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De tiempos mejores a los tiempos perdidos

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Gabriel Ascencio Mansilla. Diputado (DC) de la República. Región de LosLagos.

El gobierno de Sebastián Piñera cumplió hace unos días su primer año y definitivamente los tiempos mejores que ofrecieron al país no llegaron: no hay más empleo ni crecimiento, ni más seguridad ciudadana, sino todo lo contrario y trascurridos estos primeros 12 meses, más que hablar de tiempos mejores debemos hablar de tiempos perdidos.

Es que la gestión del gobierno ha sido a mi juicio de mediocre para abajo: un año perdido, pues el gobierno tuvo la oportunidad de hacer mejor las cosas, con altas expectativas ciudadanas por sus promesas de campaña y con una buena disposición a colaborar por parte de la oposición.

Pero de eso, pasamos rápidamente a la acusación de ser una obstruccionistas y hasta antipatriotas, por el sólo hecho de manifestar nuestra discrepancia frente a algunos proyectos del gobierno.

Claramente, los ciudadanos perciben que los tiempos mejores no llegaron para ellos, o más bien llegaron sólo para el mismo Presidente, que subió 50 puestos en el ranking de los más ricos del mundo.

O para los amigos del mandatario, cuando el gobierno presenta una reforma tributaria que significa que a los grandes empresarios se les va a rebajar $ 800 millones de dólares de impuestos, mientras se cierran empresas, aumenta la cesantía y los sueldos permanecen estancados.

Según un estudio que se publicó días antes del primer aniversario del segundo mandato de Sebastián Piñera, el gobierno ha cumplido menos de un cuarto de sus promesas de campaña desde el punto de vista legislativo y de las 256 promesas que le hizo al país para llegar a La Moneda ha cumplido sólo 11.

A esto sumémosle las encuestas, que tanto importan al gobierno y como lo indicamos en varias ocasiones el año pasado, son la única brújula de la actual administración, que le dicen cada mes al Presidente que la gente se aburrió, que ya no le creen.

Espero, por el bien del país, que el gobierno termine son su soberbia.

Que enmiende el camino, sino tendremos que lamentar otro año perdido.

Carlos Ignacio Kuschel Silva. Diputado (RN) de la Repúlica. Región de Los Lagos.


Modernización


tributaria

A partir de la Reforma Tributaria tramitada y aprobada en un mes en 2014, se nos cayó el crecimiento económico que se redujo a menos del dos por ciento durante los cuatro años del gobierno pasado.

Si bien se afirmaba que afectaría al uno por ciento de las personas más ricas, se redujo masivamente la inversión de las micro, pequeñas y medianas empresas, especialmente en regiones. Lo mismo sucedió con la inversión pública.

Durante esos cuatro años, la confianza de los consumidores y de las empresas se mantuvo muy baja.

Lo más delicado fue el enorme aumento de la deuda pública, la que había subido para financiar la reconstrucción del país después del terremoto, pero aun así se elevó de veinte mil millones de dólares en 2014 a setenta mil millones de dólares a fines de 2018. En paralelo en ese mismo lapso casi se duplicaron las deudas de las personas y empresas de todos los niveles económicos. En cuatro años se gastaron cinco presupuestos fiscales. Chile gastó más y redujo su capacidad de generar recursos, porque esta mayor deuda no se invirtió, si no que aparentemente sólo se gastó.

Hoy día el pago de intereses al año por la deuda pública, alcanza a los once mil quinientos millones de dólares y la inversión pública para los próximos ocho años en mi región de Los Lagos, llega a seis mil millones de dólares.

O sea, medio año de pago de intereses de la deuda pública de Chile equivalen a ocho años futuros de inversión pública en nuestra región de Los Lagos.

Debemos reenfocar y modernizar la política tributaria y fiscal. De forma de estimular la confianza, el ahorro y el empleo para recuperar el crecimiento y que las personas, empresas, públicas y privadas, dejen de endeudarse. El mundo está lleno de oportunidades para un país como Chile, lo que nos permitirá volver a crecer al cinco por ciento anual. También tenemos el desafío de destrabar tantas inversiones detenidas por una multiplicidad creciente de requisitos puestos por crecientes instituciones e intereses que no dejan de surgir.

Desde regiones priorizamos el saneamiento y modernización de nuestras finanzas que son la fuente para financiar el progreso social de todos los chilenos.