Antes era el deporte del ciclismo el que prestigiaba, una y otra vez, a Puerto Montt. Ahora, en los últimos años, y sobre todo en el presente, es el remo y su juventud que honran brillantemente a la capital de la Región de Los Lagos en diferentes eventos de connotación.
Tanto en competiciones regionales y nacionales, como en justas internacionales, como la reciente en Brasil, los bogadores puertomontinos sobresalen de manera notable y contundente. Son fuertes, acompasados y veloces. Es evidente que se encuentran en la más óptima preparación y que su vocación en la disciplina es profunda y perseverante. Sus clubes son batalladores y no claudican. A pesar de no disponer, por tantos años, de la anhelada Casa de Botes -donde guardar y conservar el equipamiento, junto con administrar las actividades-, se las arreglan para superarse gracias a algunos apoyos de buena voluntad y visión futurista deportiva.
Cultores de la boga porteña, de la jerarquía de Victoria Hostetter, del club Viento y Marea, y de Eber Sanhueza, de Estrella Blanca, se clasificaron -en notables expediciones- a los Juegos Panamericanos cuya sede será Lima, Perú, el 2019. Clasificatorios donde Chile, en histórico suceso, con la ayuda puertomontina, conquistó seis medallas de oro, una de plata y dos de bronce, situándose en la cumbre del medallero de la justa brasilera.
Son estos relevantes ejemplos los que motivan a integrarse al remo local a la nueva hornada que vibra con el deporte acuático. Donde ya asoman promisorios bogadores como Pedro Canales, de 17 años, y Brahim Alvayay, 16, quienes lucen la tricota de Viento y Marea.
Puerto Montt, por su ideal configuración marítima, protegida de fuertes vientos y de calmas aguas, está llamado a ser un bastión líder sur austral en el deporte del remo. Y donde, -aún careciendo del recinto estratégico que merece-, se perfila con un generoso porvenir. Aportando, a la vez, al reforzamiento de la identidad marítima puertomontina, el principal sello de distinción de nuestro terruño.