Yerko Villanueva,
Hogar de Cristo.
Nelson Mandela tiene muchas frases luminosas, inspiradoras, pero hay una que no puede ser más certera: "No existe revelación más intensa del alma de una sociedad que la forma en que trata a sus niños". Tratar a los niños como seres humanos con derechos es esencial para hacer de Chile un mejor país, más digno y justo. Los niños son personas y merecen que -a través de la capacidad transformadora de la educación, en especial en aquellos sectores de mayor vulnerabilidad y pobreza-, potenciamos al máximo sus capacidades y oportunidades en las primeras etapas de la vida.
Por eso es tan lamentable que de la población de lactantes y niños de entre 0 y 4 años, con pobreza por ingreso y multidimensional, que debería asistir a salas cuna y jardines infantiles, un 66% no lo esté haciendo. Son casi 62 mil niños en todo el país los que no están recibiendo educación inicial, y la región donde esta situación es más crítica es en la nuestra, Los Lagos, donde la brecha alcanza a un 78% de la infancia más vulnerable.
El viernes pasado se presentó en Santiago el libro El Plan Inicial que recoge 12 propuestas construidas por más 40 fundaciones que se dedican a la educación parvularia y entregadas al gobierno, incluido el Hogar de Cristo. Los educadores de párvulos son los llamados a construir el gran cimiento para el conocimiento y las habilidades que se adquirirán en etapas posteriores. La capacidad de aprendizaje que tiene el cerebro de los niños a esa edad es notable, no se consigue nunca más en la vida, por eso una educación parvularia de calidad para todos, independientemente de dónde hayan nacido, del nivel de ingreso de sus padres, de su etnia o su sexo, puede ser revolucionaria en términos de lograr cambios sociales claves y romper los ciclos de pobreza.
Los niños no son "menores" como se sigue diciendo desde una mirada paternalista y autoritaria de la infancia, dándoles una categoría inferior; la educación parvularia tampoco es "menor", no es el pariente pobre de la educación ni se reduce a jugar y cantar, aunque esas son dos actividades profundamente pedagógicas. El Plan Inicial y sus propuestas deben ser tomados en serio y puestos en acción ahora, sobre todo en Los Lagos.
Ana María Morales.
Coordinadora de proyectos ONG Canales.
PSU: ¿Capacidad u
opción aprendizaje?
Miles de personas rindieron la Prueba de Selección Universitaria (PSU) para postular a algunas de las 41 universidades adscritas al Sistema Único de Admisión y, a largo plazo, desarrollarse personal y profesionalmente. El Informe Final Evaluación de la PSU de Pearson publicado (2013), sugirió mejorar con urgencia la construcción, aplicación y análisis de la prueba. Entre varios aspectos mejorables, se identificó que evidencia Funcionamiento Diferencial de Pruebas (FDP). Este análisis estadístico identifica diferencias de puntaje entre dos grupos de estudiantes, permitiendo saber si es que éstas favorecen a un grupo por sobre otro. En el caso de la PSU, significa que existe una brecha de acuerdo con el tipo de establecimiento y nivel socioeconómico (NSE); vale decir, estaría mostrando de qué NSE y modalidad de enseñanza provienen quiénes rindieron esta prueba, perjudicando seriamente a estudiantes de Enseñanza Técnica Profesional (ETP). Ellos presentan resultados inferiores pues no se les mide su capacidad de aprendizaje sino de dónde provienen. Sumado a lo anterior, estudiantes de ETP se forman exitosamente en una especialidad y no se centran en aprendizajes esperados de la EMHC. Tampoco tienen fácil acceso a programas de entrenamiento para rendir esta prueba. Además, sabido es que en varios establecimientos educacionales se desincentiva su rendición. Esto también contribuye a puntajes inferiores y dificulta optar por las casas de estudio más prestigiosas. La PSU, a pesar de requerir mejoras con urgencia, está siendo utilizada para definir las trayectorias formativas de los estudiantes y el acceso a beneficios. También está colaborando con la mantención del círculo vicioso de la inequidad. Todos los estudiantes chilenos están siendo medidos con la misma vara, a pesar de participar de diferentes experiencias formativas. La ETP es y será exitosa en la medida que sea una real elección vocacional y desarrolle las competencias necesarias para que los estudiantes se inserten satisfactoriamente en el mundo laboral. Pero también lo será, si entrega oportunidades a aquellos que deseen continuar en la Educación Superior, ya sea porque desarrollaron una vocación distinta a la de su especialidad, o porque deseen estudiar alguna carrera relacionada con la especialidad estudiada.