En la edición de ayer de este Diario, se publicó un interesante reportaje en donde cinco conocedores de la historia de la ciudad, debatieron en torno a la identidad de Puerto Montt, justamente, en la antesala de un nuevo aniversario de la capital de la Región de Los Lagos, que mañana está de cumpleaños.
Y en aquel análisis, hay varios aspectos dignos de destacar, porque apuntan, justamente, a la falta de identidad que tiene Puerto Montt. No es menor la analogía que hacen en materia gastronómica, al preguntarse si somos sinónimo de milcao o de küchen; pregunta que ciertamente abre el debate, pero sobre la cual, perfectamente podemos coincidir en que efectivamente es la comida un sello que nos distingue. Y eso lo debiéramos potenciar. Ahora, hay dos aspectos más que se remarcan, que no son menores, y que se refieren coincidentemente a una carencia de la ciudad, como son las áreas verdes. Porque si bien se coincide que la ciudad fue creciendo y poblando sus terrazas, no es menos cierto que aún las podemos aprovechar de mejor manera, haciéndolas mucho más caminables, de lo que son hoy.
Porque según advierten, al mirar la ciudad desde el mar, se fueron cubriendo los lomajes; pero claramente se pueden mejor utilizar las terrazas del uso que hoy le damos.
Y hay un tercer aspecto, también llamativo, a propósito de lo mismo, tiene que ver con que el puertomontino vive más al interior de sus casas, y no tanto en el exterior -por razones climáticas o culturales-, motivo por el cual, no cuidaría tanto las áreas verdes o los espacios públicos, como uno pudiese imaginar. Aspecto que no es trivial, para la vida familiar y sobretodo para los que llegan a la zona, y gustan de la vida al aire libre; porque efectivamente ahí la capital de una región densamente poblada por parques nacionales, no tiene espacios amigables para la recreación junto a la naturaleza.
De cualquier modo, hay aquí un claro dignóstico de lo que sucede hoy, y sobre lo cual, necesariamente hay que trabajar.