te gustaría transmitirle al público con este espectáculo?

- Esto no es una producción de fin de curso, sino que el público verá algo profesional. Se verá una colaboración de distintas disciplinas artísticas; por supuesto danza, música, coro, escenografía e iluminación y eso creo que es importante, porque todo eso estará integrado para crear un solo mundo. Entonces, yo creo que lo que hemos conseguido es una experiencia visual y acústica muy especial. Espero que la gente salga inspirada y que esta obra les haga reflexionar sobre la condición humana.

-Tu colaboración con Teatro del Lago seguirá con el programa Puedes Bailar!, ¿qué realizarás con ese grupo?

- Son cerca de 70 jóvenes a quienes se les hará una introducción a la experiencia estética de la danza, para ayudarles también a que crezcan como personas. Ese proyecto, de momento, sólo lo he estado hablando con el equipo que se hará cargo de trabajar con ellos durante seis meses, para decirles el tipo de conocimiento que necesito que los alumnos tengan para cuando yo venga el último mes y medio.

He hecho labores así en Europa y me parecen muy importantes, porque de verdad cambian la vida a las personas. A lo mejor uno o dos de ellos se dan cuenta que tienen una arista artística y te encuentras con muchos talentos que pueden tener futuro, así que estoy muy emocionada.

- ¿Qué puedes contar sobre tu último proyecto desarrollado a través de tu iniciativa AWA DANCE (avanzando en las aspiraciones de mujeres en danza por sus siglas en inglés), en donde trabajaste con mujeres refugiadas?

- Lo importante de ese programa es para empoderar a las mujeres a nivel artístico, usando la danza como una herramienta para empoderar también su liderazgo, entendido de muchas maneras. Es una iniciativa de mujeres que apoyan a mujeres y el apoyo puedes ser de las mayores a las jóvenes y al revés. Hay muchas maneras de entenderlo; está el mentorado, la observación -donde traigo a muchas mujeres a ver el trabajo de coreógrafa- y está el trabajo profundo con que ahora fue con 100 refugiadas en Dresden.

Esto último tiene un lado muy complejo, ya que no todas las mujeres pudieron salir a escena por cuestiones sociales y religiosas. Muchas de ellas son musulmanas y tuve que crear toda una infraestructura donde no hubiese hombres, porque eso les permitía a ellas poderse quitar el pañuelo, ponerse sus mallas y no tener que llevar la túnica. Eso fue durante dos años y al final yo le propuse al director del teatro que quería hacer una actuación.

No todas quisieron llegar a ese punto, no por ellas, sino por los maridos, pero algunas consiguieron convencerlos. Y le dije al director que la única manera de asegurarles a ellas que iban a estar en un lugar a salvo, donde iban a poder hacer lo que yo les pidiera, era si el público es femenino.

Fue muy bonito. En un momento de la coreografía, yo les pido que se quiten el pañuelo y las mujeres del público jamás habían visto a una árabe hacer esto y ver lo guapa que son. Y yo las saqué con sus tacones de aguja, sus jeggins, sus melenas y las saqué al escenario. Entonces para las europeas fue impactante y las refugiadas me decían "es una de las mejores experiencias de mi vida, jamás había sido la protagonista de nada en mi vida". Fue súper emocionante.