"Puerto Montt podría llamarse la 'Ciudad de Los Miradores'"
Hay que entender que las calles y veredas son los espacios públicos fundamentales que una ciudad requiere.
Así se manifestó el director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad San Sebastián, sede Puerto Montt, a propósito de una encuesta que reveló la mala percepción ciudadana respecto a las veredas, donde apenas el 33% de los consultados está satisfecho con estos espacios.
En entrevista con El Llanquihue, el académico entregó su diagnóstico respecto a esta realidad puertomontina y además proyectó la idea de una capital regional que aprovecha sus laderas y terrazas, con un circuito de miradores.
-¿A qué se refiere con entender calles y veredas dentro del espacio público?
- Es considerar que las calles y veredas son parte de este espacio público de tránsito y movimiento de la gente. Se debe entender que estas vías debiesen tener ciclovías, pequeñas áreas verdes; es decir, lugares con árboles, césped, que pudiesen estar acompañados de cierto equipamiento, como basureros, faroles, luminarias y asientos. Esto exige búsquedas, que tengan que ver con trabajos de planificación en perfiles de calles que tendrán que ser más anchas.
-¿Así son las nuevas tendencias?
-No solamente se puede pensar en vereda y calle, sino que también debiesen proliferar, bajo esta nueva mirada, por ejemplo, los boulevares y peatonizar algunas calles, donde el auto ya no transite, o circule con limitaciones en ciertos horarios. Que el nivel de la calle se suba al nivel de la vereda y se transforme en un gran espacio público, que permita no solamente transitar, sino que las cafeterías puedan sacar asientos a la calle, que se puedan hacer ferias, eventos, y actividades públicas, etcétera.
Así aparecen nuevas oportunidades, que tiene que ver con el diseño de estos espacios, en términos más estéticos. Se relaciona con bonitos pavimentos, que pudiesen generar cosas que animaran el espacio público como, por ejemplo, la calle Banderas en Santiago. El foco en los países más desarrollados que debiese llegar a Chile, establece que la calle para el auto privado debiese empezar a disminuir su tamaño para dar espacio a otros modos de transporte, como tranvía, bicicletas, con el fin de aumentar el ancho de las veredas. El mundo del peatón ha estado históricamente relegado a un plano secundario casi inexistente. Hoy el diseño de nuestras veredas ha sido entregado a las empresas de gas, que perforan las calles para poner sus ductos.
-¿Cuál es entonces el ideal?
-Mínimo un metro y medio se requiere para tener un espacio funcional a la silla de ruedas. Entonces estamos hablando que para poder tener una vereda de un ancho razonable, donde pudiésemos estar todos los habitantes de la ciudad utilizándola de manera grata, debiéramos hablar de los 2 metros hacia arriba.
En Chile, el estándar del espacio llamado vereda opera entre el mínimo y menos del mínimo. Por ejemplo, la costanera, que tiene un carácter de paseo, uno podría esperar que la vereda fuera más ancha para que camine una familia tomada de la mano, o sea debería ser de entre 3 y 5 metros.
-¿Cómo impacta esta mala percepción en el turismo?
-El espacio público tiene un potencial para mejorar la calidad de vida de las personas y potenciar un negocio, porque va a poder tener más público, va generar más emprendimiento, mejor retorno de las inversiones. La verdad es que es un círculo virtuoso el poder trabajar todo esto.
Un punto importante es la accesibilidad universal que, hoy por hoy nuestras calles y veredas son una gran dificultad para las personas que tienen movilidad reducida.
-Al parecer, la condición geográfica de Puerto Montt, con constantes subidas y bajadas, perjudica el diseño de estas obras...
-Puerto Montt tiene una condición doble relacionada con la geografía. Primero, aparece una dificultad, donde aparecen escaleras, rampas y requerimientos mayores, que son más costosos que una vereda y una calle en una ciudad plana. Pero, a la vez, en segundo término, se tiene que ver como una oportunidad. Puerto Montt podría llamarse "La Ciudad de Los Miradores", siguiendo una lógica con todos los bordes de las terrazas que podrían ser increíbles espacios públicos, miradores que tengan una relación con el paisaje cercano y lejano increíble.
Quizás podemos pensar que en la ciudad de Valparaíso es difícil hacer veredas, pero sus ascensores, escaleras y calles serpenteantes, lo transforman en un sitio protegido por la Unesco.
"El mundo del peatón ha estado históricamente relegado a un plano secundario casi inexistente. Hoy el diseño de nuestras veredas ha sido entregado a las empresas de gas, que perforan las calles para poner sus ductos"."